“¿Por qué los nietos no van a poder votar, no son igualmente españoles?”

“¿Por qué los nietos no van a poder votar, no son igualmente españoles?”
    Pregunta. El PP está a favor de abrir la mano para que puedan obtener la nacionalidad todos los nietos de españoles residentes en el exterior, con las connotaciones que ello conlleva. ¿Es justo que los nietos de emigrantes que nunca han pisado España puedan votar y decidir con su voto sobre el futuro del país?
    Respuesta. El BNG sostiene que hay que diferenciar entre nacionalidad y derecho al voto, están a favor de la nacionalidad generosa, pero el voto, sólo para los que residen aquí. El PSOE tenía una postura más clara, no hacía distinciones, hasta que apareció la voz de ‘Pepiño’ Blanco que llegó a decir que no deberían tener derecho al voto ni en las municipales ni en las autonómicas y que sólo se les debería conceder tal privilegio en las generales y europeas. El PP siempre dijo lo mismo: los derechos son los que son, lo que hay que analizar es cómo se ejercen. Y eso fue lo que hicimos en la ponencia sobre el voto emigrante, en la que nos pusimos de acuerdo en no entrar a analizar los derechos –porque si no, no hubiésemos llegado a nada–, sino en cómo se ejercen los derechos que tenemos. Tanto Aymerich (por el BNG) como Leiceaga (por el PSdeG) mostraron una actitud negociadora y eso hay que valorarlo, porque es la primera vez en la historia que un Parlamento autonómico propone la modificación de la ley electoral de España. Y salió aprobado por unanimidad porque todos supimos dejar de lado unas cosas para potenciar otras que eran las que más nos interesaban, como eran el voto en urna, revisión de censos y regulación de las campañas electorales. Con eso buscábamos darle transparencia al voto de la emigración y evitar que fuera cuestionado, como así ocurrió en las pasadas autonómicas. Eso es lo que a mí me duele; me duele muchísimo cuando aquí se cuestiona el voto de la emigración en términos, a veces, irreproducibles, como cuando se abrían los votos de Pontevedra y se oyó a alguno decir: “Es intolerable que un cantante de tangos venga a ponernos al presidente de Galicia”. Hubo otros políticos que llegaron a decir que era “intolerable que el voto de la emigración cambiara el destino que se había dado el pueblo gallego”. Esas fueron palabras textuales de la señora Casal, portavoz del Partido Socialista en el Ayuntamiento de Pontevedra. Yo digo, si tenemos derecho a voto, el resultado hay que aceptarlo. Eso sí, lo que hay que hacer es darle transparencia, pero ese voto no puede ser cuestionado de ninguna manera, hay que arbitrar todas las medidas para que tenga el mismo respeto que el de aquí y si no se buscan las medidas, la culpa no la tienen los que votan. En el caso de la nacionalidad, nosotros [el PP] hemos mejorado la ley, ellos [el PSOE], también.
    Yo celebro cualquier disposición legal que favorece a los emigrantes, por muy pequeño que sea el número, y con la misma autoridad reclamo a los que dejan fuera. Bastaba con que dijeran que se ha hecho una reforma y que se va a seguir trabajando.
    P. Pero, ¿es justo que voten por el hecho de tener la nacionalidad?
    R. Es un problema complejo. No cabe duda de que existen fundamentos para el sí y para el no, lo que obliga a tomar una decisión política, que puede merecer mayor o menor credibilidad. Entre los fundamentos para que no, pues está el hecho de que da la sensación de que un señor desapegado de un territorio que ni conoce termine decidiendo quién lo va a conducir en desmedro de los ciudadanos que están aquí todos los días. Consecuentemente, no parecería lógico que disfrute de ese derecho. Pero, como contrarréplica, cabe decir que en el voto de las municipales, el más cuestionado, el voto es rogado, eso quiere decir que la persona se interesó en votar. Y que no me vengan diciendo que otros influyeron y le prepararon la carta, porque entonces los estamos tomando por tontos. Yo por tonto no tomo a nadie, tomo una verdad objetiva, hay una carta de un señor dirigida a su alcalde o a la junta electoral en la que pide los elementos para votar. Ahí hay un acto de voluntarismo respetable de por sí; ahí hay una verdad objetiva y no hay por qué desconfiar.
