Cocina Gallega: Fábrica de fume
Fábrica de fume. Frase llamativa. Inquietante y emotiva, me remite a un tiempo en que las chimeneas de las fábricas lanzando humo eran símbolo de progreso y trabajo, pero fume también nos recuerda al botafumeiro, y aquí mismo a orillas del Rio de la Plata, a los nefastos vende humo de la vida.
Pero en realidad, Fabrica de fume (Editorial Elvira) es el nombre de un libro que se presentó el 28 de noviembre en la Universidad Nacional de Lanús, donde coordino una serie de talleres de historia y gastronomía. Es un libro que surge como resultado de un proyecto de teatro comunitario impulsado por el Centro Dramático Galego (CDG), institución pública de referencia en la creación escénica en Galicia. La obra reúne voces, relatos y procesos creativos surgidos de la participación de 18 actores y actrices de la Federación Galega de Teatro Afeccionado, convirtiendo la memoria colectiva en un espacio de encuentro, reflexión y creación artística. El libro recoge el proceso y los materiales generados durante una pieza teatral creada con y desde la comunidad. La obra parte de una reflexión colectiva sobre la transformación industrial, la pérdida de tejido laboral y los cambios sociales que afectan a las familias, a los oficios y a la convivencia. A través de relatos personales, escenas corales y fragmentos poéticos, Fábrica de fume construye una narración sobre lo cotidiano, la fragilidad, el sentido de pertenencia y las formas en que una comunidad se organiza para resistir y reinventarse. El resultado es un retrato íntimo y colectivo a la vez, que ilumina historias universales a partir de experiencias locales.
La presentación nos dio la oportunidad de conocer el proyecto de la mano de las creadoras, Ana Fontenla y Celina Fernández Ponte, quienes compartieron el proceso de investigación, escritura y desarrollo artístico que lo hizo posible. El encuentro incluyó conversación abierta, lectura de fragmentos escénicos (de Ana Fontenla) en galego, en los que pude participar, y un espacio de intercambio con el público. Es de destacar que Ana y Celina colaboran desde 2018 en proyectos que combinan investigación, artes vivas y acción social. Entre sus trabajos destacan Acciona o rural, programa de artes escénicas de la Deputación de Pontevedra, y la dirección de Fábrica de Fume para el CDG. Alternan el trabajo en conjunto con proyectos individuales y colaboraciones con otras creadoras.
El evento en UNLa contó con la presencia de la directora del CePeM, Silvia Molina, y el artista plástico Rubén Borré, y un público que interactuó con entusiasmo sumando experiencias propias a los relatos de las creadoras, especialmente a la experiencia de La Real Fábrica de Sargadelos y su réplica bonaerense en Magdalena, la participación de las mujeres trabajadoras del municipio de Cervo (Lugo), la importancia cultural de las cerámicas, la participación de Díaz Pardo allí y aquí, de Luis Seoane, Dieste, Varela, y otros artistas en la diáspora.
Fue en el año 1958, que Díaz Pardo crea en esta orilla del Río de la Plata una fábrica de cerámica llamada Porcelanas de Magdalena, a 108 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. Allí crea CELTIA S.A., en colaboración con Núñez Búa, exiliados gallegos y argentinos, que presidia José Villamarín Prieto, presidente del Centro Gallego de Buenos Aires. Isaac Díaz Pardo puso el nombre de Cerámicas del Castro a lo recaudado en las exposiciones que hizo en Buenos Aires con el 20% del capital. En 1959 entra a trabajar allí el artista multifacético Geno Díaz, decorando cerámicas.
En el año 2001 Díaz Pardo declaró: “La admiración a aquella Galicia de la diáspora, y el deber de no abandonar lo que había hecho en O Castro, que ya comprometía el modo de vivir de mucha gente, me mantuvieron trece años en una emigración intermitente. Crucé el Atlántico casi 20 veces”. Tal vez, ese ir y venir a través del océano deba potenciarse, y proponer un intercambio más intenso entre quienes viven en la Comunidad Autónoma y los que mantenemos viva nuestra cultura en la diáspora. Para que allí las nuevas generaciones completen la Historia contemporánea de Galicia conociendo en detalle lo que significó la emigración masiva, la enorme epopeya de millones de gallegos diseminados por el mundo, y aquí dejemos de lado tópicos y melancolías para que hijos y nietos puedan apreciar como es en la actualidad la tierra de sus antepasados y aportar también al desarrollo de la misma, retornando y/o manteniendo viva la llama de la galeguidade en su amada patria, otrora promisoria tierra de acogida. La visita de Ana Fontenla y Celina Fernández Ponte, sus investigaciones y creaciones, su interés por el proyecto llevado a cabo en Magdalena, la movida para destacar la importancia de Sargadelos, con dificultades actuales de funcionamiento, aun con una propuesta más comercial y menos cultural, es digna de aplaudirse. Desde esta columna, lo haremos a nuestra manera, cocinando una receta clásica que ya mencionara Picadillo en 1905, y Cunqueiro luego, en ‘Cocina Gallega’ (1973).
Colineta de la Mariña
Ingredientes: 15 yemas de huevo. 500 g de azúcar. 500 g de almendras muy molidas (como harina). Una cucharada de mantequilla.
Elaboración: Precalentamos el horno a 180ºC. En un bol batimos bien las yemas de huevo con unas varillas para después agregar, poco a poco y sin dejar de batir, el azúcar. Es importante que se mezclen bien hasta que adquieran una textura cremosa y pálida. Después añadimos poco a poco las almendras trituradas y continuamos batiendo hasta que esté completamente homogéneo. Podemos ayudarnos de una batidora. Untamos el molde para horno con la mantequilla y vertemos la mezcla. Horneamos hasta que esté bien hecha, alrededor de 40 minutos. Variantes que indica Don Álvaro: poner la pasta en montoncitos y formar pasteles individuales, o a media cocción cortar en cuadraditos.