Tras Grecia e Irlanda, Portugal se ha convertido en el tercer país de la Unión Europea (UE) en solicitar a Bruselas un rescate financiero a su economía. Este escenario parecía inevitable desde hace meses, ante el nivel de riesgo de la deuda portuguesa y su elevado déficit público, que ha provocado la renuncia del primer ministro socialista José Sócrates y el llamado a elecciones anticipadas.