MáS DE 11,5 MILLONES DE EUROS SE DESTINARáN EN 2008 PARA LAS PENSIONES DE LOS ‘NIñOS DE LA GUERRA’
Una dura historia con un reconocimiento final
La Ley 3/2005, de 18 de marzo, reconoce una prestación económica a los ciudadanos de origen español desplazados al extranjero, durante su minoría de edad, como consecuencia de la Guerra Civil, y que desarrollaron la mayor parte de su vida fuera del territorio nacional. Este año se destinarán un total de 11,5 millones de euros para las pensiones de los llamados ‘Niños de la Guerra’, denominación que se aplica a ese grupo de menores que tuvieron que abandonar España durante la Guerra Civil o inmediatamente después de su conclusión.

A medida que las oleadas ofensivas de las tropas de Franco iban reduciendo el territorio republicano, se produjeron repliegues de combatientes y desplazamientos de civiles, que afectaron de manera cruenta a los niños. Con las sucesivas derrotas republicanas en el frente norte peninsular se iniciaron las primeras evacuaciones oficiales y masivas de niños hacia la costa mediterránea, primero, y al extranjero, después.
A finales de 1937 llegó a haber 564 colonias escolares (un tercio colectivas y el resto en régimen familiar) que acogían a más de 45.000 niños y niñas. Pero el continuo avance del ejército nacional durante 1938 las transformó en meros refugios de hacinamiento y dificultó el desarrollo en ellas de tareas asistenciales y educativas.
Aunque existe constancia de la salida de niños hacia Francia ya en septiembre de 1936, la primera expedición oficial organizada tuvo lugar el 20 de marzo de 1937 al ser enviados 450 niños a la isla de Olèron, a la que siguió la marcha de 72 niños a la Unión Soviética. Luego, el bombardeo de Guernica el 26 de abril y la caída de Bilbao el 17 de junio de 1937 determinaron al Gobierno vasco a organizar evacuaciones masivas al extranjero. La prensa de la época documentó con amplio despliegue gráfico la salida de 4.000 niños vascos en el buque ‘Habana’ huyendo de la miseria y el hambre con rumbo incierto.
Las expediciones infantiles tuvieron como destinos preferentes Francia, Inglaterra, Bélgica y Rusia, y en menor medida países como Suiza, Noruega, Dinamarca, Suecia y México. En principio se concibieron como estancias transitorias, pero la derrota republicana convirtió para muchos la evacuación temporal en exilio definitivo, bien por decisión de los propios padres de no regresar a la “España de los vencedores”, bien por las trabas puestas para facilitar la repatriación, como sucedió en el caso de la Unión Soviética y México.
Los cálculos más fiables hablan de 30.000 menores evacuados durante la guerra y de 70.000 niños víctimas del éxodo iniciado en 1939.
Los niños de Morelia
Mención aparte dentro de este éxodo infantil merece el caso de los 451 niños que viajaron en el ‘Mexique’ desde Burdeos a Veracruz, bajo el auspicio del presidente Cárdenas y su esposa Amalia. El recibimiento entusiasta tributado por la población de Morelia (estado de Michoacán) el 10 de junio de 1937 les ha dado nombre para la posteridad.
Los niños y niñas fueron alojados en la Escuela Industrial ‘España-México’, dos seminarios reconvertidos en colegios, bajo un régimen controvertido, que dio lugar a diversos episodios de fugas, accidentes e incluso muertes y a varios cambios de director.
Con el fin del mandato de Lázaro Cárdenas en 1940 disminuyó el apoyo oficial a la Escuela, que fue languideciendo hasta que en 1943 los escasos alumnos que quedaban fueron repartidos por varias Casas-Hogares en Ciudad de México. Algunos jóvenes retornaron a España, pero la mayoría se afincó en México.
El caso Rusia
Los niños españoles refugiados en la Unión Soviética fueron cerca de 3.000 y llegaron a Leningrado en cuatro expediciones. Las tres primeras entre marzo y septiembre de 1937, procedentes de Valencia, Santurce y Gijón, y la última desde Barcelona a finales de octubre de 1938. Las edades de los niños oscilaban entre los 3 y los 14 años y la mayoría de ellos procedían del País Vasco, Santander y Asturias.
Los niños fueron alojados en ‘Casas infantiles para niños españoles’, once de ellas situadas en la Federación Rusa y cinco en Ucrania. En ellas los menores vivieron, en sus propias palabras de adultos, “días felices” en régimen de internado, al cuidado de educadores y personal auxiliar español y ruso.
