Opinión

La carta de Miranda y el padre de Bolívar, ‘El Libertador’

La carta de Miranda y el padre de Bolívar, ‘El Libertador’

“Aquella carta venía precisamente de los círculos sociales que en su país natal habían hostigado a su padre; porque Miranda el viejo, tendero de Caracas, gustaba de ostentar el uniforme y bastón de capitán de un regimiento. Ambos Mirandas, padre e hijo, tenían ínfulas de aristócratas, y ambos sufrían de aquella persecución de los patricios de Caracas que ni aun con la persistente protección de la Corona habían conseguido refrenar”, asevera el señero historiador y fecundo escritor Salvador de Madariaga Rojo en su imprescindible obra Bolívar, editorial España-Calpe, Madrid, 1951; 2ª edición, Madrid, 1975.

De manera que la intriga tenía dos hilos conductores: un Capitán Tovar y un Capitán Ponte. Lo más probable es que Miranda lo hubiera pensado, cuando leyó al pie de la carta: “Al hijo primogénito”. Eran Don Martín de Tovar y Don Juan Vicente Bolívar y Ponte, según el “Miranda-Archivo”, tomo XV, página 68, Caracas-Venezuela, (1929-1938), 15 volúmenes. El hecho es que Miranda comprometía enormemente su sobresaliente porvenir de oficial español con aventuras comerciales un tanto turbias debido a sus concomitancias con los ingleses. En lo que se refiere a Don Juan Vicente de Bolívar y sus amigos, no hacían sino manifestar uno de esos resentimentos, por decirlo así, “separatistas” –a juicio del historiador Madariaga– que a lo largo de la Historia de España es frecuente percibir en aparente “armonía” con la fidelidad a la Corona.

Así, pues, la célebre carta a Miranda no está exenta de revelaciones destacadas. Porque los nobles de Caracas se alzaron contra los insultos que recibían del Intendente que los estaba “ultrajando”; y, por extensión, contra “todo pícaro godo”. Y lo peor, agregaban, es que el procónsul español “sigue tratando a los americanos, no importa de qué estirpe, rango o circunstancias, como si fuesen unos esclavos viles”. En el caso de que continuemos leyendo, la situación se hallaba perfectamente definida: “Bien sabemos –añadían los tres caraqueños– lo que ha pasado y pasa por un vecindario en Santa Fe y en el Cuzco, pero no nos agrada el resultado, y temiendo iguales consecuencias (y con la experiencia, además, en casa de “la de León”), no hemos querido dar un paso ni le daremos sin un consejo de Vuesa Merced, en cuya prudencia tenemos puesta toda nuestra esperanza”.

¿Quién era, pues, el padre de Bolívar, “El Libertador”? “Un español americano –a criterio de Salvador de Madariaga–, nacido y criado en la alta sociedad de Caracas, empapado de tradiciones españolas”. Si mencionamos las obras de mayor relieve de su biblioteca, no olvidemos los 13 volúmenes de las Ordenanzas Militares, las Comedias de Calderón de la Barca, así como las “obras completas” del escritor gallego del siglo XVIII, Padre Feijóo. Él presumía de sus títulos y honores, originarios de la Corte de Madrid. No por todo ello, empero, descuidaba su negocio, si bien ocultándose detrás de personas de menor brillantez. Se trababa de Don Francisco Antonio Carrasco, el cual “le corría con la tienda y almacén de ropa que en retorno traían de los embarques de cacao de España”.

Don Juan Vicente de Bolívar, Coronel de Milicias, con asiduidad intentaba mantener “bien redorado su blasón” no sólo con sus beneficios de gran propietario agrario sino también con los del comercio en la ciudad.