La opinión de

Gerês-Xurés: la Reserva de la Biosfera Transfronteriza

Estamos en Gerês-Xurés, la Reserva de la Biosfera Transfronteriza. He aquí los testimonios de la relación entre el ser humano y la Naturaleza, entre valles y colinas. Son los bosques y los extensos altiplanos donde se perpetúan marcas de esta simbiosis que se extravía en la infinitud del tiempo. Aquella que dilata sus tesoros en medio de los tesoros naturales que otorgan forma a la propia identidad de este admirable y hermoso territorio en que confluyen diversos escenarios bucólicos y geórgicos, aptos para descubrirlos en la geografía de Galicia y Portugal.

Santiago de Chile, el ayer de la ciudad

Al margen de los sectores más privilegiados, en Santiago de Chile solamente existen “islotes” de nuevas poblaciones y “villas” donde apenas pudiéramos hallarlas. La Catedral, abajo. Ñuñoz, alto. El barrio de San Cristóbal. He ahí las floraciones de la estrenada ciudad de Santiago, que habrá de acrecentarse tiempo después a través de sus “centros” menos poblados. Pues, en verdad, Santiago exhibe una singularidad: la de carecer de “transiciones”. Así, en Morandé y Amunátegui –calles muy céntricas– nos encontramos próximos al “Mapocho”, un arrabal de contrarias características. Cerca de la Cárcel, oteando la luz del poniente, se sitúan casas y bodegones de un piso, techo de tejas y algún hermoso farol que se quedó huérfano de luz, frente al todopoderoso “foco eléctrico”. También, taciturnas cantinas y puertas entornadas que esconden algún camastro en una “pieza” más baja que la acera.

‘Vía de la Plata’ o ‘Camiño Mozárabe’ hacia Compostela

La ‘Vía de la Plata’ o ‘Camiño Mozárabe’ representa el cordón umbilical entre el espíritu del Sur de los campos andaluces y extremeños y la consagrada ‘Fisterra’ de Galicia. Dilata la ‘calzada romana’ denominada ‘Vía de la Plata’, que engarzaba Emerita Augusta –la actual Mérida– con Asturica Augusta, esto es, la hoy Astorga. Esta ‘vía’ fue trazada a inicios del cristianismo, aprovechando, eso sí, caminos de mayor antigüedad. En Galicia entra por ‘A Mezquita’ para continuar hasta Ourense y, desde aquí, a Santiago de Compostela. Son 254,3 quilómetros en su itinerario por Verín. O bien 223,2 quilómetros por Laza. O bien 198,1 quilómetros por Feces. El hecho es que se trata del ‘Camiño Xacobeo’ de mayor recorrido.

El ‘santiaguino’ y la capital de Chile

“Hablábamos de las minas. A pocos quilómetros de la capital, tenemos un importante centro minero: La Disputada de las Condes. Ya no volveremos a encontrar minas importantes más al sur, excepto Sewell, porque estos dos reventones metálicos son la última réplica a la locura mineral de los Andes norteños”, leemos en las páginas del libro Chile o una loca geografía, cuya autoría responde al imborrable geógrafo e historiador chileno Benjamín Subercaseaux, publicado en Editorial Universitaria, Santiago de Chile, sexta edición, abril de 1988.

El ‘Bar León’, confidencias viguesas de Fernando Ferreira Priegue

“En definitiva, se trata de un intento cumplido de restablecer el recuerdo amable de la vida cotidiana en una concreta zona de los Llorones como ‘Cotomodón’ o ‘Cotomondongo’ que, dentro de sus estrechos límites superficiarios, tuvo y tiene hoy, aunque con una configuración urbana completamente distinta, una trascendencia notable en el actual desarrollo de nuestra ciudad, para cuya reconstrucción su autor se vale de un lenguaje ágil, directo, ameno y desprovisto de toda artificiosidad que facilita enormemente su lectura y comprensión”, leemos en el ‘Prólogo’ del libro titulado Entre café, espuma y confidencias en el “Bar León” y su entorno. Memorias de un barrio vigués mediado el siglo XX, escrito por Víctor M. Areal Méndez, cuya autoría corresponde a Fernando Ferreira Priegue –antiguo compañero de estudios escolares en el Colegio ‘Maristas del Pilar’ de Vigo–, dibujante técnico industrial, con especial interés en las Artes Plásticas, Musicales y Literarias.

