MOSENSE DE NACIMIENTO, REALIZÓ MÚLTIPLES TRABAJOS ANTES DE DESTACAR COMO EMPRESARIO DE LA CONSTRUCCIÓN Y EL PLÁSTICO EN URUGUAY

Andrés Ferreira, el ‘mil oficios’

Pontevedra le ha prestado muchos de sus hijos al Uruguay, ha sido una constante en la primera mitad del siglo XX que estas tierras se poblaran de gallegos provenientes de esa provincia buscando oportunidades difíciles de encontrar en la Galicia de aquellos tiempos.
Andrés Ferreira, el ‘mil oficios’

Pontevedra le ha prestado muchos de sus hijos al Uruguay, ha sido una constante en la primera mitad del siglo XX que estas tierras se poblaran de gallegos provenientes de esa provincia buscando oportunidades difíciles de encontrar en la Galicia de aquellos tiempos.
La capacidad de trabajo, la nobleza y el don de gentes de estos gallegos les abrió caminos en una sociedad que necesitaba el trabajo de todos.
Son múltiples las actividades que han desarrollado los gallegos llegados a estas tierras, algunas están más identificadas con la colectividad, y siempre podemos encontrar gallegos trabajando en las mismas, fundamentalmente las que están vinculadas a los ramos de almacén, carnicerías, bares, panaderías, construcción o el transporte, fundamentalmente en la empresa CUTCSA, donde la mayoría de sus accionistas son gallegos.
Hay quienes se han dedicado a otra u otras actividades, uno de ellos es Andrés Ferreira, un viejo conocido de la colectividad, que, a su vez, conoce como pocos a esa colectividad, y que ha ocupado y ocupa cargos en diferentes instituciones españolas y gallegas. Actualmente es el presidente del Consejo de Residentes Españoles (CRE), órgano consultivo que le ha permitido conocer aún más al colectivo español en estas tierras. Ferreira ocupa, además, cargos en distintas directivas como en la ejecutiva del Partido Popular de Uruguay, el Hogar Español, desde donde ha velado durante años por el buen pasar de los ancianos, el club de fútbol Central Español o el Centro Pontevedrés, donde ha pasado por los diferentes cargos de la directiva, desde presidente a un simple lugar como vocal. Fue directivo también de la Asociación de Panaderos y de la Asociación de Empresarios Gallegos del Uruguay (AEGU), donde llegó a intervenir en algunos negocios como, por ejemplo, en una sociedad ganadera que llegó a tener 7.000 cabezas de ganado en el departamento de Cerro Largo.
Nacido en  Mosende, en el  municipio de Porriño, en Pontevedra, llegó a Montevideo en 1958 en el vapor inglés ‘Highland Brigade’ y desarrolló su vida en Uruguay. Volvió a España ocho años más tarde, en 1966, con deseos de quedarse. Se casó, pero distintos acontecimientos le hicieron volver, reclamar a su esposa y formar una familia que se vio agrandada primero con sus dos hijos, Rosana de 43 años y Andrés de 39, y con un nieto, de 3 años, pero “siempre añoro a mi patria, a mi Galicia, voy todos los años, tengo a mi madre con 93 años allá”, confiesa Andrés Ferreira.
No tomó su llegada a Uruguay como un desafío sino como “una necesidad. Acá tenía a mi abuela y a mis tíos y ya habían venido dos hermanos, pero había mucha gente que no tenía a nadie”, relató Ferreira.
Si tuviéramos que hablar de su profesión deberíamos pensar en un ‘mil oficios’, ya que sus actividades han sido múltiples desde su llegada a estas tierras, donde comenzó trabajando en un cine, una pizzería y luego en un hotel propiedad de unos tíos durante cinco años, para devenirse en panadero en diversos barrios y locales, donde trabajó incansablemente levantando locales para después venderlos. De esta forma llegó a ser reconocido por sus pares que lo hicieron dirigente de la Asociación de Panaderos.
Se desarrolló como empresario del plástico, actualmente y desde hace más de 30 años, con una importante fábrica de bolsas plásticas que llegó a tener, en sus mejores momentos, alrededor de 100 trabajadores.
Su espíritu emprendedor sigue sin descanso ni fatiga buscando oportunidades en distintos ramos y negocios. Actualmente posee un terreno de unas 50 hectáreas donde está plantando olivos y paralelamente ha comprado terrenos en la ciudad de Rocha, zona que seguramente tendrá un importante crecimiento cuando se construya el puerto de aguas profundas, lo que le revela como un empresario visionario.
Además de atender sus actividades en todas estas áreas, se desempeña como empresario en la construcción, con múltiples propiedades y edificando en estos momentos en el balneario de La Paloma, en el este del país.

La actividad que le hace feliz
La construcción es la actividad en la que, según el propio Ferreira, se encuentra más feliz, siempre con continuos desafíos y donde él pudo personalmente encontrar el modo de resolver los problemas que se puedan presentar.
A la pregunta de qué le había dado el Uruguay, la respuesta es inmediata: “Uruguay me dio todo, lo quiero como si fuera España, estoy conforme con lo que me dio, con lo que soy, y creo que algo también le di, mucha mano de obra, mucho trabajo”, reconoce. Se debe hacer hincapié en el tema del trabajo, ya que actualmente su fábrica tiene unos 65 empleados y en la construcción alrededor de otras 15 personas efectivas.
Con un notorio fervor futbolero señaló que “si jugaran España y Uruguay un partido, no estoy muy seguro por quién ‘hincharía’, creo que por España, pero me sería muy difícil la elección”.
Ferreira es un fiel ejemplo de amor a su tierra natal, a su tierra de adopción y a la colectividad a la que le dedica muchas horas de su vida, tratando de fortalecerla, fundamentalmente con su vista puesta en los ancianos, por los que vela para que tengan la mejor calidad de vida posible en sus últimos años desde el Hogar Español, donde ha estado por más de nueve años; en el CRE, donde la visión oscila entre el bienestar de  los ancianos y los jóvenes; o en el Centro Pontevedrés, donde se amplía más aún su visión a todo el colectivo.