    Pero no todos están en esa situación. Hay muchas personas, por ejemplo, las que viven en Europa, que tienen casa en un ayuntamiento y vienen aquí dos o tres veces al año, y pagan sus impuestos en Galicia, cómo se les va a impedir que voten. Ocurre menos con los que van a América, pero no se puede pedir que voten unos sí y otros no. Eso no se puede hacer. En el PP, lo que no queremos son discriminaciones porque es lo peor que puede haber. Cuando se regula un derecho, lo más grave es discriminar, no hay cosa peor. Fue lo que les dije yo. ¿Ustedes dictan una ley donde saben de antemano que hay gente que queda fuera? Que luego durante el ejercicio de la práctica de la ley pueda haber gente que quede fuera..., hay situaciones que, a veces, las leyes no alcanzan, pero a priori, no se puede hacer así.
    La nacionalidad es el asunto más escabroso que tiene la emigración. Está comprendida sólo en cuatro artículos del Código Civil, de los cuales, dos corresponden a la ley del señor González, y dos, del señor Aznar, y somos, junto con San Marino y el Vaticano, los únicos estados de Europa que regulamos la nacionalidad en el Código Civil. Pero aquí hay más cosas que éstas, porque la reforma que se ha hecho tiene vigencia sólo para dos años, con prórroga para un año más. ¿Y después, qué? ¡Volvemos al régimen del Código Civil! ¡Porque la ley no derogó el Código Civil! ¡Está ahí dormido, pero vuelve!
    De pérdida de la nacionalidad no se habla nada, de los problemas de los que, para tomar la ciudadanía española tienen que renunciar a la propia, nada. O sea que esto fue un parche para sacarlos de apuros. Aquí no queda más remedio que desarrollar una ley de nacionalidad, con antecedentes en las distintas resoluciones que dictó el Consejo General de la Emigración. Si nos fuéramos a esas resoluciones tendríamos una ley perfecta. Y lo de la ley de nacionalidad no es que lo diga yo. En el Gobierno de Felipe González hubo un dictamen aprobado por unanimidad en el Congreso de los Diputados en el que ya se habla de la necesidad de elaborar una ley a este respecto que posibilite recuperar la nacionalidad española a los que están fuera y sus descendientes, mejor que introducir nuevos cambios en el Código Civil.
    Por último, y volviendo al derecho al voto, están aquellos otros que no tienen bienes, pero tienen cuentas bancarias aquí e intereses. Cómo se le va a negar a esa gente el derecho a votar.
    P. Pero sus nietos, ¿tienen sus nietos derecho a votar?
    R. ¿Y los nietos, qué?, ¿no son igualmente españoles?
    P. ¿Pero si sus preocupaciones están centradas en otro país...?
    R. Sí, pero te mandó un sobre pidiendo que quiere votar, y viene aquí. Hay gente que no está vinculada a esto. Yo lo comprendo, pero entre la colectividad en Buenos Aires, se pueden encontrar nietos que son más gallegos que yo. Entonces, ¿cómo se hace para distinguir entre los que están compenetrados y los que no? Porque hay gente aquí que tampoco va a votar. Hoy la gente en la emigración sigue el noticiario de Galicia igual que lo ves acá. Lo de que no se enteran de lo que pasa aquí creo que eso es un elemento que se utilizó para desvalorizar el asunto. ¿Dicen que no saben de qué va la cosa? ¡Qué les pregunten, a ver si no! Confieso que hay gente que no lo sabe, pero hay cantidad de gente vinculada a las instituciones y, aunque parezca mentira, a veces los nietos van más a las raíces que nosotros. Además, aquí hay una cuestión de fondo, ¿qué quiere Galicia y España de su emigración?, ¿quieren que perdure o quieren que concluya? Si se piensa que la sangre te da una proyección en el mundo no seas tan exigente; facílitalo. Lo que no se puede decir es que los nietos no saben. Eso no se puede generalizar así. Habrá nietos que no saben, otros saben más y otros saben mucho. Y no estoy mintiendo. Además, si no saben, lo que hay que hacer son programas para que sepan. Si gastamos tanta plata en tonterías, acerquémoslos. En definitiva, el problema de la emigración es que tendríamos que traer gente afín a nosotros. Porque el día en que el que venga no esté de acuerdo con tu estilo de vida, no será sólo su problema, será tuyo también.
    P. ¿Cree que después de las palabras del conselleiro de Presidencia en las que aseguraba que la reforma no excluye una ley de nacionalidad, está puede ser una realidad a corto plazo, o lo dijo para salir del paso?
    R. Lo que creo es que no se pueden hacer reformas periódicas de un asunto tan delicado. La ley de nacionalidad, para mí, es imprescindible, y este ‘zafarrancho’ obliga a que vayamos a una ley de nacionalidad. Yo no puedo creer que Méndez Romeu, que me parece un hombre sensato, haya dicho esto para salir del apuro, creo que lo utilizó políticamente, pero también te diría, convencido, de que piensa que es necesaria una ley de nacionalidad.