La impronta de un gran humanista
El 7 de septiembre de 2009 fallecía en Buenos Aires el intelectual, médico humanista y divulgador científico galaico-porteño Antonio Pérez-Prado. Como rememora Xosé Manoel Núñez Seixas en el prólogo a la segunda edición de su obra clásica ‘Los gallegos y Buenos Aires (Buenos Aires: La Bastilla, 1973)‘, Pérez-Prado había nacido en aquella ciudad el 19 de noviembre de 1926, en el seno de una familia de inmigrantes lugueses relativamente pudientes y concienciados.
Su infancia y adolescencia en un ambiente en el que se entremezclaban las ideas anarquistas de su madre y tíos maternos, la participación del matrimonio Pérez-Prado en las actividades societarias de la colectividad gallega, el entusiasmo por la llegada de la 2ª República española, y la esperanza de una Galicia autónoma, definió tempranamente algunos de los rasgos principales de su personalidad.
Su natural y espontáneo sentimiento gallego, más tarde reflexionado y razonado a través de sus vivencias como emigrante en los Estados Unidos, y por el contacto con algunos de los máximos representantes del galleguismo porteño alternativo (Luis Seoane, Eduardo Blanco Amor) y del galleguismo cultural que sobrevivía en Galicia (Ramón Piñeiro), acabaron por generar en él un fuerte sentimiento de vindicativa identidad etnonacional con aquel país.
Ello se plasmó en múltiples obras, como su participación en la Asociación Argentina de Hijos de Gallegos e innumerables proyectos ligados a la cultura gallega, así como en la publicación de numerosos artículos, entre otros. Sin embargo, donde mejor se realizó su genio y su compromiso con Galicia y su emigración, fue en el libro ‘Los gallegos y Buenos Aires’ y en la película documental ‘Castelao’, cuyo guión elaboró.
Además de un intelectual galleguista, Pérez-Prado fue un prestigioso médico humanista y divulgador científico. En 1959 concluyó sus estudios de Medicina en la Universidad de Buenos Aires, especializándose en el área de la hematología a través de sucesivos estudios en la Argentina, Gran Bretaña y Holanda. Y al mismo tiempo que trabajaba en el sanatorio del Centro Gallego de Buenos Aires y en diversos hospitales públicos, legisló sobre aquella rama de la ciencia médica.
Cuando se jubiló en 1992, era jefe de División del Hospital Santojanni y jefe del Servicio en el Centro Gallego. Como divulgador científico publicó libros y artículos especializados, tanto en la prensa argentina como en la extranjera, colaboró durante 12 años con Radio Nacional argentina, así como en documentales y otros proyectos.
Su infancia y adolescencia en un ambiente en el que se entremezclaban las ideas anarquistas de su madre y tíos maternos, la participación del matrimonio Pérez-Prado en las actividades societarias de la colectividad gallega, el entusiasmo por la llegada de la 2ª República española, y la esperanza de una Galicia autónoma, definió tempranamente algunos de los rasgos principales de su personalidad.
Su natural y espontáneo sentimiento gallego, más tarde reflexionado y razonado a través de sus vivencias como emigrante en los Estados Unidos, y por el contacto con algunos de los máximos representantes del galleguismo porteño alternativo (Luis Seoane, Eduardo Blanco Amor) y del galleguismo cultural que sobrevivía en Galicia (Ramón Piñeiro), acabaron por generar en él un fuerte sentimiento de vindicativa identidad etnonacional con aquel país.
Ello se plasmó en múltiples obras, como su participación en la Asociación Argentina de Hijos de Gallegos e innumerables proyectos ligados a la cultura gallega, así como en la publicación de numerosos artículos, entre otros. Sin embargo, donde mejor se realizó su genio y su compromiso con Galicia y su emigración, fue en el libro ‘Los gallegos y Buenos Aires’ y en la película documental ‘Castelao’, cuyo guión elaboró.
Además de un intelectual galleguista, Pérez-Prado fue un prestigioso médico humanista y divulgador científico. En 1959 concluyó sus estudios de Medicina en la Universidad de Buenos Aires, especializándose en el área de la hematología a través de sucesivos estudios en la Argentina, Gran Bretaña y Holanda. Y al mismo tiempo que trabajaba en el sanatorio del Centro Gallego de Buenos Aires y en diversos hospitales públicos, legisló sobre aquella rama de la ciencia médica.
Cuando se jubiló en 1992, era jefe de División del Hospital Santojanni y jefe del Servicio en el Centro Gallego. Como divulgador científico publicó libros y artículos especializados, tanto en la prensa argentina como en la extranjera, colaboró durante 12 años con Radio Nacional argentina, así como en documentales y otros proyectos.