Cuando se habla de ostracismo o destierro, generalmente pensamos en la Antigua Grecia, donde era común este tipo de pena que el Estado podía imponer a una persona por haber cometido un delito o una fechoría, o porque su presencia era considerada perniciosa o peligrosa para el resto de la sociedad. La pena era considerada tan grave que se ubicaba inmediatamente debajo de la pena de muerte, de hecho, el incumplimiento de la pena de destierro se sancionaba con la muerte.