En todos los años que pasé en la prensa diaria, jamás he visto una campaña editorial de denuncia que tuviera como exclusiva finalidad el bien general. Tenía que existir alguien ‘de arriba’ beneficiado con la operación periodística. Es más, en la mayoría de los casos las fuentes que empleamos los periodistas para destapar una chorizada no son la pericia y la constancia en la pesquisa sino el soplo de una parte interesada.