Opinión

El navegante Pedro Sarmiento de Gamboa en Tierra del Fuego

“Veintidós millas al sur del cabo del Espíritu Santo, la línea de la costa apenas dobla rumbo al Sudsudeste. El vértice del ángulo se llama ‘Cabo Nombre’. Fue un topónimo viajero que disputó con éxito la posesión del paraje a sus colegas ‘Reina Catalina’ y ‘Reina Carlota”, escribe Juan E. Belza al frente del capítulo ‘Las angustias de Pedro Sarmiento de Gamboa’, correspondiente a su magnífica obra titulada Romancero del topónimo fueguino. Discusión histórica de su origen y fortuna, Instituto de Investigaciones Históricas, Tierra del Fuego, Argentina, 1978.

El navegante Pedro Sarmiento de Gamboa en Tierra del Fuego

“Veintidós millas al sur del cabo del Espíritu Santo, la línea de la costa apenas dobla rumbo al Sudsudeste. El vértice del ángulo se llama ‘Cabo Nombre’. Fue un topónimo viajero que disputó con éxito la posesión del paraje a sus colegas ‘Reina Catalina’ y ‘Reina Carlota”, escribe Juan E. Belza al frente del capítulo ‘Las angustias de Pedro Sarmiento de Gamboa’, correspondiente a su magnífica obra titulada Romancero del topónimo fueguino. Discusión histórica de su origen y fortuna, Instituto de Investigaciones Históricas, Tierra del Fuego, Argentina, 1978.

“La falsa adjudicación a los ‘Nodales’ del topónimo sansebastianense –confiesa el historiador Belza– obligó a adelantarme en la cronología de relatos históricos. Necesito retroceder un tanto y espero indulgencia por las inevitables repeticiones que habré de producir”. Nos enseña que los “Altos de Boquerón”, “Cankelecuo” o alta lengua delgada, inauguran una cadenilla de colinas que emergen de las costas del Pacífico sobre la ribera norte de “bahía Inútil” y enfila hacia el Atlántico hasta caer en sus aguas desde barrancas de treinta a sesenta metros. Las lomadas cortan el copete de la isla de modo paralelo al eje oriental del estrecho de Magallanes; algo al sur de la cercana “sierra de Balmaceda”, “Keukerk” o cormoranes, cuyas postreras estribaciones, ya dispersas, constituyen la “serranía de San Sebastián”, la antigua “Filared”. Éste es el único topónimo de don Pedro Sarmiento de Gamboa, un navegante muy elogiado por Fitz Roy. Don Pedro Sarmiento había nacido hacia 1532 en la docta ciudad de Alcalá de Henares. Luego emigró a Galicia, tierras de Pontevedra, cuya personalidad y peripecias en “A Moureira” han sido hace años ampliamente estudiadas por el antiguo director del Museo de Pontevedra, Don Xosé Fernando Filgueira Valverde.

A la edad de 18 años, Sarmiento de Gamboa guerreó por Europa hasta que en 1555 tomó la ruta de México. Continuó por Guatemala para alcanzar Perú en 1557, donde engrosó expediciones marítimas y dos veces fue procesado por la Inquisición a causa de trabajos histórico-literarios. Es necesario resaltar que durante el virreinato de don Francisco de Toledo tomó parte en las luchas de Túpac-Amaru así como en la guerra de los “Chiriguanos”. Fue, asimismo, activo en el ámbito de las letras; de su pluma surgieron dos tomos históricos: Informaciones e Historia Índica, compuestos en 1572, que lo significaron como un importante “cronista”.

“Ya despuntaban nuevos problemas con la Inquisición –señala Juan E. Belza–, cuando el viernes 13 de febrero de 1579 llegó al puerto de El Callao un navío de corsarios ingleses. Se abría para Sarmiento el proceso de Francis Drake, notorio corsario que asolaba las costas de Perú y Chile”. Evoquemos la figura de Francis Drake, a quien el embajador de España en Londres, Bernardino de Mendoza, apodara “magistral ladrón del mundo desconocido”. Afamado aventurero al servicio de la corona británica, era un joven corsario e ingenioso caballero, marino de espíritu y ciencia. Corajudo y temerario soldado, devoto lector de la “Biblia” y del “Libro de los Mártires”. Un ferviente religioso que se transformó en el más temible enemigo de las posesiones españolas: fue llamado “azote de Dios”.