Tribuna Abierta de Dionisio Sola

Elecciones y lecciones

El proceso electoral, además de ser la más importante herramienta del sistema democrático de gobierno, es un elemento didáctico de primer orden tanto para electores como para los elegidos, y es eso lo que primero podemos observar en estas muy recientes elecciones europeas.

El proceso electoral, además de ser la más importante herramienta del sistema democrático de gobierno, es un elemento didáctico de primer orden tanto para electores como para los elegidos, y es eso lo que primero podemos observar en estas muy recientes elecciones europeas.

La voluntad del elector no se expresa solamente en la acción de manifestar el deseo de escoger a los que gobiernen, sino que también puede representar el inconformismo con el actual momento político, y, en este caso, el voto se transforma en la expresión de rechazo y castigo, no solo al gobierno de turno, pero también al conjunto de partidos que disputan el protagonismo de la escena política actual. De este modo se puede explicar la enorme pérdida de escaños que sufrieron populares y socialistas en los comicios europeos en España. Entre ambos han perdido 17 diputados en el Parlamento de Europa.

El castigo, en el caso del PP, se debe a la incomprensión de los votantes a las duras medidas que el gobierno impuso al sistema, necesarias para la recuperación económica, y que no fueron entendidas por una parcela de los votantes, porque se vieron muy afectados por las mismas, o porque están convencidos de que no fueron las más adecuadas. En el caso del PSOE, la explicación estaría en el desencanto de sus partidarios por el débil y errático proceso de oposición política que ejerce la agremiación en el escenario nacional, y que no le concede altura suficiente para enfrentar al gobierno de mayoría absoluta del PP.

En ambos casos, para escoger la representación política en Europa, pesaron mucho más las cuestiones internas que la visión europeísta que sería la que debiera conducir el acto de votar en favor de uno o de otro. Y eso se debe en gran parte a los propios partidos que en las campañas europeístas prefirieron darle más énfasis a las cuestiones nacionales que a los problemas que afectan al conjunto de los gobiernos europeos.

Una de las consecuencias desagradables e indeseables de ese procedimiento fue el desvío del voto en favor de partidos de extrema derecha o izquierda que no lograrán representación en el parlamento suficiente para influir en las decisiones de fondo que deben administrar la actual crisis europea.

Un voto de castigo sin grandes consecuencias prácticas pero que sirve de alerta y de lección para el futuro comportamiento de los partidos con vistas a las próximas elecciones autonómicas y nacionales.