Descartando lo que pueda existir de imaginación en la bella versión del Inca Garcilaso en sus Comentarios Reales (Lisboa 1609), hemos de evocar siempre el relato acerca del señorío de Lima como un símbolo de la fusión amorosa de la costa y sierra de las civilizaciones preincaicas con el vigoroso Imperio de los Incas, al igual que de la tradición espiritual con el desarrollo material y los nuevos conceptos sociales y políticos que, desde entonces, han podido llegarle de fuera.