‘As Torres do Oeste’, Cambados, Carril y Vilagarcía
Continuando nuestro viaje por tierras de la comarca de la Ría de Arousa, hemos de evocar cómo en el siglo VIII y posteriores estos paisajes sufrieron los ataques de pueblos llegados del norte y sur de Europa. Ya los normandos, ya los sarracenos, llevaron a término incursiones sin cuento en toda esta zona costera, de modo que se levantó una torre de vigilancia en A Lanzada, donde se encendían enormes hogueras que eran vistas desde San Sadurniño. De idéntica manera, ésta comunicaba con ‘As Torres do Oeste’ –en Catoira–, alertando así a la ciudad de Santiago de Compostela de posibles invasiones.
Durante el siglo X el rey Ordoño II confió a la iglesia compostelana la posesión de las salinas de Noalla y, asimismo, hizo donación de las tierras de la isla de O Grove, con sus villas, iglesias y pertenencias. Recordemos que en la Baja Edad Media la vida comarcal se desarrolló dentro de un marco jurídico muy jerarquizado, con numerosos ataques tanto de normandos como de musulmanes. La iglesia de Santa María de Simes –en Meaño– estuvo protegida por respetables monarcas y nobles, como fue la figura de Doña Urraca y el rey Alfonso VII. El cual, transcurridos unos años, donaría estas hermosas y fértiles tierras al monasterio compostelano de San Martiño Pinario. ¡Castillo de Lobeira! Sus árboles y piedras nos confiesan las luchas entre la reina Doña Urraca y el arzobispo Gelmírez. El fin de esta contienda llegó en 1175 con la entrega del castillo a la “mitra compostelana”.
Posteriormente, la fortaleza fue destruida en la época de las rebeliones de ‘Os Irmandiños’.
Insoslayable es resaltar –si a los núcleos urbanos nos referimos– que el más desarrollado a lo largo de esa época era Cambados, al cual le fue concedido el título de “Muy Real Villa” en el siglo XII por parte del rey castellano Fernando II. Vilagarcía era, no obstante, un burgo marinero que recibió el topónimo del cardenal arzobispo de Santiago, llamado Santiago “García” de Caamaño y Mendoza de Soutomaior. ¿Y cuál fue la causa? Éste, en 1461, concedió una “carta de población” para la fundación de un “burgo mariñeiro”. Sanxenxo, por otra parte, era capital de jurisdicción con una extensión de 120,5 quilómetros cuadrados, comprendiendo un total de 22 feligresías.
Tan privilegiada era esta situación geográfica que, como es natural, dio lugar a pleitos y disputas acerca de “señoríos”, “coutos” y dominios de toda clase por la “herdanza” y posesión de estas espléndidas y feraces tierras. En Meis –desde mediados del siglo XII– tuvo lugar la fundación del monasterio –tan celebrado hasta el día de hoy– de Santa María de Armenteira y la parroquia de Armenteira, así como varios predios de la comarca del Salnés, que pasaron a “propiedad y beneficio” del cenobio, bien por donación real, bien por voluntad de personas particulares.
Si nos situamos ya en la Edad Moderna, convengamos que, gracias a los nuevos productos agrarios, además de una creciente población, el Salnés acaparó una insólita nombradía debido, sobre todo, a los viñedos y al cultivo del maíz y la patata. Carril se convirtió en un gran puerto de Galicia. Y Vilagarcía, desde 1814, con la autorización de las Cortes para comercializar con Europa y América, estancó la vida portuaria de Carril.