Lo que nacionaliza un plato, más que el hecho de ser común dentro de un territorio político, es el modo (xeito) de elaborarlo, y la importancia que se le da como representativo de una comunidad cultural. Si la patria está donde está la cultura propia, la gastronomía nacional está donde se respetan pautas aceptadas como propias por el grupo social al que se pertenece. Las cocinas nacionales europeas nacen en el medioevo.