Opinión

Portugal gira a la derecha

Atada financieramente al rescate aprobado en marzo pasado por parte de la denominada ‘troika’, conformada por el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI), Portugal giró decisivamente a la derecha en las elecciones legislativas del pasado domingo 5, entronizando al opositor Pedro Passos Coelho, del conservador Partido Social Demócrata (PSD), como sucesor del socialista José Sócrates, poniendo
Portugal gira a la derecha
Atada financieramente al rescate aprobado en marzo pasado por parte de la denominada ‘troika’, conformada por el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI), Portugal giró decisivamente a la derecha en las elecciones legislativas del pasado domingo 5, entronizando al opositor Pedro Passos Coelho, del conservador Partido Social Demócrata (PSD), como sucesor del socialista José Sócrates, poniendo así fin a la hegemonía socialista instaurada desde 2005.
El peso de la crisis económica y la pérdida de aceptación pública de Sócrates, a quien se le identifica con la crisis, fueron los factores más certeros que explican la victoria de Passos Coelho y del PSD, con el 38,3% de los votos, insuficiente para alcanzar por sí mismo la mayoría absoluta pero que la tendrá garantizada con el apoyo parlamentario del derechista CDS-PP de Paulo Portas.
Con ello, la alianza PSD/CDS-PP tendrá 129 de los 230 diputados de la Asamblea de la República portuguesa, mientras que las fuerzas de la izquierda, lideradas por los socialistas, obtienen una histórica derrota al quedar con 97 escaños. Tras las elecciones, Sócrates dimitió incluso como secretario general de su partido.
Este anunciado giro a la derecha en Portugal ha quedado empañado por dos factores “periféricos”. El primero, la elevada abstención del 40,1%, la más alta de la historia en elecciones legislativas, un dato que revela el escaso interés y el desgano hacia estas elecciones, así como el descontento por la fuerte crisis económica.
El segundo, la aparición de un movimiento ciudadano, el 12 de Marzo (M12M) popularmente conocido como ‘geraçao á rasca’ (generación en apuros), conformado básicamente por jóvenes desempleados, muy similar a la aparecida en la vecina España con el movimiento 15 de mayo. Con protestas y manifestaciones, el M12M portugués contribuyó a elevar la abstención y el descontento ciudadano hacia la clase política portuguesa y la crisis económica.
Pero el nuevo primer ministro Passos Coelho deberá ahora gestionar un rescate financiero valorado en 78.000 millones de euros, lo cual sujeta a Portugal a los ajustes macroeconómicos del FMI y a la rigidez monetaria del BCE. Con un desempleo del 12% y una recesión económica con crecimiento cero para 2011, pocas alternativas se presentan para el nuevo gobierno en Lisboa para el período 2011-2015.
Quizás el único cambio sea la estabilidad de apoyos del nuevo gobierno, que contará con el apoyo parlamentario de otras formaciones de derecha así como de la Presidencia de la República, en manos del histórico líder conservador Aníbal Cavaco Silva. Sin la bicefalia existente con Sócrates y Cavaco Silva, la homogenización política hacia la derecha en Lisboa fue celebrada en Bruselas como un síntoma de estabilidad política que permita llevar a cabo las políticas de ajuste estipuladas en el rescate financiero.
Del mismo modo, el fracaso de la izquierda, sólo matizada por la leve mejoría electoral del Partido Comunista de Portugal (PCP) y su Coalición Democrática Unitaria (CDU) con Los Verdes y otras formaciones, anuncia un período de travesía en el desierto, especialmente en el Partido Socialista sin Sócrates como máximo dirigente. Para muchos, este escenario puede reproducirse en el 2012 en España, con la presumible derrota del PSOE ya sin Zapatero, tal y como se advierte no sólo en las encuestas sino en la abrumadora victoria de la derecha del PP en las elecciones municipales españolas del pasado 22 de mayo.
A pesar de garantizar la estabilidad política y la mayoría parlamentaria con el CDS-PP, el gobierno de Passos Coelho deberá hacer frente a un conflictivo panorama socioeconómico, que puede intensificar las huelgas y las protestas en la calle en la medida en que la recesión y el desempleo empobrezcan a las capas sociales, especialmente las más populares. Diversos estudios ratifican un aumento de la pobreza en Portugal, principalmente en los sectores de mayores de 70 años, jubilados que ven amenazadas sus pensiones ante el recorte del gasto social.
Mientras, Passos Coelho deberá cumplir escrupulosamente con un draconiano programa de ajustes que también anuncia las privatizaciones de empresas con participación pública en los sectores energético, de infraestructuras, aeroportuario y bancario. Con ello, el Estado espera recaudar aproximadamente 6.000 millones de euros para finales de 2011, a fin de estabilizar una economía dependiente del rescate y sus acreedores extranjeros.
Precisamente, en este apartado, la dependencia económica portuguesa con respecto a China puede ampliarse en los próximos meses, a tenor del interés chino por comprar deuda portuguesa a bajos intereses. Por ello, el futuro de Portugal no parece jugarse en Lisboa, sino en Bruselas y Beijing.