Para ver con claridad, a menudo hay que alejarse, serenar el espíritu, viajar mental o físicamente al otro lugar, lejos del punto de fuga, para lograr una perspectiva adecuada, la objetividad necesaria, y comprender. Por siglos, las familias acomodadas incluían en la educación de sus hijos algún viaje iniciático, recorrer mundo para volver con la experiencia y la madurez necesaria para encarar los negocios o ejercer la profesión elegida.