El historiador de la UNED participó en el III Congreso Internacional de Centros Castellanos y Leoneses en el Exterior

Juan Andrés Blanco destaca que los burgaleses tuvieron una presencia muy importante en la emigración a América

El director del Centro de Estudios de la Emigración Castellana y Leonesa del Centro Asociado UNED Zamora, Juan Andrés Blanco, ofreció la charla ‘Burgos en la emigración castellana y leonesa’ en el III Congreso Internacional de Centros Castellanos y Leoneses en el Exterior, que, según aseguró, tenía como objetivo “poner en común en las inquietudes y, sobre todo, las posibilidades y las experiencias de éxito”.

Juan Andrés Blanco destaca que los burgaleses tuvieron una presencia muy importante en la emigración a América
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Juan Andrés Blanco, durante su participación en el III Congreso Internacional de Centros Castellanos y Leoneses en el Exterior.

Blanco que hizo referencia al emblemático sitio en el que se celebró el Congreso, en Museo de la Emigración que recoge la evolución del hombre, aseguró que “la emigración es la historia de la humanidad”.

El catedrático de la UNED ofreció el dato de un estudio llevado a cabo por la empresa Meta y la Universidad de Harvard a través de 3.000 millones de usuarios de Facebook –eliminando a los países cuyo acceso no es fácil como China, Cuba o Irán– y que asegura “que en los últimos tres años –de 2021 a 2024–, todos los años 30 millones de personas han emigrado, pero una emigración voluntaria, una emigración fundamentalmente económica”.

“Esto demuestra –dijo– que la emigración es una parte fundamental de la historia de la humanidad” y Castilla y León y específicamente Burgos están presente en todos los grandes procesos migratorios, tanto a América, a Europa como dentro de España.

Ya hablando del caso concreto de Burgos, Juan Andrés Blanco explicó que “por su posición en la Corona de Castilla, Burgos es una tierra de conquistadores y colonizadores, que destacaron especialmente en la colonización del Río de la Plata”. En este punto, el historiador destacó nombres como Juan de Ayolas, que acompañó a Pedro de Mendoza y llegó a ser gobernador; Juan de Salazar de Espinosa, fundador de Asunción; y Juan de Garay, quien refundó Buenos Aires en 1580.

Los burgaleses, explicó este historiador, tuvieron una presencia muy importante en la emigración a América. Se calcula que entre finales del siglo XIX y principios del XX, se fueron a América unos 39.000 burgaleses, “lo que sitúa a la provincia como la cuarta de Castilla y León con mayor volumen migratorio a América tras León, Zamora y Salamanca”.

“La emigración a Europa –continúa– es menos significativa porque Burgos tiene cerca algunos puntos importantes de desarrollo industrial en España”, pero aun así unos 9.000 burgaleses emigraron a Alemania, Francia y Suiza en los años 60.

Donde sí está muy presente Burgos es en el éxodo rural dentro de España. Tras la Tercera Guerra Carlista, recuerda Blanco, muchos burgaleses se van al País Vasco y también a Madrid, donde a mediados de los 70 vivían unos 30.000 burgaleses.

Pero esta emigración no solo es relevante por la cantidad sino por lo que hacen los emigrantes tanto en la tierra a la llegan como de donde salen, ya que desde muy temprano los burgaleses se asocian en instituciones de ayuda mutua, promoción cultural y apoyo a los lugares desde donde partieron. En este ámbito, Juan Andrés Blanco destacó instituciones como la Beneficencia Burgalesa de Cuba (1893), los Pinedanos Unidos (1910) en Buenos Aires, el Recreo Burgalés (1915), el Centro Burgalés de Buenos Aires (1917) o la Agrupación Burgalesa de México (1920), entre muchas otras. En España, la Colonia Huertaña de Madrid, fundada en 1885; el Centro Burgalés de Bilbao (1903), el Círculo Burgalés de Barakaldo (1905) o el Centro Burgalés de San Sebastián (1916).

Además de las ayudas de las instituciones a la tierra de origen, también hubo una importante labor de mecenazgo individual por parte de los castellanos y leoneses en el exterior. De hecho, se calcula que en 1910 se enviaban unas 357.000 cartas certificadas con dinero desde América, lo que suponía más de 120 millones de pesetas al año, equivalentes al salario de 150.000 obreros cualificados. Mucho de ese dinero se dedicó a la educación, pero también a obras públicas como fuentes, canalizaciones, caminos, redes eléctricas, cementerios, casas consistoriales, iglesias y ermitas, muchas de las que todavía perviven en los distintos municipios.

Blanco acabó su intervención recordando que “lo que no se ve, no existe y, aunque tengamos el museo virtual de la emigración, necesitamos un archivo museo de la emigración que sea presencial”. “La realidad de la emigración de Castilla y León y sus implicaciones es tan importante que sería necesario un museo”, insistió este catedrático, quien aseguro que “no tiene que ser una obra faraónica, pero que sí esté adaptado a las nuevas posibilidades tecnológicas y con el necesario dinamismo y renovación de contenidos que imponen los nuevos hábitos de consumo, tanto de cultura como de información”.