‘A Virxe da Rocha’ fue, a no dudar, una obra con “marca personal” del inolvidable arquitecto porriñés Antonio Palacios. Revisor de las obras en 1911 –o en 1925, entre otras inspecciones–, el célebre arquitecto Palacios Ramilo –nacido en 1874 y fallecido en 1945– albergaba la esperanza de que su monumento se convirtiese en “uno de los mayores atractivos para el turismo y nuevo elemento de belleza a la risueña villa”.
Estamos delante de ‘A Virxe da Rocha’ que, según define el historiador Anxo Rodríguez Lemos, no representa sino la “Estatua da Liberdade” gallega. Diseñada por un empresario nacido en Caldas de Reis y alzada en el monte de San Roque por el célebre arquitecto de la villa de O Porriño Don Antonio Palacios, “A Virxe da Rocha” de Baiona fue un monumento en construcción a lo largo de veinte años.
Estamos en las islas Cíes, en plena Ría de Vigo, expectantes ante el anhelado título de “Patrimonio de la Humanidad” que otorga la UNESCO, árbitro de la Cultura europea. Si ahora deseamos continuar con el sabor de su Historia, habrá que evocar cómo durante la primera mitad del siglo XIX llega a ser pacífica la situación, tras las pertinaces incursiones de corsarios y piratas en las viejas “Illas Siccas”, esto es, “Islas Secas”, de abolengo latino. La sombra de Francis Drake –el pirata inglés– era ya un pretérito de saqueo y devastación en las aguas atlánticas.
Las Cíes albergan su génesis –entre otros procesos– en movimientos tectónicos –elevaciones y hundimientos de bloques– asociados al origen de las Rías Gallegas, acontecidos desde mediados del terciario o cuaternario, esto es, hace millones de años. El sustrato geológico está constituido, casi en su totalidad, por el granito de dos micas. Si consideramos el relieve de las islas, éstas nos ofrecen dos vertientes cuyas características morfológicas son diferentes. La vertiente occidental conforma la costa abrupta de las islas, donde la acción erosiva del mar da lugar a altos acantilados y cuevas, en lengua gallega denominadas “furnas”.
He ahí la ría de Arousa. La más extensa y grande del mundo con una longitud de 33 quilómetros; 4,5 quilómetros de ancho en la boca sur –desde la isla de Sálvora a la península de O Grove– y 3,5 quilómetros en la boca norte –entre Sálvora y Aguiño, en Ribeira–; con 69 metros de profundidad máxima. Con nosotros, numerosos islotes y arrecifes que intervienen, al igual que la propia isla de Sálvora, al modo de ‘rompeolas’ naturales. Accidentada costa, rodeada por montes de notable altura, que descienden hasta puntas bajas y rocosas. Entre ellas, se abren playas y playas, alguna de enorme tamaño y superficie.