DÍA DE LA HISPANIDAD

El Consulado de España y el Instituto Cervantes de Hamburgo celebran juntos el día de la Fiesta Nacional

Unas trescientas personas acudieron el pasado 12 de octubre al Instituto Cervantes de Hamburgo, donde, por segundo año consecutivo, el Consulado de España celebró el Día de la Hispanidad, en colaboración con la institución cervantina.
El Consulado de España y el Instituto Cervantes de Hamburgo celebran juntos el día de la Fiesta Nacional
 Joaquín Pérez-Villanueva conversa con varios representantes de la comunidad española.
Joaquín Pérez-Villanueva conversa con varios representantes de la comunidad española.

Unas trescientas personas acudieron el pasado 12 de octubre al Instituto Cervantes de Hamburgo, donde, por segundo año consecutivo, el Consulado de España celebró el Día de la Hispanidad, en colaboración con la institución cervantina.
El cónsul general, Joaquín Pérez-Villanueva, y la directora del Instituto Cervantes, Helena Cortés, recibieron a los invitados, entre los que se encontraban los cónsules de los países iberoamericanos y otros representantes del Cuerpo Consular de Hamburgo, así como políticos hamburgueses y otras personalidades del sector cultural y académico de la ciudad. Por primera vez asistieron también representantes de la comunidad española de Hannover, demarcación consular incorporada ahora a la de Hamburgo, tras el reciente cierre de aquel Consulado.
La directora del Instituto Cervantes saludó en primer lugar a los asistentes, agradeciendo especialmente a los representantes de la ciudad de Hamburgo y del mundo cultural y académico, tanto alemanes como iberoamericanos, la buena acogida dispensada a la institución desde que abriera sus puertas en la Casa de Chile, en enero de 2009, reconociendo que el apoyo prestado había sido decisivo para alcanzar sus metas y que ya a finales de este año contarían con 2.000 alumnos.
Al lado, los participantes en las diferentes actividades culturales del centro y usuarios de la biblioteca señalarían el interés por la cultura hispana en la ciudad. Celebró especialmente que casi cada semana recibieran clases de español de los diferentes centros de enseñanza de Hamburgo, lo que ofrecía la posibilidad a los escolares de tomar contacto con otros círculos culturales, haciéndoles más abiertos y tolerantes.
Resaltó luego la importancia de la Fiesta de la Hispanidad para los institutos Cervantes, en la que se conmemora la llegada de Colón a América y con ella, el comienzo de una gran comunidad cultural que hoy abarca 21 países con más de cuatrocientos millones de personas hispanohablantes en el mundo. “Yo les invito a entrar a formar parte en esa gran comunidad”, dijo, instando  también al público a visitar la actual exposición sobre el Camino de Santiago y a participar en otras actividades culturales del centro.
Aunque el Instituto Cervantes partió de una iniciativa del Estado español, Helena Cortés explicó que no se trataba de un Instituto de la cultura española, sino de la lengua española, por lo que englobaba a todos los hispanohablantes del mundo, que con sus diferentes acentos y peculiaridades marcaban la diversidad de sus procedencias y conformaban la riqueza de la “cultura mestiza”. Comentó también cómo el idioma español apenas tendría importancia hoy si no fuera además el idioma de Latinoamérica. En ese contexto, citó la frase del escritor cubano Cabrera Infante, no falta de humor, que decía que “el idioma español era demasiado importante para dejarlo en manos de los españoles”.
Para terminar, recordó la todavía reciente inauguración oficial de ese Instituto, el pasado mes de junio, y las palabras que el Príncipe de Asturias pronunciara con esa ocasión, relativas a las lenguas de Cervantes y Goethe.


