Nacida en Estados Unidos hace 38 años en el seno de una familia de origen ourensano

Jennifer Martínez, protagonista de un fatídico final en Hawái para un viaje de novios de ensueño

Jennifer Martínez Fernández nació en Estados Unidos hace 38 años en el seno de una familia muy unida de origen ourensano. Sus padres Francisco Martínez y María del Carmen Fernández Quintas, naturales de Vieiro de Cartelle y de Berredo (La Bola), emigraron muy jóvenes a New Jersey (EE UU).

Jennifer Martínez, protagonista de un fatídico final en Hawái para un viaje de novios de ensueño
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Jennifer Martínez y su hermano Joe.

Francisco estuvo durante medio siglo y María del Carmen lleva unos 47 años aproximadamente. Él cruzó el gran charco solo y unos tres años más tarde partió su mujer acompañada por su hijo de tres meses, Joe. Él trabajó en obras públicas y ella en una fábrica de empacar todo tipo de sobres de cartas. Como tantas historias de la emigración, ésta también ha sido una vida de entrega y sacrificio en busca de un futuro prometedor.

Siete años más tarde de pisar suelo americano llegó al mundo una hermosa y deseada niña de grandes ojos y eterna sonrisa llamada Jennifer. Ella y Joe, aunque se llevaban siete años de diferencia, han sido unos hermanos muy unidos que guardaron siempre una estrecha y especial relación de confidentes y de amigos. Se complementaron siempre a la perfección hasta el punto de convertirse en uno solo. Una pareja de hermanos para los que Francisco y María del Carmen empeñaron su vida con la intención de verlos crecer así de felices, formarse y abrirse camino en la vida.

El tiempo y el trabajo bien hecho en la unidad familiar dio sus frutos y Joe y Jennifer son el modelo de la mejor tarjeta de visita que unos padres pueden ofrecer al mundo. Joe, además de poseer una vena artística muy creativa que plasma en cada uno de sus cuadros y diseños textiles, trabaja en una empresa farmacéutica que produce el medicamento que inyectan en los ojos del paciente durante una intervención. Él prepara las dosis, las distribuye y está presente durante la operación. Su hermana estudió enfermería para continuar más tarde con la formación de médico de cabecera, la cual acabó en el mes de diciembre y se graduaba en mayo.

Joe vivió durante varios años en Los Ángeles, pero la morriña por el calor familiar lo hizo regresar a New Jersey. Jenny, a la que su familia comparaba con Jennifer López, aunque a ella no le gustaba mucho, desarrolló toda su vida en la misma ciudad. Siempre destacó por su enorme sonrisa, su carácter alegre y divertido, educada, guapa, muy coqueta y su pelo siempre impecable. Todas las mañanas salía a correr de 10 a 15 kilómetros. Sin duda, el carácter disciplinado y responsable la acompañó siempre. Según su familia era preciosa por dentro y por fuera. Esta cualidad no pasó desapercibida para José Luis Chávez, un joven venezolano de 30 años y natural de Ulfe. Un hermano de José Luis y una prima de Jenny, que son novios, fueron el punto de encuentro que dio pie a una bonita e intensa historia de amor entre dos tierras. A través de ellos fue que José Luis y Jenny se conocieron y empezaron a rellenar juntos las páginas en blanco de una nueva vida con ellos como protagonistas. Mantuvieron una relación a distancia durante tres años con alguna que otra escapada por el casco histórico medieval de Celanova. Una relación marcada por las nuevas tecnologías.

El enamorado venezolano se mudó a la casa de su hermana para poder tener mejor acceso a internet y, así, una mejor comunicación por videollamada con el amor de su vida. Entre la diferencia horaria y los minutos de charla que se convertían en largas horas, a José Luis poco tiempo le quedaba para dormir. Después de tres años se mudó a Estados Unidos y en agosto del 2021 contrajeron nupcias. Una boda preciosa, el colofón de fiesta perfecto para una historia de amor llena de felicidad y satisfacción para ellos y para sus familias testigos de tanta dicha.

