Opinión

No es la primera vez que me toca confirmar la persistente vigencia de un concepto clásico de las ciencias sociales: el “efecto perverso”. Es decir, para simplificar groseramente, que una acción o medida determinada, prevista para conseguir un objetivo favorable, termine provocando el resultado opuesto. Y también, a la inversa, que una intención malvada se convierta en benigna.
Los chanchos que VigodetHa encerrado en su chiquero,Marchan al son de una gaitaHechando al hombro un fungeiro.Cielito de los gallegosAy! Cielito del Dios Baco,Que salgan al campo limpioY verán lo que es tabaco.Vigodet en su corralSe encerró con sus gallegos, Y temiendo que lo pialenSe anda haciendo el chancho rengo.
Durante la década de 1960 se fabricaron novedosos plásticos que tenían como signo característico el de no quebrarse. Primeramente fueron aplicados a las máquinas de escribir eléctricas, las cuales habrían de tener supremacía sobre todo durante la década de los ‘70 del pasado siglo.
Hay mucha ideología en el deporte y el periodismo deportivo. Aunque esto afecta en distinto grado a millones de aficionados, parece un tema tabú entre los opinadores extradeportivos, que temen dejar de ser vistos como ‘intelectuales’, como si una cosa estuviera relacionada con la otra.
Aunque la actitud displicente, algo distante y hasta soberbia, de cierta superioridad, aires de estrella de cine, en ocasiones monótono recitado de una receta que a todas luces desconocen, de los jóvenes cocineros mediáticos, con poca o nula experiencia en cocinas profesionales (difícil mantener el maquillaje, y el uniforme almidonado en medio de la adrenalina de un despacho a salón lleno, y 58º de calor más propio del infierno que de un estudio
Cuando en el siglo XX la ‘sociedad de consumo’ se acrecienta entre la denominada ‘clase media’, es progresiva la significación de la apariencia visual de las máquinas de escribir así como el modo de ser promocionadas mediante ‘carteles’ y ‘publicidad’ en revistas y publicaciones gráficas.
Claudio Sánchez Albornoz, como sabemos exiliado en Argentina durante cuarenta años, y que publica en Buenos Aires buena parte de su obra, contaba que en una conferencia en algún Centro Andaluz bonaerense, sorprendió a todos diciendo que el único verdaderamente andaluz en la sala era él, un Albornoz nacido en Madrid, ya que la mayoría de los habitantes desde Extremadura a tierras de Al-Andalus eran descendientes mayoritariamente de
En 1993, un periódico español denunció la corrupción del entonces director de la Guardia Civil, Luis Roldán. Robó dinero público de mil maneras y fue responsable del terrorismo de Estado.
Dona Diáspora é das que pensa que a emigración dos galegos foi soamente unha singradura sentimental polos vieiros do mundo. Non esquece que na nosa historia houbo moitos feitos que levaron fóra a milleiros de persoas que remataron os seus días lonxe da terra de Rosalía.
En Alemania la fábrica Adler –durante la Segunda Guerra Mundial– se ocupaba de producir, entre otros elementos, piezas destinadas a tanques y torpedos, en tanto que IBM era empleada de modo semejante, contribuyendo así a la fabricación de torpedos en Estados Unidos. Tanto en América como en Inglaterra las fábricas de máquinas de escribir se mantuvieron, por fortuna, intactas.
Escribo esto con la experiencia de juventud de haber sufrido como periodista y trabajador el cierre de cinco periódicos. En unos casos más que otros se contemplaba al periodista con gran corporativismo, como un tipo de trabajador distinto al resto de compañeros que trabajaban en la empresa, a los que se ignoraba con una altivez intolerable.
Si contemplamos el universo del arte contemporáneo, artistas tales como Rebeca Horn, Hans Peter Feldmann o Marcel Duchamp se sintieron seducidos por las máquinas de escribir desde la perspectiva estética. Asimismo Sophie Calle y John Baldessari, Arman y Claes Oldenburg, Joan Brossa y Rodney Graham.
Se suele emplear la palabra ‘guiso’, metafóricamente, para referirse a componer u ordenar alguna cosa, en algunos casos poco clara o misteriosa (¡qué estarán guisando en el Congreso de los Diputados!) para el común de la gente. Para los cocineros, guisar es cocinar un alimento en un medio semi-graso. Uno de los métodos de cocción más antiguos, seguramente ya utilizado en la época de las cavernas.
Un par de décadas antes de que comenzaran a llegar a Buenos Aires, masivamente, los inmigrantes, la llamada Gran Aldea comenzaba su camino para convertirse en una de las ciudades más importantes del mundo. En casas amplias que contaban con 4 o 5 habitaciones, y varios patios, la vida familiar era sagrada. Bajo el mismo techo solían convivir varias generaciones, y la ceremonia de la comida era muy importante.
Ahora ya no sé cuánto tarda un periodista medio en vivir con los pantalones por los suelos, pero hace poco más de veinte años los chavales que veía llegar a la redacción de un periódico de provincias para hacer prácticas habrían dado media vida por teclear este titular: “Zara, multada por esclavitud laboral en Brasil”.
Hace siglos que uno está harto. Harto de los patriarcas, de los redentores, de las hipocresías y de las esperanzas. De los líderes seductores, de los acordes altisonantes de la plebe, de las revelaciones de los economistas, del endiosamiento de los caudillos. Hartos de la silla gestatoria y de los caballeros normandos, de los señoritos con prestigio y de la industria cultural.
A fines del siglo XIX la mujer se convirtió en el centro de todas las dianas para las campañas publicitarias de máquinas de escribir ya desde que las primerísimas narraciones, cuentos o ficciones incorporaran el personaje de ‘la mecanógrafa’.
Los romanos, que como tantos otros pueblos habían comenzado su andadura con la humildad de los pastores, normas éticas y morales rígidas, estoicismo y frugalidad a la hora de alimentarse, fueron mutando a medida que sus precarias cabañas se transformaban en enormes y necesariamente amuralladas ciudades.
Dona Diáspora quere que don Xosé Mujica Cordano –cando veña por Galicia– coñeza a unha retornada do Uruguai que vive no Milladoiro [Ames]. A señora Valentina, agora viúva, desembarcou no peirao montevideano en novembro de 1958. Alí pasou 35 anos da súa vida.
Ahora que vago por una plaza porteñatengo la sensación de haber soñado algo que existeo que existió en mi infancia. Creo recordarla voz de mi padre –que perdura– hablandode remotos mares, de ciertas vigilias,de nombres que usaban los señoritos.También me parece escuchar despojos del clero,algo de la luz y de la tiniebla.