Para el presidente del Centro Gallego de Puerto La Cruz les “falta información”

José Antonio Corral, un hombre en busca de gallegos dispersos e incomunicados en el Oriente de Venezuela

El Centro Gallego de Puerto La Cruz, en el estado venezolano de Anzoátegui, cuenta con 400 gallegos dentro de la sociedad, pero el gran trabajo de su presidente, José Antonio Corral, está a menudo fuera de las paredes de esa entidad. La situación política y económica del país le obligan en múltiples ocasiones a trasladarse a otros estados limítrofes en busca de personas de origen gallego en situación de necesidad.

José Antonio Corral, un hombre en busca de gallegos dispersos e incomunicados en el Oriente de Venezuela
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José Antonio Corral, durante su labor de reparto de medicinas.

El Centro Gallego de Puerto La Cruz, en el estado venezolano de Anzoátegui, cuenta con 400 gallegos dentro de la sociedad, pero el gran trabajo de su presidente, José Antonio Corral, está a menudo fuera de las paredes de esa entidad. La situación política y económica del país le obligan en múltiples ocasiones a trasladarse a otros estados limítrofes en busca de personas de origen gallego que se encuentren en situación de necesidad, para que puedan beneficiarse de las ayudas de la Secretaría Xeral de Emigración de la Xunta.

Nueva Esparta, Sucre, Bolívar, Amazonas…, son estados en los que residen, dispersos, algunos gallegos en Venezuela, que carecen de lo más elemental para vivir y, lo que es más paradójico en estos tiempos, prácticamente desinformados de lo que realmente ocurre en el país, ya que su único transmisor de noticias es la televisión nacional.

Con el objetivo de darles a conocer la ayuda que les pertenece por su condición de gallegos necesitados, José Antonio Corral se monta algunos días en su coche para llegar hasta ellos, en los lugares más alejados. Otras veces es su mujer quien lo hace, o un amigo al que pide colaboración con el único fin de proporcionarles aquello que les pertenece.

“Son gente mayor” cuyo principal problema es que les “falta información”, comenta Corral. El boca a boca es el único instrumento con que cuenta para saber de su paradero, pero ni siquiera eso se puede hacer a los cuatro vientos. “No se trata de vociferarlo”, sino de hacerlo de modo discreto para que no se entere mucha gente que pudiera aprovecharse de estas personas, cuenta el presidente del Centro Gallego de Puerto La Cruz.

La entidad que dirige registra este año 50 solicitudes de personas que necesitan una ayuda de tipo asistencial individual de las que concede la Xunta una vez al año.

Una vez recogidas las demandas, van pasando los informes a la Secretaría Xeral de Emigración para que les dé el visto bueno y pueda llegar a sus destinatarios.

Mientras, para medicinas se pidieron hasta estos momentos 48 ayudas, cifra que podría incrementarse hasta las 200 a finales de año, ya que la fecha de solicitud no está cerrada.

Muchas veces es el mismo Corral quien tiene que llevar las medicinas en su coche hasta el Centro Gallego y pasar los controles policiales que se instalan en las carreteras. No hace mucho, le pararon y le obligaron a abrir la maleta donde llevaba las medicinas. Les tuvo que aclarar de dónde proceden los fármacos y quiénes son sus destinatarios, y le dejaron seguir.

Teniendo en cuenta lo que para ellos supone recibir una ayuda de estas características, “la valoran al cien por cien”, incluso “hay gente que llora” cuando la recibe, dice Corral, quien asegura que tanto al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, como al secretario xeral de Emigración, Antonio Rodríguez Miranda, le agradecen mucho lo que hacen por ellos. Y no sólo por ese tipo de ayudas, sino también por las cuantías que se destinan a la entidad para el funcionamiento del centro, para actividades culturales y deportivas y también para hacer comidas u organizar otro tipo de eventos que contribuyen a hacer la vida social más atractiva.

Porque en Venezuela se vive “como en un país en guerra”, dice Corral, aunque también se muestra optimista respecto al futuro del país y cree que se “puede salir adelante”.

“Antes nunca faltaba comida ni nada, ahora, [la clase política] acabó con lo inacabable”. Y eso que Venezuela “es un país muy rico”, pero “va a costar mucho” salir de este pozo; “va a llevar tiempo”, asegura.

Corral, natural de Sarria, se fue a Venezuela a la edad de 18 años. Tenía una hermana en el país bolivariano y se fue huyendo del servicio militar. Su intención era quedarse dos años y luego volver, pero, ¡cosas de la vida!, lleva 37 fuera de su tierra natal, a la que regresa de vez en cuando para ver a sus hermanos y a su madre. Con tres hijos estudiando, no se plantea el retorno, pero Galicia bien podría ser el lugar de destino de alguno de ellos una vez tengan que incorporarse al mercado laboral, porque en este país “acabaron con todo”, dice, en alusión a Venezuela.