ENTREVISTA A JOSÉ MANUEL CASTELAO BRAGAÑA, DIPUTADO Y PORTAVOZ DE EMIGRACIÓN DEL PP EN EL PARLAMENTO GALLEGO

“El PP exige ahora la limpieza del voto emigrante porque puede decidir las elecciones gallegas”

Después de una legislatura intensa marcada por un acuerdo histórico entre los tres partidos con representación parlamentaria para reformar la ley electoral, Castelao Bragaña abandona su escaño de diputado en el Parlamento gallego y regresa de nuevo a su país de acogida: Argentina.
“El PP exige ahora la limpieza del voto emigrante porque puede decidir las elecciones gallegas”
 Castelao lleva con orgullo el haber sido el primer diputado de la Emigración en el Parlamento gallego.
Castelao lleva con orgullo el haber sido el primer diputado de la Emigración en el Parlamento gallego.

Después de una legislatura intensa marcada por un acuerdo histórico entre los tres partidos con representación parlamentaria para reformar la ley electoral, Castelao Bragaña abandona su escaño de diputado en el Parlamento gallego y regresa de nuevo a su país de acogida: Argentina. Atrás quedan cuatro años para el recuerdo, pero su adiós es sólo un adiós a la política, que le ha dado múltiples quebraderos de cabeza, aunque también infinidad de satisfacciones. Lleva con orgullo el haber sido el primer diputado de la emigración en Galicia y su adiós es también el adiós de un hombre que reconoce haber tenido el honor de poder trabajar en favor de los gallegos en el exterior, sus protegidos, a los que nunca va a permtir “que se les descalifique”.

 

