Opinión

El imperio del pis

En 1993, un periódico español denunció la corrupción del entonces director de la Guardia Civil, Luis Roldán. Robó dinero público de mil maneras y fue responsable del terrorismo de Estado.
En 1993, un periódico español denunció la corrupción del entonces director de la Guardia Civil, Luis Roldán. Robó dinero público de mil maneras y fue responsable del terrorismo de Estado. A la sociedad le costó digerir la noticia de que robe aquel que debe evitar que otros roben, pero lo que realmente crispó a la opinión pública y obligó a actuar al gobierno más corrupto del llamado ‘felipismo’ fueron unas fotos de Roldán en paños menores durante una fiestorra privada al estilo de Berlusconi en Villa Certosa. Estas imágenes fueron las determinantes para la condena social. Fue desolador: el juicio público recayó sobre la anécdota (yo tengo fotos más truculentas que Roldán) y elude el problema de fondo. La imagen de cuatro marines orinando sobre unos cadáveres afganos es tan repugnante como la complacencia de la Casa Blanca, sí, pero es grave que sólo se hable de esto y no encontremos en ningún medio un debate profundo y valiente sobre la causa de esta y otras situaciones dramáticas, que es el imperialismo mesiánico estadounidense, empeñado en dominar y humillar al planeta entero a su antojo con Europa de rodillas. Los medios se empeñan en convertir la imagen de los marines en un fin en sí mismo, pero sólo es la consecuencia de decisiones que se toman en despachos para favorecer a determinadas empresas. El ensañamiento está en la naturaleza humana cuando se lleva a extremos, en cualquier causa (yo lo comprendo en el bando de las víctimas, de los invadidos); lo grave es ordenar desde la tranquilidad de un despacho que unos hombres sean llevados a extremos por una causa criminal.