El “Cordón de Chacabuco” y Santiago de Chile

“El País de la Senda Interrumpida” –así nombrado por el geógrafo chileno Benjamín Subercaseaux en su clásico libro Chile o una loca geografía, Editorial Universitaria, abril de 1988– alberga a una numerosa población agrupada en la proximidad de los ríos. En Atacama las infinitas soledades desérticas no permiten más de un habitante por quilómetro cuadrado; en Aconcagua, en cambio, donde existen núcleos humanos tales como La Calera, Quillota y Lunache, éstos ya alcanzan 25 por quilómetro cuadrado. El hecho es que las ciudades de Copiapó, Huasco, Vallenar, Illapel, Ovalle, La Serena, San Felipe y Los Andes son, excepto, quizás, La Serena, meros conjuntos de seres humanos con sus polvorientas calles y sus nostálgicos muros coloniales, impíamente calcinados por el sol.

O Salnés y A Barbanza, sellos del pretérito de Galicia

Mientras recorremos las hermosas y nobles tierras del Salnés, meditamos en la travesía de su historia. Así, en 1523, con la reforma de los monasterios en Galicia, el de Armenteira se incorporó a la congregación de Castilla, de manera que tuvo una etapa de reorganización interna que, asimismo, repercutió en sus posesiones. La comarca fue también hospedaje de familias tan ilustres como las de Soutomaior y Ulloa; más tarde, de los Monterrei y, al cabo, de la insigne Casa de Alba. No sería en vano recordar que la Iglesia Compostelana continuaba ejerciendo su jurisdicción sobre estas tierras hasta el siglo XIX, en que le quedaron reducidos sus derechos por un decreto de las Cortes.

‘As Torres do Oeste’, Cambados, Carril y Vilagarcía

Continuando nuestro viaje por tierras de la comarca de la Ría de Arousa, hemos de evocar cómo en el siglo VIII y posteriores estos paisajes sufrieron los ataques de pueblos llegados del norte y sur de Europa. Ya los normandos, ya los sarracenos, llevaron a término incursiones sin cuento en toda esta zona costera, de modo que se levantó una torre de vigilancia en A Lanzada, donde se encendían enormes hogueras que eran vistas desde San Sadurniño. De idéntica manera, ésta comunicaba con ‘As Torres do Oeste’ –en Catoira–, alertando así a la ciudad de Santiago de Compostela de posibles invasiones.

La comarca del Salnés y la Ría de Arousa

Nos hallamos en la comarca de la Ría de Arousa. Vinculada a la vida y la fecundidad, con nosotros vive y revive la “Romaría da Nosa Señora da Lanzada”, cuya imagen los devotos veneran dentro de una ermita románica, a las orillas del mar, sobre los mágicos arenales que inexorablemente la besan y la abrazan. Es el postrer domingo de agosto cuando acuden miles y miles de personas, a fin de cumplir su promesa y presentar su ofrenda. Luego, la ‘rogativa’: las mujeres que anhelan tener descendencia, antes del amanecer exaltan el “rito das nove ondas” y, en ocasiones, acostadas sobre las impávidas rocas. La Virgen, empero, también atiende otras ‘rogativas’ que se llevan a cabo merced a esta bellísima ‘cantiga’: “Levei á miña muller á Lanzada/ leveina a desinfectar / e botar os demos fóra”.

Coquimbo, El Callao, La Serena: la costa chilena

El “País de la Senda Interrumpida” no nos muestra puertos estimables, pues Caldera, frente a Copiapó, es la inexcusable salida de la región minera: una señera fundición de cobre y un ferrocarril que la enlaza con esa ciudad. Ante nosotros, Coquimbo, frente a La Serena, exhibe otro puerto de más entidad. Además, Carrizal Bajo, Huasco, Los Vilas, Papudo y Zapallar, que no son sino meras caletas de emergencia. “Al norte de Coquimbo, la costa se accidenta en forma de islas, cabos y bahías. Es una zona atormentada, donde las Islas de Pájaros, junto con la de Choros y Chañaral, simulan un diminuto Mar Caribe con fuerte oleaje y blancos rompientes cubiertos de espuma”, escribe el gran geógrafo e historiador chileno Benjamín Subercaseaux en su insoslayable obra Chile o una loca geografía, Editorial Universitaria, Santiago de Chile, abril de 1988, décimonovena edición de la obra.

