“De la misma manera que los peregrinos eran víctimas frecuentes de los ladrones y salteadores de caminos, el tema de las mujeres asaltadas durante la peregrinación es también frecuente, especialmente en la literatura. Tal es el caso de la condesa Sofía de Holanda, que en algún lugar no identificado del ‘Camino’, ya de vuelta a su tierra, fue atacada por unos bandoleros que intentaron asesinarla, pero milagrosamente el ataque fue rechazado”, expresa la historiadora de la Universidad de Santiago de Compostela Marta González Vázquez en su monografía Las mujeres de la Edad Media y el Camino de Santiago, Xunta de Galicia, Compostela, 2000, reedición ‘Camiño Xacobeo’, 2004.
“Juaniep’, encarcelado por el ascendiente de ‘Chasquel’ e irritado por su antropofagia, decidió acabar con los abusos y le salió al paso en el extremo norte de ‘Khami’, cerca de la barranca del ‘Ackekukin’. El encuentro culminó en choque feroz y descomunal pelea. Enredados los gigantes en golpes y forcejeos, rodaron por el declive hasta la ribera del lago. ‘Juaniep’ acollaró a ‘Chaskel’ con sus manazas, le oprimió el cuello y, a pesar de bestiales convulsiones, le hundió la cabeza en las aguas hasta asfixiarlo”, asevera el insigne historiador Juan E. Belza en su seductora obra Romancero del topónimo fueguino. Discusión histórica de su origen y fortuna, Instituto de Investigaciones Históricas, Tierra del Fuego, Argentina, 1978.
“La peregrinación de reinas o de mujeres nobles que, como ya hemos citado, podríamos enmarcar dentro de las peregrinaciones políticas o nacionales, no se diferencia en principio de aquélla masculina: en la mayor parte de los casos ya hemos visto cómo las reinas astur-leonesas peregrinan acompañando a sus maridos. En muchas ocasiones, la visita a Santiago se debe, lógicamente, a las vicisitudes políticas del reino y no a razones propiamente religiosas. Los cronistas y los propios clérigos de Santiago solían distinguir con la expresión causa orationis la visita, con fin devocional”, señala la historiadora gallega Marta González Vázquez en su libro Las mujeres de la Edad Media y el Camino de Santiago, Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 2000. Reedición ‘Camino do Xacobeo’, Santiago, 2004.
“Entre las reinas peregrinas, en el año 899 Jimena, esposa de Alfonso III, acompaña a éste a Santiago de Compostela para la consagración del nuevo templo; en 911 viene Ordoño II junto con su esposa Elvira; en 924 es el turno de Fruela y su esposa Urraca, y un año después llega Gotona, reina de Galicia, que posteriormente se retirará al monasterio de Castrelo, al quedar viuda. En 934 llega a Santiago Ramiro II que, con la reina Urraca, viene causa orationis. Fronilde, la mujer de Ordoño III, llegó en 1045, en esta ocasión sin la compañía de su marido. Sancha, esposa de Fernando I, visita Santiago en tres oportunidades, junto a su marido: en la primera, en 1063, parece que se trata de una plegaria a Santiago para conseguir la victoria en el sitio de Coimbra; vuelven para dar gracias después del sitio, y en 1065 vienen causa orationiscon su corte”, nos recuerda la historiadora Marta González Vázquez en su obra Las mujeres de la Edad Media y el Camino de Santiago, Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 2000.
“Muy pronto ambas parcialidades –los “choncóiucas” y los “sélknames”– debieron advertir que no vivían solas. Rastrearon huellas de cazadores primitivos y toparon a ‘canoeros’ que los habían precedido desde cincuenta siglos. Al fin tropezaron con una tribu compacta y de larga experiencia lugareña, los ‘aus”, leemos en el magnífico libro del historiador Juan E. Belza cuyo título responde a Romancero del topónimo fueguino, Instituto de Investigaciones Históricas de Tierra del Fuego, Argentina, 1978.
“Pedro Abelardo, en el siglo XII, distinguía con claridad: ‘homo’ es un nombre común al ‘vir’ y a la ‘femina’, puesto que uno y otro son animales racionales. El famoso ‘maestro’, es decir, el pensador de oficio –a cuya fama, por cierto, no es ajena la relación entre hombre y mujer– se ponía por encima del lenguaje común, donde el nombre de la especie se entiende como sinónimo de varón. Cuando definimos la historia como el estudio de la evolución del hombre en sociedad, lo hacemos usando la terminología abelardina; quiere decirse que, en esa evolución, están implicados tanto los varones como las mujeres”, explica el catedrático de Historia Medieval e insigne historiador gallego de la Universidad de Santiago de Compostela, profesor Ermelindo Portela Silva, al frente de su ‘Prólogo’ al libro de Marta González Vázquez titulado Las mujeres de la Edad Media y el Camino de Santiago, Xunta de Galicia, ‘Xacobeo/ 2004’, reedición de la ‘Consellería de Cultura’ de 2000, Santiago de Compostela.
