Corría el año 1935. Aunque todavía no gozara de la justa fama que, a partir de la primera década después de su muerte, lo iba a convertir en uno de los más significativos escritores argentinos contemporáneos, Roberto Arlt (nacido, con el siglo, en abril de 1900, y que iba a fallecer un 26 de julio de 1942), ya había probado el éxito.