O bailarín e coreógrafo compostelán Óscar Cobos é persoa culta, quero dicir que ademais dunha sólida formación na súa profesión, ten conciencia identitaria. Estivo varios anos na Arxentina para aprender todas as reviravoltas da danza do tango pero a súa inquedanza levouno a querer saber sobre os emigrantes galegos que bailaron ou escribiron ou crearon partituras musicais. Antes da pandemia estivemos compartindo historias. Sorprendeume moito cando comentou que estaba a darlle voltas a un proxecto sobre a presencia de emigrantes galegos na historia do tango riopratense. Quedei moi compracido xa que é o primeiro galego ao que se lle ocorre intentar facer un resgate despois das iniciativas do meu prezado Adolfo (Adolfo José Lozano Bravo) e da miña prezada Graciela (Graciela Silvia Pistocchi Pereira).
Los poetas no mueren, mientras alguien los lea. Recordar es dar vida, y en la columna de hoy pretendo, precisamente, recordar a un poeta. Conocí personalmente a Rodolfo Alonso en una oficina del Centro Gallego de Buenos Aires, cuando le hice una entrevista para la revista ‘Xa’, que yo dirigía.
‘A Virxe de Baiona’, cuya autoría se debe al impar arquitecto porriñés Antonio Palacios Ramilo, no fue inaugurada hasta septiembre de 1930, unos meses después de haber fallecido Don Laureano Salgado. Resonó allí la ‘Marcha de Infantes’, según las crónicas de la época, “con gran entusiasmo y vivas”. A lo largo de las alcaldías de Aurelio Rey Alar –desde 1949 hasta 1951– y de José Pereira Troncoso –de 1951 a 1965– la comarca logró el máximo protagonismo merced a la creación de novísimos espacios.
O primeiro de xaneiro de 1959 levaba vivindo na capital uruguaia pouco máis dun mes xa que chegara o 27 de novembro de 1958. Coido que ter cinco anos axudou moito a que axiña fose un neno máis naquel lugar cheo de alegría. Hai que recoñecer o acerto de meu pai en facerlle caso a seu amigo Ramón de Castromil que foi quen o empurrou para embarcar no ‘Castel Bianco’ en 1955.
‘A Virxe da Rocha’ fue, a no dudar, una obra con “marca personal” del inolvidable arquitecto porriñés Antonio Palacios. Revisor de las obras en 1911 –o en 1925, entre otras inspecciones–, el célebre arquitecto Palacios Ramilo –nacido en 1874 y fallecido en 1945– albergaba la esperanza de que su monumento se convirtiese en “uno de los mayores atractivos para el turismo y nuevo elemento de belleza a la risueña villa”.
Sociedades sin identidad, e individuos sin raíces, suele ser el resultado inevitable del deterioro cultural en la posmodernidad. Es un hecho que en la civilización tecnológica en que vivimos inmersos, existe una grave crisis espiritual, una ausencia de propósitos, de pasado y futuro; aunque siempre habrá mujeres y hombres dispuestos a no perder su esencia más humana, de aferrarse a las raíces que por generaciones nos unieron naturalmente a la Tierra.
La civilización del grito, la era del grito, o la generación sin memoria, tal vez sean los nombres que los historiadores del futuro pongan a esta sociedad en que vivimos, ahora mismo, en pleno siglo XXI. Concentrándonos en el tema alimentación, y coincidiendo con los investigadores que afirman ‘cocinar hizo al hombre’ (Faustino Cordón), o ‘la palabra nació a partir del hecho de cocinar’, sin duda estaremos de acuerdo en que estamos involucionando de manera acelerada hacia el individualismo más atroz, y el mutismo.
Estamos delante de ‘A Virxe da Rocha’ que, según define el historiador Anxo Rodríguez Lemos, no representa sino la “Estatua da Liberdade” gallega. Diseñada por un empresario nacido en Caldas de Reis y alzada en el monte de San Roque por el célebre arquitecto de la villa de O Porriño Don Antonio Palacios, “A Virxe da Rocha” de Baiona fue un monumento en construcción a lo largo de veinte años.