Opinión

Juan Sebastián Elcano en Tierra del Fuego

“El escenario de la primera bizarría se yergue y penetra en el mar Atlántico a los 52º 40º de latitud Sur y 68º 36º 38º de Longitud Oeste. Los indígenas lo llamaban ‘Jolwenor, Tajrren, o Kearn’. Los mapas actuales lo anotan como ‘cabo Espíritu Santo’, aunque algunas veces le dijeron ‘Nombre de Jesús, San Severino, de La Reina Carlota o de la Reina Catalina”, escribe el notorio historiador Juan E. Belza en su imprescindible obra Romancero del topónimo fueguino. Discusión histórica de su origen y fortuna, Instituto de Investigaciones Históricas, Tierra del Fuego, Argentina, 1978.

Juan Sebastián Elcano en Tierra del Fuego

“El escenario de la primera bizarría se yergue y penetra en el mar Atlántico a los 52º 40º de latitud Sur y 68º 36º 38º de Longitud Oeste. Los indígenas lo llamaban ‘Jolwenor, Tajrren, o Kearn’. Los mapas actuales lo anotan como ‘cabo Espíritu Santo’, aunque algunas veces le dijeron ‘Nombre de Jesús, San Severino, de La Reina Carlota o de la Reina Catalina”, escribe el notorio historiador Juan E. Belza en su imprescindible obra Romancero del topónimo fueguino. Discusión histórica de su origen y fortuna, Instituto de Investigaciones Históricas, Tierra del Fuego, Argentina, 1978.

He aquí, pues, el primer topónimo de la zona argentina que figura en la cúspide de la hoja 99 del mapa del Instituto Geográfico Militar. Está a escala 1: 500.000, apenas se abandona el Estrecho de Magallanes rumbo al Sur. Con el cabo de San Diego –que asoma 185 millas al sudeste– limita el lado oriental del triángulo que forma la Isla Grande. “Extremo sur –describe el Derrotero Argentino– de la entrada oriental del Estrecho de Magallanes, barranca blanca a pique, de unos 60 metros de altura, que sirve de remate a una larga cadena de mesetas y colinas, denominada ‘sierra Balmaceda”.

Ahora bien, “para todos quienes conocen el terreno es tan clara la identificación de estas descripciones, que, aunque Martín Fernández de Navarrete no se aventure a señalarlas, corresponden sin duda al cabo ‘Espíritu Santo”, matiza el profesor Belza.

Es preciso recordar que el nombre de “Espíritu Santo” tiene su génesis en el vocablo de la nave “Sancti-Spiritus” que pertenecía a la armada del Comendador de la Orden de San Juan, Frey García Jofre de Loaysa, quien navegó con siete embarcaciones por la boca del estrecho en enero de 1526. El mando lo ocupaba el capitán Juan Sebastián de Elcano –piloto mayor y guía de la escuadra–, el mismo que, cuatro años atrás, había coronado la “circunnavegación del mundo”, llevada a cabo por Magallanes en 1519.

Pero, ¿quién era Juan Sebastián Elcano? Había visto la luz en la villa guipuzcoana de Guetaria, en España, hipotéticamente hacia 1476. Falleció a bordo de la “Santa María de la Victoria”, en Malasia, el 4 de agosto de 1526, como piloto de la expedición de Loaysa. Aquel 27 de septiembre de 1519 zarpó de Sanlúcar de Barrameda en la expedición de Magallanes. Se encontraba entre los sublevados de San Julián; fue perdonado, no obstante, y tras la muerte de su jefe en “Mactán” y las efímeras jefaturas de Duarte de Mendoza y Gonzalo Gómez de Mendoza, finalizó al mando de la “Victoria”. He ahí la “primera vuelta” conocida alrededor del mundo, reconocida al retornar a Sevilla el 8 de septiembre de 1522.

“El segundo escenario de la gesta de Elcano –agrega Juan E. Belza– se abre en ‘San Sebastián’. Esta gran bahía tiene 12 millas de profundidad, y, aunque en la boca sólo exhiba diez de apertura, la amplitud interna es mucho mayor. Está ubicado alrededor de los 53º 20º de latitud Sur y 68º 12º de longitud Oeste”. Según el mapa de itinerario, nos encontramos con “Arroyo Alfa, Arroyo Beta, Cullen” y derivados o afines. La España imperial era, por entonces, la primera potencia del orbe y del cono sur americano.