Para los hombres de mi generación, construidos de polvo y abatido desasosiego, los de la posguerra, el estraperlo y los caminos tortuosos de la emigración, Roth era el personaje contador de historias en las cuales nos apoyábamos para sobrevivir, puesto que nadie debe poner en duda que este ruso nacido en Galitza, de padre austriaco y madre rusa, ha sido, con Borges, el contador de las más fascinantes historias de la literatura europea del siglo pasado, el mismo