Opinión

Ludwig van Beethoven, biografiado por Marion M. Scott

Estoy contemplando el retrato de Ludwig van Beethoven pintado por Joseph Karl Stieler en 1920, que se encuentra en el ‘Beethovenhaus’ de Bonn. El célebre cuadro en el cual ‘El Genio de Bonn’ se nos aparece con rostro serio, lápiz en su mano derecha y libreto sostenido entre los dedos de su izquierda.
Ludwig van Beethoven, biografiado por Marion M. Scott

Estoy contemplando el retrato de Ludwig van Beethoven pintado por Joseph Karl Stieler en 1920, que se encuentra en el ‘Beethovenhaus’ de Bonn. El célebre cuadro en el cual ‘El Genio de Bonn’ se nos aparece con rostro serio, lápiz en su mano derecha y libreto sostenido entre los dedos de su izquierda. ‘El Gran Sordo’ o el denominado ‘El Único’ –todos los adjetivos han sido cumplidos en la escritura admirativa– nació el 16 de diciembre de 1770 en la por entonces minúscula ciudad alemana de Bonn. Su padre, con el afán de presentarlo como un “niño prodigio” y a causa del régimen de estudios a que fue sometido durante su niñez, estuvo a punto de anular tanto su inmenso talento como su vocación musical. La muerte de su madre le dejó muy temprano a cargo de su familia; en 1792 fijó definitivamente su residencia en la capital austríaca, donde concibió y desplegó su obra creativa: amplia y poderosa, la columna vertebral de toda la evolución posterior de arte de la Música. Desde 1797 comienza a experimentar una progresiva pérdida de la facultad auditiva que lo condujo a una irreversible y total sordera. Esta desdicha, sin embargo, no le impidió desarrollar su poder de composición; algunas de sus obras incluso fueron compuestas cuando ya se hallaba completamente sordo. Soltero toda su vida, se hizo responsable de la crianza y educación de un sobrino con quien mantuvo cariño, incomprensiones y tensión. Murió en Viena el 26 de marzo de 1827. Inclasificable personalidad, diríamos que es el fundador del Romanticismo musical y, además, el paladín de la dignidad e independencia de los creadores artísticos, hasta el extremo que forja la primera imagen moderna del músico independiente.
Marion M. Scott es el autor de la biografía Beethoven, obra original inglesa, publicada por ‘J.M. Dent and Sons, Ltd. Publishers’ de Londres. La versión española de la traducción del inglés corresponde a Juan G. Basté, en la edición de ‘Salvat Editores, S.A.’, Barcelona, 1985. La obra –estructurada en tres partes– en su primera abarca ‘La Vida’, impregnándonos en el ambiente familiar, su adolescencia y madurez, ‘el gran mogol’, ‘el más infeliz de los hombres’, ‘el amante’ y ‘los últimos años del compositor’. En la segunda, se refiere a su ‘Personalidad’ tanto como hombre al igual que como músico. Ya en la tercera, ‘La Obra’, nos evoca aquellas sublimes obras para piano, “la música orquestal”, la “música dramática”, la “música vocal” y la “música de cámara”. Infaltables, las didácticas ‘notas’, la luminosa ‘cronología’, los recordados ‘testimonios’ y la gentil ‘bibliografía’.
“Algo cambió en él a partir de tal momento y uno de los primeros frutos, entre los años 1803 y 1804, fue la Sinfonía ‘Heroica’, piedra blanca dentro de su trayectoria compositiva –escribe en su ‘Prólogo’ el musicólogo y ensayista Arturo Reverter bajo el título ‘Beethoven o la gracia del genio’–. La historia desde aquí, con todos los acontecimientos políticos que habrían de sobrevenir en el primer cuarto de siglo, es conocida. Beethoven, situado en Viena, uno de los centros neurálgicos de la Europa de su tiempo, evolucionaría en paralelo y, poco a poco, ya hacia el final de su existencia, iría absorbiendo y transformando todas sus vivencias en una obra cada vez más ensimismada, más concisa y austera, más revolucionaria”.
“Con él la historia de la música bascula –afirmó Romain Rolland–, porque por primera vez un compositor se ha querido dirigir a toda la humanidad”.