La civilización del grito, la era del grito, o la generación sin memoria, tal vez sean los nombres que los historiadores del futuro pongan a esta sociedad en que vivimos, ahora mismo, en pleno siglo XXI. Concentrándonos en el tema alimentación, y coincidiendo con los investigadores que afirman ‘cocinar hizo al hombre’ (Faustino Cordón), o ‘la palabra nació a partir del hecho de cocinar’, sin duda estaremos de acuerdo en que estamos involucionando de manera acelerada hacia el individualismo más atroz, y el mutismo.
Estamos delante de ‘A Virxe da Rocha’ que, según define el historiador Anxo Rodríguez Lemos, no representa sino la “Estatua da Liberdade” gallega. Diseñada por un empresario nacido en Caldas de Reis y alzada en el monte de San Roque por el célebre arquitecto de la villa de O Porriño Don Antonio Palacios, “A Virxe da Rocha” de Baiona fue un monumento en construcción a lo largo de veinte años.
Nos llega una postal de un pueblecito de la baja Andalucía, y uno siente el aire marino bajo los promontorios, sobre pinos negros, casitas blancas pintadas de cal y en cada esquina, ventanal o en el mismo suelo formado de guijarros, macetas de geranios, valerias salvajes, petunias, azaleas, y rosas cuyos tallos parecen subir por las paredes, mientras unas zapatillas blancas se adormecen.
A día de hoy… no sé quién es el presidente estadounidense. Bueno, sí sabemos quién es, o cuál era el preferido de los medios, pero tengo la duda de que ese “elegido” haya sido realmente el que salió por la voluntad popular.
En novembro de 1958 eu tiña cinco anos. O lugar máis afastado da miña aldea (Santa Baia de Tines-Concello de Vimianzo) no que estivera, foi en Santiago de Compostela cando, o 21 de xullo, ingresei de urxencia no Sanatorio Baltar para sandar das feridas dos dentes e poutas do lobo ou loba que deixou a pegada de 33 cicatrices no meu corpo infantil. Disque son moi afortunado xa que vou camiño de Montevideo nun barco chamado ‘Cabo de Hornos’. O meu pensamento estaba no desexo de atoparme con meu pai (Xesús Suárez García) que agardaba no outro lado do mar.