Historia y crisis

Después de saludar a las personalidades asistentes y agradecer a la directora del Cervantes su colaboración, el cónsul recordó por qué se conmemoraba este día. “La fecha del 12 de octubre recuerda, como saben, el comienzo del encuentro de dos mundos que hasta entonces se eran desconocidos”, dijo, un encuentro que no había pasado sin dolor, ya que la humanidad no había aprendido a confrontarse con otras civilizaciones y descubrirse mutuamente de forma pacífica.
Además de la lengua común, el cónsul aludió a otros legados hispanos en los países de Latinoamérica, mencionando entre ellos la catedral de la ciudad de México, la iglesia de Quito y la universidad de Córdoba en Argentina, fundada ya en 1616.
Tras esa breve incursión en la historia, su discurso se centró en el presente, refiriéndose a la difícil situación que atraviesa España en estos momentos. Comentó cómo, actualmente, el descontento y la desconfianza en los líderes políticos se extienden entre los ciudadanos y cómo las fórmulas para sacar al país de la crisis siguen provocando controversia entre expertos y políticos, obstaculizando el proceso.
Advirtió que cualquiera de las posibles soluciones que se tomaran conjuntamente para atajar esta crisis, exigiría de los españoles el esfuerzo y los sacrificios que también “otros pueblos en nuestro continente han tenido que hacer y siguen haciendo”, argumentó el diplomático. “La profunda crisis en mi país tiene varios componentes”, continuó, para unos sería una crisis de creencia y viabilidad del sistema político, una crisis política; otros pensarían que “nuestra democracia” no puede ya dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos y que sería necesario hacer  una reforma de base, pero sería también una crisis económica y, mucho más, financiera. En cierto modo, se trataría de una crisis de confianza en Europa y en el euro.
En ese sentido, mencionó cómo a las pequeñas y medianas empresas, “que en nuestro país, igual que en Alemania, generaran el 60 por ciento de los puestos de trabajo”, se les había suprimido la financiación sin miramientos, y eso a pesar de trabajar con perfecta eficiencia y ser capaces de sobrevivir por sí mismas, recalcando que no se trataba únicamente de las empresas que prestaban servicios al sector inmobiliario.
Pérez-Villanueva recordó cómo la idea de Europa estaba, o por lo menos había estado, profundamente arraigada en la opinión pública española, “Europa era para nosotros un puerto al que llegamos con retraso”, pero que significaba la modernidad, el progreso y la integración en un sistema de derechos y libertades comunes que auguraban paz y bienestar. Pero habría sido “mala suerte” el que la crisis nos hubiera sorprendido en el momento de nuestra integración en el que las instituciones y el sistema financiero de los países miembros de la Unión todavía no eran iguales.

Más, y no menos Europa
Los problemas de los países comunitarios “tienen que ser resueltos por todos, y no únicamente por solidaridad o generosidad”, dijo el cónsul en su extendido discurso, pues serían, en realidad, problemas propios del sistema y de las instituciones comunes. La complejidad del proceso de integración europea, que supondría para los Estados que conforman la UE perder  un poco de su autonomía en favor de las instituciones y actuaciones colectivas, impediría una reacción más ágil a la hora de tomar conjuntamente iniciativas para corregir la crisis, lo que ve como consecuencia lógica de que todavía no seamos una unidad federativa, ni Bruselas el gobierno de la Unión Europea, con todas las responsabilidades que tradicionalmente corresponden a un Estado soberano.
De la crisis se habría aprendido, posiblemente, que no es “menos Europa”, sino precisamente lo contrario, lo que nos iba a sacar de la grave situación actual y ayudarnos a que algo así no se repitiera en el futuro. “Nuestros gobiernos comienzan justamente con nuevos mecanismos de coordinación europea”, dijo, “conscientes de que juntos encontraremos las soluciones que individualmente no serían posibles”, “nos queda ahora reconstruir la economía española y crear puestos de trabajo”, para corregir la dramática dimensión alcanzada por el paro “y lo vamos a conseguir”, afirmó rotundamente, recordando que España ya había sido capaz de superar otras etapas difíciles en su historia reciente. La ejemplar transición de la dictadura a la democracia; la integración del país en la Comunidad Económica Europea en 1986; el cumplimiento de los criterios exigidos para la introducción del euro en 2001; el desarrollo industrial y económico que situara a España, en 2006, como octava potencia económica mundial, o la eficiente acción contra el terrorismo con los instrumentos del Estado de derecho, con lo que se estaría logrando acabar con una de las bandas más mortíferas del continente, serían algunos ejemplos de ello. “Hemos demostrado que somos capaces de alcanzar metas difíciles”, dijo para terminar el cónsul, y se mostró confiado en que también esta vez se superasen las dificultades, no solos, pero con el apoyo de “nuestros amigos alemanes” y de los demás países hermanos en la UE.