La invasión alemana del 22 de junio de 1941 acabó con esta situación y obligó a una rápida evacuación de las casas. Durante la Gran Guerra Patria, una parte de los jóvenes españoles se alistó en el ejército soviético, otros ayudaron en tareas de retaguardia. De todos ellos, setenta españoles murieron en el cerco de Leningrado, de los que 46 eran niños o jóvenes.
Al finalizar la guerra, los niños y jóvenes regresaron a los lugares de donde habían sido evacuados a continuar sus estudios o para trabajar en fábricas y empresas soviéticas. La mayoría se radicaron en Moscú, aunque no faltaron quienes vivieron en los más remotos parajes de Siberia. Años más tarde, un grupo de unos 200 ‘hispano-soviéticos’ llegó a trabajar en la Cuba castrista, desempeñando tareas de traductores y técnicos.
Los niños de Rusia no pudieron volver a España hasta 1956, tras la muerte de Stalin. Los que se quedaron por razones familiares o profesionales, así como los que retornaron por no poder adaptarse a la sociedad española de entonces, permanecieron en una situación anómala, pues España no tuvo relaciones diplomáticas con la Unión Soviética hasta 1977. Su condición incluso empeoró tras la caída del régimen soviético en 1989, pues quedaron en un limbo legal que sólo acabó cuando en 1990 el gobierno les facilitó la recuperación de la nacionalidad española mediante la Ley 18/1990.
En 1994 se firmó el convenio Hispano-Ruso de Seguridad Social por el que obtuvieron el derecho a pensiones de jubilación, invalidez y supervivencia. En diciembre de 2003 el Gobierno español les concedió la Medalla de Honor a la Emigración en su categoría de oro.
Protección social desde España
La permanencia de gran parte de su vida fuera de territorio español y la situación política de nuestro país en aquel tiempo (falta de reconocimiento internacional, carencia de relaciones diplomáticas con la URSS y con México) hizo que estos ciudadanos españoles no pudiesen en principio acceder a la acción social que desde los años sesenta del siglo XX se comenzó a proporcionar a los emigrantes. Cuando España restableció relaciones diplomáticas con la URSS y México en 1977 la situación mejoró paulatinamente; aunque para los residentes en México la recuperación de la nacionalidad española generaba otro problema, pues, al no admitir México la doble nacionalidad, debían renunciar a la mejicana.
La ayuda económica a los ‘niños de la guerra’
La cuantía concreta de esta prestación económica de carácter extraordinario consiste en la diferencia, en cómputo anual, entre el importe fijado cada año por el Gobierno (6.090 euros en 2005, 6.395 euros en 2006 y 6.586 en 2007) y el importe que perciba cada beneficiario por su pensión o por las rentas o ingresos anuales de que disponga.
De las solicitudes procedentes de todo el mundo, se ha concedido ya la prestación, cuyos efectos económicos se producen a partir de los tres meses anteriores a la fecha en que se presente la correspondiente solicitud, a 2.290 ‘niños de la guerra’, y en 2008 se destinará al pago de “esta deuda histórica, de este acto de justicia”, un importe de 11,5 millones de euros.
A finales de 1937 llegó a haber 564 colonias escolares (un tercio colectivas y el resto en régimen familiar) que acogían a más de 45.000 niños y niñas. Pero el continuo avance del ejército nacional durante 1938 las transformó en meros refugios de hacinamiento y dificultó el desarrollo en ellas de tareas asistenciales y educativas.
Aunque existe constancia de la salida de niños hacia Francia ya en septiembre de 1936, la primera expedición oficial organizada tuvo lugar el 20 de marzo de 1937 al ser enviados 450 niños a la isla de Olèron, a la que siguió la marcha de 72 niños a la Unión Soviética. Luego, el bombardeo de Guernica el 26 de abril y la caída de Bilbao el 17 de junio de 1937 determinaron al Gobierno vasco a organizar evacuaciones masivas al extranjero. La prensa de la época documentó con amplio despliegue gráfico la salida de 4.000 niños vascos en el buque ‘Habana’ huyendo de la miseria y el hambre con rumbo incierto.
Las expediciones infantiles tuvieron como destinos preferentes Francia, Inglaterra, Bélgica y Rusia, y en menor medida países como Suiza, Noruega, Dinamarca, Suecia y México. En principio se concibieron como estancias transitorias, pero la derrota republicana convirtió para muchos la evacuación temporal en exilio definitivo, bien por decisión de los propios padres de no regresar a la “España de los vencedores”, bien por las trabas puestas para facilitar la repatriación, como sucedió en el caso de la Unión Soviética y México.
Los cálculos más fiables hablan de 30.000 menores evacuados durante la guerra y de 70.000 niños víctimas del éxodo iniciado en 1939.