Pregunta. ¿Qué se puede hacer por la emigración en cuatro años de legislatura?
Respuesta. Primero, el solo hecho de mirar para una banca y saber que allí hay un emigrante ya es una seña física. Así como hay diputados que son de la comarca del Barbanza o del Deza, hay un diputado que ya no es de una comarca, es de la emigración. Curiosamente, hay que reconocerle a Fraga que haya propiciado el caso del primer diputado de la historia de España que viviendo en el exterior, ocupa un cargo en el Parlamento de Galicia. ¿Y a qué lleva eso? Lleva a una identificación física, porque, aunque técnicamente yo no sea un diputado de la emigración –porque aparezco en la lista como un diputado más–, aquí todo el mundo se refería a mí como el diputado de la emigración; y segundo, que ese diputado de la emigración, si tiene un tinte de responsabilidad, traerá al Parlamento las vivencias de ese mundo, que es lo que he pretendido hacer yo, más allá de los resultados que haya podido obtener. Y de qué manera lo trae, lo trae con el lenguaje del que es emigrante, porque es probable que uno que está aquí lo pueda hacer igual o mejor, pero esa puntita de sentimiento, ese toque, sólo se lo puede dar ¡no Castelao!, ¡cuidado!, ¡y que quede claro!, sino cualquier otro emigrante.
    Yo lo que lamento es que no haya habido otro diputado de la emigración, aunque no fuera de mi partido, porque la carga hubiera sido más fácil de llevar.
    Después, el resultado, si no es el óptimo –porque en la vida no en todo se puede llegar a lo óptimo– ha sido el posible; y si no ha sido mejor es porque yo también tengo que asumir mis propias limitaciones; y tuve que asumir que formaba parte de un mundo que es el diez por ciento de Galicia y que había asuntos que exigían una mayor premura, porque representan al noventa por ciento.
    Pero la emigración tuvo en este tiempo una presencia que nunca había tenido en el Parlamento de Galicia, porque se dio la circunstancia de que vino un emigrante, y cuando venga otro, seguramente va a ser mejor todavía. No tengo duda. Ojalá en las próximas elecciones haya gente que venga de la emigración. Que se cumpla aquel punto del Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior que habla de incluir en las listas de los partidos a los emigrantes. Sí, pero que se haga en puestos aceptables.
P. El problema es que no todo el mundo está dispuesto a abandonar su actividad profesional en el exterior para dedicarse a defender los intereses de la emigración en el Parlamento.
R. Eso dependerá de cada uno. A mí, que soy una persona muy afortunada, me llegó la oportunidad en el mejor momento de mi vida, debo reconocerlo. Cuando me iniciaba profesionalmente y no estaba estabilizado no hubiera podido hacerlo. Aunque me gustó y me gusta.Yo lo he disfrutado intensamente y me he emocionado muchas veces porque la emigración tiene su base en ese plus de emoción que tienen que vivir los que la representan. Repito, en el Parlamento debería haber más voces de la emigración. Y lo que digo no va en desmedro de los portavoces del PSOE y del BNG, porque, tanto la señora Soneira como el señor Tabarés se han portado excelentemente bien conmigo, pero también creo que el respeto no fue hacia mi persona, sino hacia la emigración.
P. Además de haber servido como referente para la emigración, ¿cuáles han sido sus aportaciones en estos cuatro años como diputado?
R. Hice propuestas de todo, para mejorar pensiones –los resultados, a veces, no son los que uno busca, pero yo las he hecho–; sobre sanidad; sobre nacionalidad; sobre voto; para la aplicación de la ley de dependencia en el exterior. Hice una propuesta recientemente para que le concedieran también a los emigrantes los 200 euros extraordinarios que otorga el Gobierno. Me la negaron, entonces alegué que no todos los gallegos eran iguales, que unos eran más iguales que otros, y cuando me dijeron que se podía producir un desequilibrio, porque los 200 euros no son lo mismo en Cuba que en Buenos Aires, recordé que cuando se empezaron a pagar las pensiones no contributivas se halló un coeficiente para pagar en todos los lugares un equivalente.
    Yo hice propuestas en todas aquellas materias que, a mi criterio, había que impulsar; integré la comisión de emigración; tuve el honor de que mi grupo me hubiese nombrado portavoz de emigración en el Parlamento gallego –lo cual, no deja de ser también un reconocimiento a la emigración–; e integré la comisión de investigación del caso ‘agente electoral’ como secretario de mesa.
P. Antes que diputado fue presidente del Consejo General de la Emigración –hoy denominado Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior–, ¿en cuál de los dos puestos se sentía más comódo?
R. Es imposible elegir, porque son cosas diferentes, y como cosas diferentes, también devuelven cosas diferentes. El Consejo me dio una visión de la emigración en el mundo con sus necesidades; es como si te ponen la emigración en una pantalla. El Parlamento me resultó más cercano, ya no era un mundo el que me ponían delante, era mi Galicia; parecía que yo estaba dialogando con lo que representaba, que yo lo veía. En el Consejo me daba la sensación de que yo estaba hablando del mundo; en el Parlamento, que estaba hablando de mis gallegos, de nuestros gallegos.
P. Como ex presidente del Consejo y ahora como conocedor de la política activa, ¿cree que es posible llevar a la práctica las demandas de este organismo en favor de la emigración?