El ‘Camino de Santiago’ del Barbanza: ‘A Orixe’

Si seguimos la tradición jacobea, tras la muerte del Apóstol Santiago el Mayor en la ciudad de Jerusalén, sus discípulos recogieron su cuerpo y zarparon en una “barca de piedra” hacia un destino apropiado, a fin de concederle sepultura. Dentro de esta “mágica embarcación” que no precisaba guía, atravesaron el mar Mediterráneo hasta atracar en un puerto situado en los confines de la tierra. ¿Y cuál era este territorio? Aquel que se hallaba dominado por una “reina pagana”, la reina “Lupa”, a quien los discípulos solicitaron ayuda para transportar el “cuerpo santo” del Apóstol, el cual fue conducido en un “carro” tirado por bueyes hasta el exacto lugar donde hoy está enterrado. Su cuerpo, empero, estuvo olvidado durante siglos, hasta que un eremita vecino descubrió el punto exacto, tan sólo guiado por el inmenso resplandor de las estrellas. De modo que este misterioso hallazgo sería el germen de una de las más florecientes ciudades de la Europa del Medievo. Esto es, una nueva “Ciudad Santa”, así como una hermosa Catedral que llegaría a atraer a fieles cristianos de todo el mundo.

Hacia la tierra chilena que mana leche y miel

El obrero de la mina chilena vive en el “Pueblo Hundido”. Hay nombres ya engastados en el coruscante metal que brota de la montaña. “Catemu”, junto al Aconcagua, próspera fuente de cobre, al igual que antaño lo fue “Tamaya”. El negro y pesado fierro en “Algarrobo” y “El Tofo”. Y la plata…, una arcaica memoria de antiguas fortunas que se denominaron “Agua Amarga”, “Arqueros”, “Chañarcillo” y “Tres Puntas”. “Antes de que el salitre fuera chileno, ya lo explotaban ellos. Y no contentos con esto, penetraron en el corazón metálico del Altiplano y lo sacaron a relucir en ‘Llallagua’, ‘Caracoles’ y ‘Huanchaca’, tres nombres que son una gloria para el esfuerzo nacional y, a la vez, tres vergüenzas que despertaron el vicio de la especulación en nuestra Bolsa de Comercio”, puntualiza el geógrafo e historiador chileno Benjamín Subercaseaux en su documentada obra Chile o una loca geografía, Editorial Universitaria, calle San Francisco, número 454, Santiago de Chile, abril de 1988.

La reconstrucción del ‘Coro Pétreo’ de la Catedral de Compostela

Continuando con el pensamiento y la composición del ‘Coro Pétreo’ de la Catedral de Santiago de Compostela, en su fachada –según San Pablo en su “epístola a los Efesios”– el “rey de Reyes” se manifiesta a las naciones en los brazos de María, la Virgen-Madre. Henos ante el “Trono de Dios-Hombre en la tierra”, adorado por los Magos, exaltando la Epifanía. Nos hallamos en un lugar de resonancias de representaciones litúrgicas –los antecedentes del teatro de la Edad Media–, así como del “canto antifonal” con la evocación de la primeriza “polifonía europea”, recogida en el Liber Sancti Iacobi.

El ‘Coro Pétreo’ del Maestro Mateo en la Catedral de Compostela

Merced a la reconstrucción del ‘Coro Pétreo’ del Maestro Mateo de la Catedral de Santiago de Compostela, la Fundación ‘Pedro Barrié de la Maza’ llevó a cabo una empresa de sobresaliente calado artístico e histórico. Necesario es recordar que el ‘Coro’ fue construido alrededor del año 1.200 y demolido en 1603. Una gran parte de sus piezas sirvieron para diversas obras de la misma Catedral. Fuera de ella, algunas como simple material de construcción; otras, con carácter ornamental, entre las que descuellan las figuras que decoran la fachada de la ‘Puerta Santa’ o bien las que albergan el Museo Catedralicio y el Museo Arqueológico Nacional. Empero, muchas esculturas y fragmentos escultóricos que formaron parte del ‘Coro’ se han ido rehabilitando paulatinamente. Sus sucesivos hallazgos, además, impulsaron el anhelo –ya expresado por señeros investigadores y académicos– de reconstruir, en la medida de lo posible, el ‘Coro’, a fin de impedir la definitiva pérdida de una obra de singular trascendencia para el Patrimonio artístico internacional.

