Opinión

La otra Europa

La vieja Europa, a la que los lectores de este semanario añoran de distintas maneras, se ha pasado su historia viviendo a cuenta de los otros continentes. Botines de imperios, saqueos de colonias y, más recientemente, deslocalizando las empresas: fabricar en países pobres, con salarios de pobres, productos que se venden en Europa con una plusvalía que multiplica decenas de veces el esfuerzo del trabajador.

La vieja Europa, a la que los lectores de este semanario añoran de distintas maneras, se ha pasado su historia viviendo a cuenta de los otros continentes. Botines de imperios, saqueos de colonias y, más recientemente, deslocalizando las empresas: fabricar en países pobres, con salarios de pobres, productos que se venden en Europa con una plusvalía que multiplica decenas de veces el esfuerzo del trabajador. Esto ha permitido que se venda una imagen de Europa (la historia la escriben los de arriba, los que llevan toda la vida venciendo) como una región del mundo secularmente rica y de bienestar social. Rica ha sido y es, porque se ha alimentado de las riquezas de medio mundo, desde las plantaciones de Haití que envilecieron la Revolución Francesa que renegó del esclavo Louverture a los expolios británicos en Oriente, pasando por las flotas españolas de oro americano. Pero esa imagen de bienestar social nunca ha existido, en el Viejo Continente siempre ha habido sectores de la población marginados o explotados. Sucede que ahora los ricos han dado una vuelta de tuerca y están machacando a las clases medias, por eso parece que nos hundimos más. Y una mayoría nos hundimos. Fíjese, lector, qué ha pasado con los cientos de millones de euros ahorrados en las llamadas ‘preferentes’ por miles de gallegos durante toda su vida. El Estado español ha dado cobertura jurídica para robarles la mitad de su dinero invertido en la caja gallega. Fíjese ahora, también, en cómo la Administración y los bancos se vuelcan con Pescanova, una empresa gallega endeudada hasta las cejas y un ejemplo de mala gestión, deslocalización y deslealtad fiscal a Galicia como pocas.

[email protected]