Los niños de Morelia
Mención aparte dentro de este éxodo infantil merece el caso de los 451 niños que viajaron en el ‘Mexique’ desde Burdeos a Veracruz, bajo el auspicio del presidente Cárdenas y su esposa Amalia. El recibimiento entusiasta tributado por la población de Morelia (estado de Michoacán) el 10 de junio de 1937 les ha dado nombre para la posteridad.
Los niños y niñas fueron alojados en la Escuela Industrial ‘España-México’, dos seminarios reconvertidos en colegios, bajo un régimen controvertido, que dio lugar a diversos episodios de fugas, accidentes e incluso muertes y a varios cambios de director.
Con el fin del mandato de Lázaro Cárdenas en 1940 disminuyó el apoyo oficial a la Escuela, que fue languideciendo hasta que en 1943 los escasos alumnos que quedaban fueron repartidos por varias Casas-Hogares en Ciudad de México. Algunos jóvenes retornaron a España, pero la mayoría se afincó en México.
El caso Rusia
Los niños españoles refugiados en la Unión Soviética fueron cerca de 3.000 y llegaron a Leningrado en cuatro expediciones. Las tres primeras entre marzo y septiembre de 1937, procedentes de Valencia, Santurce y Gijón, y la última desde Barcelona a finales de octubre de 1938. Las edades de los niños oscilaban entre los 3 y los 14 años y la mayoría de ellos procedían del País Vasco, Santander y Asturias.
Los niños fueron alojados en ‘Casas infantiles para niños españoles’, once de ellas situadas en la Federación Rusa y cinco en Ucrania. En ellas los menores vivieron, en sus propias palabras de adultos, “días felices” en régimen de internado, al cuidado de educadores y personal auxiliar español y ruso.
La invasión alemana del 22 de junio de 1941 acabó con esta situación y obligó a una rápida evacuación de las casas. Durante la Gran Guerra Patria, una parte de los jóvenes españoles se alistó en el ejército soviético, otros ayudaron en tareas de retaguardia. De todos ellos, setenta españoles murieron en el cerco de Leningrado, de los que 46 eran niños o jóvenes.
Al finalizar la guerra, los niños y jóvenes regresaron a los lugares de donde habían sido evacuados a continuar sus estudios o para trabajar en fábricas y empresas soviéticas. La mayoría se radicaron en Moscú, aunque no faltaron quienes vivieron en los más remotos parajes de Siberia. Años más tarde, un grupo de unos 200 ‘hispano-soviéticos’ llegó a trabajar en la Cuba castrista, desempeñando tareas de traductores y técnicos.
Los niños de Rusia no pudieron volver a España hasta 1956, tras la muerte de Stalin. Los que se quedaron por razones familiares o profesionales, así como los que retornaron por no poder adaptarse a la sociedad española de entonces, permanecieron en una situación anómala, pues España no tuvo relaciones diplomáticas con la Unión Soviética hasta 1977. Su condición incluso empeoró tras la caída del régimen soviético en 1989, pues quedaron en un limbo legal que sólo acabó cuando en 1990 el gobierno les facilitó la recuperación de la nacionalidad española mediante la Ley 18/1990.
En 1994 se firmó el convenio Hispano-Ruso de Seguridad Social por el que obtuvieron el derecho a pensiones de jubilación, invalidez y supervivencia. En diciembre de 2003 el Gobierno español les concedió la Medalla de Honor a la Emigración en su categoría de oro.
Protección social desde España
La permanencia de gran parte de su vida fuera de territorio español y la situación política de nuestro país en aquel tiempo (falta de reconocimiento internacional, carencia de relaciones diplomáticas con la URSS y con México) hizo que estos ciudadanos españoles no pudiesen en principio acceder a la acción social que desde los años sesenta del siglo XX se comenzó a proporcionar a los emigrantes. Cuando España restableció relaciones diplomáticas con la URSS y México en 1977 la situación mejoró paulatinamente; aunque para los residentes en México la recuperación de la nacionalidad española generaba otro problema, pues, al no admitir México la doble nacionalidad, debían renunciar a la mejicana.
La ayuda económica a los ‘niños de la guerra’
La cuantía concreta de esta prestación económica de carácter extraordinario consiste en la diferencia, en cómputo anual, entre el importe fijado cada año por el Gobierno (6.090 euros en 2005, 6.395 euros en 2006 y 6.586 en 2007) y el importe que perciba cada beneficiario por su pensión o por las rentas o ingresos anuales de que disponga.
De las solicitudes procedentes de todo el mundo, se ha concedido ya la prestación, cuyos efectos económicos se producen a partir de los tres meses anteriores a la fecha en que se presente la correspondiente solicitud, a 2.290 ‘niños de la guerra’, y en 2008 se destinará al pago de “esta deuda histórica, de este acto de justicia”, un importe de 11,5 millones de euros.