R. Absolutamente todas, nada es descabellado. Cuando algún día se habló de dar pensiones no contributivas, aquello parecía un disparate. Hay ideas que en un primer momento parecen desencajadas, pero el mundo evoluciona de tal manera que lo que ayer parecía un imposible, mañana es obvio. Máximo en un país en constante evolución como es el caso de España. Yo soy un permanente crítico de la política de España y de Galicia hacia el exterior; siempre he criticado, siempre he pedido, porque para eso estoy, pero también soy agradecido, porque siempre mañana va a ser mejor que hoy. España es el único país del mundo que da a sus ciudadanos en el exterior pensiones y sanidad, no en la cantidad y con la eficiencia que queremos, pero la voluntad de darlas está allí, y eso hay que agradecerlo. Yo no vine al Parlamento a destruir, a decir que lo que se había hecho estaba mal, sino a reconocer lo hecho y pedir que se mejore. Esa fue mi misión y la gente que me rodeaba así lo entendió.
P. ¿Por qué el PP se preocupa más ahora por la limpieza del voto emigrante que cuando estaba en el Gobierno?
R. Porque no tenía la incidencia que tiene ahora. Todos sabemos que el exterior puede decidir las elecciones gallegas. Hay dos comunidades en esa situación: Canarias y Galicia. Y, en la medida en que el voto vaya a tener incidencia en el Gobierno final, hay que pedir limpieza. Porque si aquí un partido ganara con mayoría cuarenta a veinte no estaríamos discutiendo eso, pero estamos viendo que la diferencia partidaria se acotó tanto que el voto emigrante puede ser decisivo. En las anteriores elecciones estuvimos a las puertas de que eso ocurriera y hay que abrir el paraguas antes de que llueva.
Como gallego y emigrante pienso que ojalá la emigración no decida el voto de Galicia. Antes de venir a Galicia pensaba lo contrario, para que nos hicieran caso, pero ahora, cuando veo los cuestionamientos al voto exterior, por el respeto, el cariño y por el hecho de que formo parte de esta gente –a la que lo único que no voy a permitir es que se la descalifique–, mi deseo es que no sea la emigración la que lo determine. Ojalá la noche de la elección Galicia tenga ya un gobierno definido, el que sea.
P. ¿Tanto daño le han hecho las referencias negativas a la emigración?
R. Sin duda, profundamente. Estar en una comisión y escuchar a alguien decir que en Buenos Aires son tan efectivos para votar que votan hasta desde el camposanto, a mí me duele como si me pegaran un chaquetazo. Porque eso es tratarnos a todos de tramposos, de mafiosos, y nadie tiene ese derecho. Porque, yo tampoco puedo decir que lo que ha ocurrido en la emigración ha sido todo santo, pero también pasó aquí. ¿Aquí no iban en autobuses a buscar a la gente para votar?; en la emigración también pudo haber cosas. Lo que digo es que, mientras aquí las cosas mal hechas tienen nombre y apellido, cuando ocurren en la emigración hechos similares se descalifica a toda la emigración. Porque es probable que en el exterior hayan votado por algún muerto, pero de ahí a decir que votan por todos los muertos...
Hace años vine aquí como presidente del Consejo General de la Emigración y dije algo que luego circuló mucho; dije que el sistema fallaba; que no era bueno; que podía dar lugar a que alguien tuviera un amigo en correos, arreglara y se llevara una saca de votos a su casa. Yo lo dije así, yo no dije que ocurría; dije que el sistema daba para eso. Y da. Y agregué en aquel momento: Pero esto, quién es el responsable, ¿los que están allí? No. Los que tienen que tomar las determinaciones políticas, que son los que están entre estas cuatro paredes. Aquí es donde está la responsabilidad, no la busquemos en el exterior, busquémosla aquí. Y han pasado cuatro años y estamos igual. Lo dije la primera vez que subí al Parlamento; dije que iban a llegar las próximas elecciones y que íbamos a estar igual que estábamos antes. Y estamos.
P. ¿No le consta que se hayan podido utilizar sacas con votos?
R. No, para nada. No lo puedo creer. Además, hasta sería un absoluto descrédito que no tengo derecho a usar contra el país que me cobija. Si lo supiera de Argentina, lo diría, con mucho dolor, pero prefiero no saberlo, porque a esta tierra le debo todo, y no puedo creer que haya gente tan indecente. Pero lo que hay que grabarse es algo claro, especialmente los que hemos abrazado la carrera de derecho: que donde hay conductas humanas hay conductas regulares e irregulares. Entonces, lo que hay que hacer es una legislación para evitar que haya conductas irregulares; porque el ser humano es falible; somos falibles.
P. ¿La propuesta de Feijóo de exigir que los emigrantes presenten fotocopia del DNI o del pasaporte para votar le parece asumible?
R. Si bien no cubre todo el espacio, porque no lo cubre, sí añade un plus para evitar que alguien manosee el voto. Aparte, no sería ninguna barbaridad. Acá se tomó como si el señor Núñez Feijóo hubiese descubierto la pólvora. ¡Pero si cuando se pide el voto para las elecciones municipales hay que mandar una fotocopia del DNI o pasaporte! No sé por qué se enojaron tanto, porque la propuesta, aunque no acaba con el problema, ayuda. Y Touriño le responde que hace la propuesta porque tiene miedo a perder, pero ¡qué ridiculez! Por qué el voto emigrante no puede ser también para él.