Del 15-M al 22-M
El análisis preliminar de las elecciones municipales y autonómicas celebradas el pasado 22 de mayo en España, identifica una contundente e inobjetable victoria para el derechista Partido Popular (PP), la formación opositora que se ha beneficiado de la debacle del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y del desgaste del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
El análisis preliminar de las elecciones municipales y autonómicas celebradas el pasado 22 de mayo en España, identifica una contundente e inobjetable victoria para el derechista Partido Popular (PP), la formación opositora que se ha beneficiado de la debacle del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y del desgaste del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. De este modo, el PSOE obtuvo sus peores resultados en unos comicios municipales desde el retorno a la democracia en 1977.
Barajando cómputos globales, el PP alcanzó el 37,53 por ciento de los votos, por 27,79 por ciento del gobernante PSOE. En total, casi dos millones de votos de diferencia a favor de los “populares”, una hegemonía municipal que se ha traducido, igualmente, en su victoria en 11 de las 13 autonomías que celebraban elecciones. La debacle socialista ha sido de tal envergadura que, incluso, perdió el poder en bastiones tradicionales de voto, como Castilla-La Mancha, así como la mayoría absoluta en Extremadura, donde mantenían la hegemonía electoral en las últimas tres décadas. Un mapa que igualmente se reproduce en ciudades anteriormente emblemáticas del PSOE, como Barcelona, A Coruña y Sevilla.
Sin duda, la interpretación de estos resultados aborda una hegemonía para el PP que intentará reproducirse en las elecciones generales previstas para 2012, donde esperan recuperar el poder en La Moncloa. La crisis económica, traducida en un nivel de desempleo superior al 20 por ciento de la población económicamente activa, han desgastado la imagen del gobierno de Rodríguez Zapatero, certificada en estas elecciones municipales y autonómicas que constituyen un evidente ensayo de los comicios generales.
No obstante, el factor alternativo de estas elecciones ha sido la concentración ciudadana en diversas ciudades españolas, conocida como el ‘movimiento de los indignados’, rebelada ante una clase política de la cual no se sienten representados. Curiosa radiografía pre-electoral que comenzó con una serie de concentraciones en la Puerta del Sol de Madrid el pasado 15 de mayo, y que evidenció una organización espontánea, horizontal y plural, cuya principal objetivo era infundir en la ciudadanía una rebelión política, principalmente a través de la abstención.
Una abstención que se ubicó en el 33,3 por ciento, inferior a la de los anteriores comicios municipales de 2007, y que bien pudo estar influida por la persuasión de este movimiento del 15-M entre unos electores que, ante la cita electoral, prefirieron utilizar su derecho, bien sea votando por alguna de las candidaturas o a través del voto nulo y en blanco.
La hegemonía electoral del PP deberá ahora tomar en cuenta si este movimiento del 15-M tiene la capacidad para generar una mayor movilización una vez sus demandas políticas no se ven traducidas en una amplitud de la participación popular. Las autoridades municipales son los órganos primarios de representación de una ciudadanía que se siente, paralelamente, insatisfecha con su clase política y cada vez más opuesta al bipartidismo PSOE-PP.
A tenor de las primeras declaraciones tras los resultados, no parece probable que la dirigencia del PP ni su presidente Mariano Rajoy, presten atención a las movilizaciones y las acampadas del 15-M en Madrid y otras ciudades. Su lectura de las elecciones es un evidente espaldarazo para regresar al poder y desbancar al PSOE. El discurso triunfalista será la tónica ‘popular’ de aquí al 2012, mientras la presión hacia la renuncia de Zapatero y el adelanto electoral no se hará esperar. Bajo esta coyuntura, habrá que medir cuál es la capacidad real de influencia del movimiento 15-M, y el futuro de la apresuradamente bautizada ‘Spanish Revolution’.
Barajando cómputos globales, el PP alcanzó el 37,53 por ciento de los votos, por 27,79 por ciento del gobernante PSOE. En total, casi dos millones de votos de diferencia a favor de los “populares”, una hegemonía municipal que se ha traducido, igualmente, en su victoria en 11 de las 13 autonomías que celebraban elecciones. La debacle socialista ha sido de tal envergadura que, incluso, perdió el poder en bastiones tradicionales de voto, como Castilla-La Mancha, así como la mayoría absoluta en Extremadura, donde mantenían la hegemonía electoral en las últimas tres décadas. Un mapa que igualmente se reproduce en ciudades anteriormente emblemáticas del PSOE, como Barcelona, A Coruña y Sevilla.
Sin duda, la interpretación de estos resultados aborda una hegemonía para el PP que intentará reproducirse en las elecciones generales previstas para 2012, donde esperan recuperar el poder en La Moncloa. La crisis económica, traducida en un nivel de desempleo superior al 20 por ciento de la población económicamente activa, han desgastado la imagen del gobierno de Rodríguez Zapatero, certificada en estas elecciones municipales y autonómicas que constituyen un evidente ensayo de los comicios generales.
No obstante, el factor alternativo de estas elecciones ha sido la concentración ciudadana en diversas ciudades españolas, conocida como el ‘movimiento de los indignados’, rebelada ante una clase política de la cual no se sienten representados. Curiosa radiografía pre-electoral que comenzó con una serie de concentraciones en la Puerta del Sol de Madrid el pasado 15 de mayo, y que evidenció una organización espontánea, horizontal y plural, cuya principal objetivo era infundir en la ciudadanía una rebelión política, principalmente a través de la abstención.
Una abstención que se ubicó en el 33,3 por ciento, inferior a la de los anteriores comicios municipales de 2007, y que bien pudo estar influida por la persuasión de este movimiento del 15-M entre unos electores que, ante la cita electoral, prefirieron utilizar su derecho, bien sea votando por alguna de las candidaturas o a través del voto nulo y en blanco.
La hegemonía electoral del PP deberá ahora tomar en cuenta si este movimiento del 15-M tiene la capacidad para generar una mayor movilización una vez sus demandas políticas no se ven traducidas en una amplitud de la participación popular. Las autoridades municipales son los órganos primarios de representación de una ciudadanía que se siente, paralelamente, insatisfecha con su clase política y cada vez más opuesta al bipartidismo PSOE-PP.
A tenor de las primeras declaraciones tras los resultados, no parece probable que la dirigencia del PP ni su presidente Mariano Rajoy, presten atención a las movilizaciones y las acampadas del 15-M en Madrid y otras ciudades. Su lectura de las elecciones es un evidente espaldarazo para regresar al poder y desbancar al PSOE. El discurso triunfalista será la tónica ‘popular’ de aquí al 2012, mientras la presión hacia la renuncia de Zapatero y el adelanto electoral no se hará esperar. Bajo esta coyuntura, habrá que medir cuál es la capacidad real de influencia del movimiento 15-M, y el futuro de la apresuradamente bautizada ‘Spanish Revolution’.