El grupo de teatro del Centro Burgalés de Buenos Aires presentó su obra en la Biblioteca Nacional

El grupo de teatro experimental del Centro Burgalés de Buenos Aires presentó en la sala Jorge Luis Borges, de la Biblioteca Nacional, el sainete ‘Con vientillo del tiempo e Ñaupa’, de Alberto Vacarezza.

La presentación del grupo, que dirigen Teresa Linage, como coordinadora teatral, y Lury Iglesias, como coordinadora grupal, tuvo lugar el lunes 4, a las 19,00 horas, y puso en escena a 15 actores y actrices y dos bailarines.

La obra se desarrolla en el patio de un conventillo porteño del 1.900 en el que conviven inmigrantes europeos, guapos, malevos, compadritos y muchachitas de barrio.

 Allí, porteños e inmigrantes italianos, españoles, turcos y rusos comparten desafíos, anhelos y esperanzas.

“Lo que refleja este sainete –explicó Teresa- es la realidad de una época, las corrientes inmigratorias, el hacinamiento, las grandes dificultades por el idioma, la diversidad y amplitud de culturas  y la incertidumbre por el futuro, en un presente bastante doloroso”.

El Sainete

Los subgéneros dentro del teatro pueden dividirse en mayores (tragedia, drama y comedia) y menores (auto sacramental, sainete y entremés). Los primeros son representaciones complejas de varios actos; mientras que los segundos son más breves ya que se desarrollan en un sólo acto. Además, son piezas que se enmarcan en el género dramático pero que tienen un contenido jocoso.

El sainete valenciano

El sainete valenciano pretendió ser un reflejo de la vida social de la  Comunidad Valenciana de los siglos XVII al XX. En él se representan las costumbres y vivencias de las clases bajas que, de manera recurrente, hablaban en valenciano, mientras que las clases altas lo hacían en castellano. Entre los sainetistas valencianos más destacados encontramos a  Eduardo Escalante, Josep Bernat u Baldoví y Francisco Palanca Roca.

El sainete criollo

En Argentina, el sainete se presenta combinado con las formas del circo, dando como resultado una forma original que toma el nombre de sainete criollo. Este género teatral, que se afianzó a principios del siglo XX, se caracterizó por reflejar las costumbres de vida en los conventillos, conjugando humor, conflictos pasionales y tragedia. Entre los sainetistas argentinos encontramos a: Carlos Pacheco, Alberto Vacarezza, Florencia Sánchez, Gregorio de Laferrere y Roberto Payró.

Alberto Vacarezza

Bartolomé Ángel Venancio Alberto Vacarezza, nació el 1 de abril de 1886 y falleció el 6 de agosto de 1959.

Fue poeta, escritor y artista popular. Recrea el sainete, un género ‘chico’ que retrata las miserias y avatares, alegrías y sufrimientos de la clase trabajadora que vivía hacinada en los conventillos porteños a principios del siglo XX.

Compañero de escuela y amigo de Armando Discépolo, ambos pintaron la realidad de los arrabales porteños, uno de ellos, desde el sainete; el otro desde las letras de tango.

Alberto Vaccarezza escribió unas 200 obras, entre ellas, letras de tango, zambas, canciones, poemas y piezas teatrales.

Como Luís César Amadori, Manuel Romero y Mario Battistella, Vacarezza llegó a la canción a partir del teatro, imponiendo el sainete criollo, al que supo encontrarle la fórmula precisa.

Carlos Gardel y Vaccarezza

El zorzal le grabó 13 temas musicales entre los que se cuentan: ‘La copa del olvido’, con música de Enrique Delfino, en 1921; ‘Otario que andás penando’, también con Delfino, en 1932; ‘Adiós para siempre’, con Antonio Scatasso, 1925; ‘Adiós que te vaya bien’, con Delfino, 1924; y ‘Araca corazón’, Delfino, 1927, entre otras.

Otros intérpretes cantaron entre otras: La Canción y Botines viejos con Juan de Dios Filiberto; Julián Navarro, Calle Corrientes y Atorrante con Francisco Canaro. Con Juan Caruso, Pobre Gringo y Muchachita Porteña con Mariano Mores.

Entre sus obras hay poemas y títulos como ‘La Biblia gaucha’, ‘Dijo Martín Fierro’ y ‘Cantos de la vida y de la tierra’, entre otros muchos.

Por otra parte, desarrolló diversas actividades: como rematador de muebles y ayudante en un juzgado, además, tuvo intenso trabajo en Argentores y la Casa del Teatro llevando adelante una actividad gremial. Fue de los primeros en luchar para conseguir el aporte de los propietarios de las salas teatrales, y sobre el derecho autoral.