“Una de las ceremonias más importantes o fundamentales en la Regla de Ocha es hacer el ‘omiero’, el líquido lustral, compuesto por las yerbas que llevan los ‘orishas’. Esta ceremonia es muy bella y fundamental en el asiento o iniciación de un nuevo religioso, siendo ‘Osaín’ el que la preside, como dueño absoluto de montes, yerbas y bejucos. Le dedicamos el siguiente rezo: ‘Osaín alawo ewe-ko’… Es decir: ‘Osaín, dueño del color verde de las plantas, que no pase nada malo; que no haya ni muerte, ni enfermedad ni sangre, ni desvergüenza. Salud y suerte, Osaín, dueño de la manigua, mi padre’. ‘Orisha’ de la Naturaleza, la Naturaleza misma, cazador que con un solo pie, un solo brazo, ligero como el viento, maneja los arcos y las flechas con la misma maestría de un profesional, tuvo estas pérdidas por culpa de ‘Oyá’, que lo embriagó ofreciéndole el aguardiente tan querido y gustado por este ‘orisha”, escribe la reconocida etnógrafa cubana Natalia Bolívar Aróstegui en su obra Cuba. Imágenes y relatos de un mundo mágico, Ediciones ‘Unión’, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, El Velado, Ciudad de La Habana, 1997.