En el ‘País de la Senda Interrumpida’
La alta planicie del Norte de Chile acrecienta su altura a medida que se expande hacia el Sur. La cordillera de la costa por una parte se nos presenta por el Oeste, mientras que por otra la cordillera andina ofrece ‘cordones’ paralelos a su masa. Elevación e interrupción que paulatinamente se vuelven oblicuos, y después perpendiculares a la costa. Entonces, la llanura se detiene y empiezan a propagarse los cerros al modo de ilimitados brazos que engarzan la cordillera con el mar.
Y entre brazo y otro brazo, los valles transversales, simulando una sabia lección de geometría. De súbito, el Valle Central –que pareciera insinuarse más al Norte– se nos mostrará bruscamente cortado. Ya nos hallamos en pleno ‘País de la Senda Interrumpida’. ¿Qué territorios comprende? Una zona de la provincia de Atacama –desde la hoya del río Copiapó, hacia el Sur–, así como las provincias de Coquimbo y Aconcagua. Ahora, la cordillera de los Andes eleva su cabeza expresando su máximo orgullo. Desde luego, no presume de volcanes, más le es suficiente manifestar los montes más altos, al igual que los ‘pasos’ más intrincados. He ahí, el Aconcagua, la montaña más elevada de América: 7.000 metros. “Los chilenos creen que está en su patria, cuando en realidad es un monte argentino”, comenta el reconocido geógrafo e historiador chileno Benjamín Subercaseaux en su imprescindible obra Chile o una loca geografía, Editorial Sudamericana, Santiago de Chile, abril de 1988. No obstante, en idéntica zona se encuentra –en pleno territorio chileno– la cumbre del ‘Ojos del Salado’, hasta 6.900 metros de altitud.
Debido a estas respetables alturas, comprendemos que los ‘pasos’ serán casi infranqueables. Si nos dirigimos más al Sur –cerca del Aconcagua– se nos aparecerán dos ‘boquetes’ más accesibles: el de Los Patos, por donde pasó –y pasamos nosotros mismos en 1990, cuando realizamos desde Mendoza, en la precordillera, la inolvidable ‘ruta de los Andes’, camino de Uspallata y Puente del Inca– aquel Ejército Libertador del general José de San Martín, acompañado del general Las Heras.
Las costas ya son escarpadas, ya planas; entre La Ligua y Quintero se extiende una llanura. “Junto al mar, en Caldera –nos recuerda el geógrafo Subercaseaux– hay una insinuación del Valle Central que viene a morir al sur del río Huasco. Otra, en las cercanías del Limari, cubierta de bosques: el ‘Fray Jorge’, una especie de Parque Nacional, con flora antiquísima, que algunos afirman primitiva”. Ahora, el ‘País de la Senda Interrumpida’ es, digamos, un ‘Norte’ que ya permaneció atrás. Centro neurálgico minero en la época de la ‘Colonia’ y en el alba de la República, se vio repentinamente desplazado tras la Guerra del Pacífico, cuando el territorio de Chile “corrió sus fronteras” hasta el Perú, incluyendo la zona salitrera.
Hasta hoy en día, empero, la riqueza propiamente minera llega de esta parte. Una región, sin duda, que vive merced a la minería y para la minería. Aquellos ‘islotes’ de cultivo agrícola comenzaron a rendir su esfuerzo, pues la intención era la de proveer de alimentos a los trabajadores mineros en los campamentos y caseríos situados en su vecindad, hasta el punto que los obreros se convirtieron en agricultores.