Asegura que los antiguos gallegos fueron “pioneros en el que hoy llamamos globalización”

Miranda visita el mayor castro de Galicia y alaba el trabajo de recuperación de la cultura propia

El secretario xeral de Emigración, Antonio Rodríguez Miranda, visitó el Parque Arqueológico de la Cultura Castreña ‘Lansbrica’ de San Cibrao de Las, en el ayuntamiento de San Amaro (Ourense), coincidiendo con la celebración de las Jornadas de Cultura Celta clausuradas por el alto cargo autonómico.

Miranda visita el mayor castro de Galicia y alaba el trabajo de recuperación de la cultura propia
Miranda en el Centro Arqueológico de San Cibrao de Las 3
Miranda, durante su visita al Centro de Interpretación Arqueológico de San Cibrao de Las.

El secretario xeral de Emigración, Antonio Rodríguez Miranda, visitó el Parque Arqueológico de la Cultura Castreña ‘Lansbrica’ de San Cibrao de Las, en el ayuntamiento de San Amaro (Ourense), coincidiendo con la celebración de las Jornadas de Cultura Celta clausuradas por el alto cargo autonómico.

Acompañaron a Miranda en la visita el delegado de Cultura, Deportes y Juventud de la Diputación Provincial y concejal en Pereiro de Aguiar, Manuel Doval Soto, y los alcaldes de Leiro, Francisco José Fernández Pérez, y el de la propia localidad anfitriona, Ernesto Pérez González.

Miranda alabó la labor realizada por los técnicos y especialistas que trabajan en el recinto, por cuanto “recuperar nuestra propia historia es fundamental, tanto para los gallegos del territorio como para aquellos que viven en el resto de España, de Europa, en América. Y mucho más si, como se demuestra en esta ocasión, la cultura castreña parece ser de las primeras que naturalizaron el contacto y comercio internacional con otros pueblos, tanto por vía marítima como terrestre, convirtiendo a los gallegos del pasado en pioneros de aquello que hoy, en pleno siglo XXI, llamamos globalización”.

El castro

El conjunto arqueológico de San Cibrao de Las destaca por la gran superficie que ocupa, aproximadamente unas diez hectáreas –que lo convierte en el mayor de toda Galicia– y por su buen estado de conservación. Cuenta con un magnífico Centro de Interpretación, y está situado en el cruce de los ríos Miño y Barbantiño, una situación idónea que ofrece la ventaja del amplio dominio visual sobre el territorio circundante, razón por la que fue uno de los grandes cascos urbanos de la Antigüedad.

En su morfología general destaca la existencia de dos recintos amurallados: la croa o recinto superior, con dependencias comunales y especialmente protegidas, y el ámbito inferior, de mayor superficie, y donde se sitúa la zona destinada a las viviendas dentro del yacimiento. El poblado se encuentra rodeado de un fuerte sistema defensivo, formado por varias y sólidas líneas de murallas, un foso y parapetos.

Se trata de un ejemplo muy representativo de la etapa final de la cultura castreña, habitado desde el siglo II antes de Cristo hasta el II después de Cristo, con ocupaciones residuales en los dos siguientes siglos. Su visita permite hacerse una idea muy aproximada de cómo sería la vida hace 2000 años en todo el noroeste de la península.