Quién iba a decir que tanta alegría tenía los días contados…

Ella estaba radiante y tan feliz; él tan sonriente y enamorado…

En el mes de septiembre, Francisco, el padre de Jenny, murió a causa de un ictus fulminante. Francisco y María del Carmen estaban jubilados y pasaban largas temporadas en Galicia y otras en su casa de New Jersey. Ocurrió en Ourense. Tanto Joe como Jenny, viajaron urgentemente a Galicia destrozados para el funeral del que había sido el puntal y referente en sus vidas. Fue una noticia muy difícil de asimilar, principalmente para Jenny que decidió aplazar su soñada luna de miel.

El 28 de febrero de 2022, la pareja de recién casados decidió retomar el viaje de novios y se fueron a Hawái para disfrutar de unos días de descanso y de desconexión. El 1 de marzo, un hermoso día más de felicidad para una joven y prometedora pareja, la luna de miel se convirtió en desasosiego y muerte. En cuestión de minutos las páginas del libro que habían comenzado a escribir juntos se desvanecieron en las playas de Hawái y la eterna sonrisa de una joven tan vital como era Jenny desapareció en las profundidades del océano pacífico.

Hawái es un archipiélago que conforma uno de los estados insulares de Estados Unidos y representa uno de los destinos turísticos más importantes de la Polinesia. Los jóvenes gallegos se adentraron en las aguas de la playa Koki Beach en Hana (Maui) para disfrutar de un baño y en cuestión de segundos fueron atrapados por una corriente de resaca. Las corrientes de resaca o de retorno son corrientes superficiales que se dan en el mar de manera perpendicular a la costa. Su origen tiene lugar en la orilla una vez que las olas rompen y vuelven mar adentro excavando poco a poco la arena. Las olas aprovechan el recorrido más corto generando una corriente succionadora. Que el mar puede ser muy traicionero y que se debe estar atento a las señales que envía es un hecho. Estas corrientes pueden aparecer cualquier día y en cualquier playa. Se debe desconfiar de las zonas con oleaje en calma. Son una de las principales causas de ahogamiento en las playas y cada año mueren gran cantidad de turistas como Jenny. Una realidad escrita a voces a través de carteles que los propios lugareños cuelgan por la zona en forma de aviso hartos de que no se le dé visibilidad a tanta desgracia y ante la impotencia de que las autoridades pertinentes no tomen cartas en el asunto y señalicen adecuadamente las costas.

El turismo es la principal fuente de ingresos de la isla y se presume que existe un temor por informar de tal peligro y que esta llamada de atención cause miedo y recelo entre los visitantes y dejen de vacacionar en la isla. Existen estudios en los que a un nadador profesional le costaría muchísimo salir ileso de un tipo de corriente así.

Jenny era una persona muy cauta y responsable y su familia está segura de que si ella viese carteles o señales de advertencia no se hubiese metido en el agua. La familia considera que es un error no señalizar la costa y advertir de los peligros que encierran sus playas para que los turistas puedan ser más cautelosos y poder evitar la infinidad de muertes que se producen cada año.

El cuerpo sin vida de Jenny pudo ser rescatado del agua y su familia pudo despedirla, pero la realidad es que la mayoría de las familias que han perdido a un ser querido en estas aguas no tienen un cuerpo al que velar.

Jenny fue una persona feliz, llena de vitalidad, de ilusión, con ganas de construir, de luchar por su futuro, con toda una vida por delante al lado del amor de su vida. Una vida truncada el fatídico 1 de marzo de 2022 por una desconocida corriente de resaca que, quizás con las advertencias adecuadas, se podría haber evitado. Una maravillosa y eterna sonrisa se apagó en las aguas de Hawái, pero ojalá sirva para que otras familias no dejen de sonreír.