Casi sin quererlo (y sin advertirlo), Italia se ha convertido en una inesperada estrella política de las últimas semanas. La renuncia del Papa Benedicto XVI, la cual fue efectiva desde el pasado 28 de febrero, supone una histórica movida política dentro del Vaticano, donde la corrupción y la pedofilia parecen emerger como los factores clave de su renuncia.