Opinión

Eliot Noyes y los ‘avances’ en las máquinas de escribir

Cuando en el siglo XX la ‘sociedad de consumo’ se acrecienta entre la denominada ‘clase media’, es progresiva la significación de la apariencia visual de las máquinas de escribir así como el modo de ser promocionadas mediante ‘carteles’ y ‘publicidad’ en revistas y publicaciones gráficas.
Eliot Noyes y los ‘avances’ en las máquinas de escribir
Cuando en el siglo XX la ‘sociedad de consumo’ se acrecienta entre la denominada ‘clase media’, es progresiva la significación de la apariencia visual de las máquinas de escribir así como el modo de ser promocionadas mediante ‘carteles’ y ‘publicidad’ en revistas y publicaciones gráficas. Resultaba preciso, por consiguiente, “apelar” a su “impacto simbólico” al igual que a su eficacia de imagen y a la ansiedad digna de infundir esa “elección de consumo”, si bien el “diseño” asimismo debía “adaptarse” a la “racionalidad” de su producción. Paulatinamente, tras la Primera Guerra Mundial, se va en búsqueda de la atracción de tales ‘productos’; función que con anterioridad sólo se conseguían sin pretender el “efectismo estético” de su proyección. “Se comienza así a demandar un ‘valor añadido’ capaz de ir más allá de la necesidad y de la función para encajarse en el universo de un deseo que llevaba implícita una ‘democratización’ del gusto, con la mujer como principal consumidora de esta industria de lo sensible”, leemos en el estudio La historia escrita a máquina llevado a término por David Barro y Alfredo Sirvent para el volumen titulado Typewriter para la Exposición que tuvo lugar en la ‘Cidade da Cultura’, muy recientemente, en Santiago de Compostela.
Si tuviésemos que significar los ‘diseños’ con mayor capacidad de atracción, tal vez podríamos recordar la Lexicon 80 ideada por Marcello Mizzoli en 1948, la TP1 que diseñó el sueco Sigvard Bernardotte para Atvidabergs Industrie en 1958 o bien toda la producción de la firma Olivetti, la cual –desde que en 1908 fundara la primera fábrica de máquinas de escribir de Italia– fue agrandándose al igual que la manera de “publicitarlos”: Con exquisito primor cuidaba con detalle todas sus exposiciones públicas y la “gráfica” de sus “carteles”, que se encontraban en manos de Giovanni Pintori. ¿Quién no recuerda aquel “logotipo” que ha alcanzado el tiempo presente, el creado por Walter Ballmer? ¿Y los diseños de máquinas como, por ejemplo, el de la Lettera 22 de Marcelo Nizzoli, de 1950? ¿O el de la Editor 4 diseñada por Ettore Sottsass y Hans von Klier, de 1964? ¿O el de la Valentine portátil del mismo Ettore Sottsass y Perry A. King, de 1968?
Eliot Noyes fue la reconocida figura como director de diseño de IBM desde 1956 hasta 1977. Obras suyas fueron la máquina de escribir Model A de IBM en 1948, así como la IBM 72 Selectric en 1961, máquina que introducía el que acaso sea el enorme ‘avance’ de las máquinas de escribir ‘eléctricas’: el sistema de ‘bola’, sustituyendo así las ‘barras portatipos’ y el ‘carro’ por una pequeña ‘esfera’ que albergaba todos los ‘caracteres’ del alfabeto, y de igual manera los ‘signos de puntuación’ y los ‘números’.
¿Cómo no evocar aquel 1968 en el que la casa IBM presentó una máquina de escribir pulcramente diseñada para “personas discapacitadas”? Se trataba de la 3986 en sistema ‘braille’, la cual, digámoslo pronto, “revolucionó” el “mercado” desde que en 1935 mostrara sus primeras máquinas de escribir “eléctricas” hasta que en 1981 presente su primer “ordenador personal”. En tal sentido, Eliot Noyes no sólo se aplicó a diseños de ‘productos’ sino también a la “imagen general” de IBM: a Paul Rand lo encargó de la parte gráfica y a Breuer incluso de diseño de los propios edificios.