En el ‘País de la Senda Interrumpida’

La alta planicie del Norte de Chile acrecienta su altura a medida que se expande hacia el Sur. La cordillera de la costa por una parte se nos presenta por el Oeste, mientras que por otra la cordillera andina ofrece ‘cordones’ paralelos a su masa. Elevación e interrupción que paulatinamente se vuelven oblicuos, y después perpendiculares a la costa. Entonces, la llanura se detiene y empiezan a propagarse los cerros al modo de ilimitados brazos que engarzan la cordillera con el mar.

Pazos, museos y viñedos de la ‘Ribeira Sacra’

Nos saluda el ‘Pazo de Muíños de Antero’. Construido entre las postrimerías del siglo XVIII y comienzos del XIX, desde entonces siempre perduró en manos de la misma familia. ¿Su fundador? Manuel Antero Yánez Rivadeneira, quien provenía de uno de los linajes más sobresalientes de Monforte de Lemos. Luego, nos trasladamos al ‘Pazo de Tor’, que es una de las mejores residencias señoriales del sur de la provincia de Lugo. Situado en un reducido alto desde donde se divisa casi todo el ‘Val de Lemos’, su origen data del siglo XIV; no obstante, la edificación que hasta nuestros días ha llegado, procede en su mayor parte del siglo XVIII.

Salitreras y ferrocarriles de Chile

Y tras aquellos milenarios nombres, adscritos al Norte de Chile, nos saludan las bellas palabras consumidas por el polvo inmisericorde. Bendita magia de estas tierras. “Un ferrocarril parece ser el mecanismo menos práctico para una región accidentada e inhospitalaria como es el Norte”, matiza el reconocido geógrafo e historiador chileno Benjamín Subercaseaux en su obra ‘Chile o una loca geografía’, Editorial Sudamericana, Santiago de Chile, abril de 1988. Recordemos que la zona salitrera exhibe más ferrocarriles que todo el resto del país. He ahí… 4.000 quilómetros de vías férreas. De ellas, dos líneas internacionales: Arica hasta La Paz y Antofagasta a La Paz. Asimismo, una línea central: el Longitudinal, que casi llega hasta Pisagua. Larguísimo trazado que finaliza en Calera, donde enlaza la red Norte con las líneas del Valle Central hasta Puerto Montt.

Arquitectura religiosa de Monforte y el Museo del Ferrocarril

Estamos delante del ‘Colexio da Nosa Señora da Antiga”. La iglesia se inspira en la de ‘Gesú’ de Roma, iglesia-madre de la Orden Jesuita. Su cúpula nos ofrece diez metros de diámetro y se halla sostenida por cuatro arcos sobre los cuales se sitúan cuatro ángeles que sostienen los ‘emblemas’ de Jesús y del Cardenal. He aquí la Capilla del Santo Cristo donde vemos un ‘Crucificado’, obra de Valerio Cioli, artista de esculturas para la tumba de Miguel Ángel. Un patio abrazado por soportales hermosea su claustro. Como era de esperar, en el centro de cada una de las fachadas luce un escudo, correspondiente al Cardenal, a la casa de Lemos, a la Casa de Alba y a las ‘Escolas Pías’.

El puerto chileno de Iquique, antes de avistar la pampa

La mayoría de ciudades ‘nortinas’ se encuentran situadas en la costa; Calama y el pueblecito de San Pedro, en el interior. Sencillos oasis. Muy cerca, el mineral de Chuquicamata, que tiene viviendas para sus trabajadores y un buen hospital. Desde luego que en la costa se hallan las mejores ciudades. Antofagasta y también Iquique son las principales. Otras poblaciones han quedado al modo de ‘simples salidas del salitre’, tales como Junín y Caleta Buena. Iquique es venerable cuyo origen fueron las prósperas minas de plata de Huantajaya, en la época de la ‘Colonia’. A mediados del siglo XIX surgieron los paseos y las refinerías de azúcar, sus fábricas de licores y manufacturas de tejidos, sus 40.000 habitantes, sus fideos y su Corte de Apelaciones.