“Se entreabrió una hendedura, filtraron crestas de agua ascendente, reventaron espaldones y un torrente frenético se abalanzó por la segunda angostura hasta chocar con el mar opuesto en una baraúnda de ciclones y marejadas. La primera se había quebrado ochenta siglos antes”, escribe el historiador Juan E. Belza en su magnífica obra Romancero del topónimo fueguino, Instituto de Investigaciones Históricas, Tierra del Fuego, Argentina, 1978.
“Mientras tanto, el abandono de la comunidad de Swan River era total, hasta que en 1841 un católico de la colonia escribió al obispo de Sydney pidiéndole el envío de un sacerdote. El Ilmo. Polding, de regreso de Europa, envió a Sawn River tres sacerdotes, uno de ellos el reverendo Juan Brady, al que nombró como vicario general el 1º de septiembre de 1843”, escribe Santiago Rodríguez R. –maestro de Malvas-Tui– en su libro El Padre Salvado. Un gallego civilizador de Australia, Consejo Superior de Misiones, Madrid, 1944, Gráficas Afrodisio Aguado, calle Bravo Murillo, 31.
Bajo el epígrafe de “Busca Fernán de Magallanes la encrucijada sureña”, Juan E. Belza –el autor de la obra Romancero del topónimo fueguino, Instituto de Investigaciones Históricas, Tierra del Fuego, 1978– establece que “lo primero fue el estrecho”, esto es, el “atelili, áster o Kaika” autóctonos, que se llamó luego “estrecho de Magallanes”, el cual fue asimismo apodado “de Todos los Santos, de la Victoria, de los Patagones, de América o de Madre de Dios”.
“Aquella noche del 7 de enero de 1846, en que nuestros misioneros soñaron despiertos con la generosa empresa que esperaban llevar a cabo entre los salvajes, debió ser, sin duda, turbada por multitud de incógnitas difícilmente despejables antes de entrar en contacto con el país, con su vida social y singularmente con la colonia”, leemos en las páginas del libro El Padre Salvado. Un gallego civilizador de Australia, cuyo autor es Santiago Rodríguez R. –maestro de Malvas-Tui–, Consejo Superior de Misiones, Madrid, 1944, Gráficas Afrodisio Aguado, calle Bravo Murillo, 31.
“La historia de los topónimos fueguinos de la zona argentina también se enreda en parte en esta madeja de características universales. Y digo en parte porque Tierra de Fuego ofrece una nomenclatura todavía en desarrollo. En el momento actual subsisten en la isla espacios deshabitados, accidentes anónimos y nombres populares fijos o en asentamiento”, escribe Juan E. Belza en su obra Romancero del topónimo fueguino. Discusión histórica de su origen y fortuna, Instituto de Investigaciones históricas ‘Tierra de Fuego’, impreso y editado en Argentina, 1978.
“Protección y ayuda la tuvieron total e inmediatamente en aquella casa que les parecía gozar del privilegio de extraterritorialidad. Declararon sus preferencias por las tierras habitadas por salvajes. Y como desde el mes anterior andaba el Rvdo. Juan Brady negociando ciertos asuntos para las Misiones de Australia, de donde procedía, les habló Monseñor Brunelli de la posibilidad de agregarse al misionero británico, con el que les puso al habla”, escribe Santiago Rodríguez R. –maestro de Malvas-Tui– en su obra El Padre Salvado. Un gallego civilizador de Australia, Consejo Superior de Misiones, Madrid, 1944, Gráficas Afrodisio Aguado, calle Bravo Murillo, 31.
“La producción de una película es el resultado del esfuerzo combinado de muchos técnicos y especialistas: el productor, el escritor o guionista, el director, los actores, el ‘cameraman’, el técnico de sonido y el decorador, además de otros muchos.
“Solicitado por las mejores familias de la ciudad de Tui, siempre recatada y austera, era por su ingenio, su naturalidad y su espíritu expansivo y cordial, sin olvidar jamás su condición de aspirante al sacerdocio, el ornato indispensable de todas las reuniones”, escribe Santiago Rodríguez R., maestro de Malvas, Tui, en su libro El Padre Salvado. Un gallego civilizador de Australia, Madrid, Consejo Superior de Misiones, 1944, Gráficas Afrodisio Aguado.
‘A Virxe de Baiona’, cuya autoría se debe al impar arquitecto porriñés Antonio Palacios Ramilo, no fue inaugurada hasta septiembre de 1930, unos meses después de haber fallecido Don Laureano Salgado. Resonó allí la ‘Marcha de Infantes’, según las crónicas de la época, “con gran entusiasmo y vivas”. A lo largo de las alcaldías de Aurelio Rey Alar –desde 1949 hasta 1951– y de José Pereira Troncoso –de 1951 a 1965– la comarca logró el máximo protagonismo merced a la creación de novísimos espacios.