“Cuando decidí reunir en estas notas el nombre de Benito Pérez Galdós a los de Stendhal y Dostoyevski, algún amigo me preguntó: ‘¿Por qué Pérez Galdós? Sí, ¿por qué él y no, por ejemplo, Proust, que usted tanto admira, o Thomas Mann, que tantos lectores tiene en Hispanoamérica, o Kafka, que de manera tan original y tan imprevista prolongó ciertas partes de la obra de