Estamos en las islas Cíes, en plena Ría de Vigo, expectantes ante el anhelado título de “Patrimonio de la Humanidad” que otorga la UNESCO, árbitro de la Cultura europea. Si ahora deseamos continuar con el sabor de su Historia, habrá que evocar cómo durante la primera mitad del siglo XIX llega a ser pacífica la situación, tras las pertinaces incursiones de corsarios y piratas en las viejas “Illas Siccas”, esto es, “Islas Secas”, de abolengo latino. La sombra de Francis Drake –el pirata inglés– era ya un pretérito de saqueo y devastación en las aguas atlánticas.
Las Cíes albergan su génesis –entre otros procesos– en movimientos tectónicos –elevaciones y hundimientos de bloques– asociados al origen de las Rías Gallegas, acontecidos desde mediados del terciario o cuaternario, esto es, hace millones de años. El sustrato geológico está constituido, casi en su totalidad, por el granito de dos micas. Si consideramos el relieve de las islas, éstas nos ofrecen dos vertientes cuyas características morfológicas son diferentes. La vertiente occidental conforma la costa abrupta de las islas, donde la acción erosiva del mar da lugar a altos acantilados y cuevas, en lengua gallega denominadas “furnas”.
He ahí la ría de Arousa. La más extensa y grande del mundo con una longitud de 33 quilómetros; 4,5 quilómetros de ancho en la boca sur –desde la isla de Sálvora a la península de O Grove– y 3,5 quilómetros en la boca norte –entre Sálvora y Aguiño, en Ribeira–; con 69 metros de profundidad máxima. Con nosotros, numerosos islotes y arrecifes que intervienen, al igual que la propia isla de Sálvora, al modo de ‘rompeolas’ naturales. Accidentada costa, rodeada por montes de notable altura, que descienden hasta puntas bajas y rocosas. Entre ellas, se abren playas y playas, alguna de enorme tamaño y superficie.
‘As Catedrais’ es estimada como una de las más seductoras playas de Europa. Mágico encuentro de la roca y la mar infinita. Arquitectura pétrea de índole natural. Tesoro de océano y montaña, la Naturaleza otorgó a la costa norte de Galicia los beneficios ya de artesanía y cultura, ya de gastronomía y tradición. Ocasos casi perennes desde la ría azul lucense de Ribadeo. Si lo deseamos, nos dirigimos desde ‘As Catedrais’ hacia Rinlo y la Isla Pancha. Esplendorosa población de Barreiros. Paraíso del percebe, las temidas olas del Rinlo.
“Este abandono del aspecto religioso de la conquista, debido sobre todo a la influencia alemana, fue una de las causas principales del largo período caótico que padeció Venezuela, en contraste con el desarrollo orgánico de Nueva España y del Perú.
“A principios do século XX inícianse en todo o mundo movemientos culturais que van orixinar unha alteración vital na arte de construír. Os grandes cambios que se producen no desenvolvemento social e económico, co creciente aumento das poblacións urbanas, as novas técnicas e materiais, van modificar a concepción, a estética e a función da arquitectura. O formigón armado, o ascensor de seguridad de ‘Otis’, a utilización do Ferro e o cristal, van conseguir que ‘o técnicamente viable’ alcance límites insospeitados. Acostúmase a considerar a fábrica de formas de calzado ‘Fagus’ en Alfeld (1910 1914) de Gropius, Mayer e Werner como a obra emblemática que determina o nacemento das vangardas racionalistas en Europa. Como sinalaba o propio Gropius ‘os modernos productos de construcción’ como o ferro e o cristal, coa súa nudez, queren aparecer como elementos corpóreos da arquitectura”, escribe Ignacio López-Chaves Castro, ‘concelleiro-delegado’ ‘da Área de Asuntos Sociales’ del Ayuntamiento de Vigo, texto perteneciente al libro ‘Arquitectura racionalista en Vigo’ cuyo autor es José Luis Varela Alén.
“El tirano Aguirre, robusto vizcaíno, era una de las figuras más representativas de la historia de las Indias. Miembro relativamente subordinado de una expedición de cuatrocientos hombres y cuarenta caballos que Cañete, virrey del Perú, mandó a explorar el Marañón, al mando del navarro Ursúa, Aguirre logró trepar hasta el mando absoluto de la expedición mediante una serie de asesinatos audaces”, escribe el insigne historiador y escritor Salvador de Madariaga Rojo en su imprescindible obra Bolívar, Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1951, segunda edición, Madrid, 1975.