Rubén Someso, creador del proyecto ‘Musicavivencial’ y beneficiario de las ayudas al retorno

“Cuando vi la ayuda en el periódico, me reafirmé en la idea de que a donde tenía que ir era a casa”

La música es su pasión y para avanzar en el terreno musical viajó por buena parte de España y de Europa matriculándose en cursos y másters que le permitieran ampliar sus conocimientos y lo introdujeran en métodos innovadores para aplicar en la educación infantil. Rubén Someso desarrolla hoy su propio proyecto en A Coruña gracias, en parte, a la ayuda que la Secretaría Xeral de Emigración concede a los retornados con espíritu emprendedor, lo que le sirvió para comprar instrumentos y para poner en funcionamiento ‘Musicavivencial’, una escuela un tanto singular.
“Cuando vi la ayuda en el periódico, me reafirmé en la idea de que a donde tenía que ir era a casa”
18.Rubén Someso
Rubén Someso, sentado al piano, uno de los instrumentos con que introduce a los niños en el mundo musical.

La música es su pasión y para avanzar en el terreno musical viajó por buena parte de España y de Europa matriculándose en cursos y másters que le permitieran ampliar sus conocimientos y lo introdujeran en métodos innovadores para aplicar en la educación infantil. Rubén Someso desarrolla hoy su propio proyecto en A Coruña gracias, en parte, a la ayuda que la Secretaría Xeral de Emigración concede a los retornados con espíritu emprendedor, lo que le sirvió para comprar instrumentos y para poner en funcionamiento ‘Musicavivencial’, una escuela un tanto singular.

Los niños comienzan a llegar al aula. Son todos niños de muy corta edad, de 0 a 3 años, a los que les espera un único cometido:  escuchar música y desarrollar el oído para captar todos los sonidos posibles. Llegan con un progenitor, el padre o la madre, y, junto con el profesor, comienzan la tarea de sentir la música y tocar un instrumento desde temprana edad. A eso se le llama el método ‘Musicavivencial’, que desarrolla Rubén Someso después de años formándose en escuelas y universidades de España y buena parte de Europa, aprendiendo de las enseñanzas que dejaron genios como Shinichi Suzuki o Edwin Gordon. El primero, nacido a comienzos del siglo pasado, parte de la idea de que la habilidad musical se adquiere y que el potencial del niño solo hay que desarrollarlo, porque si se entrena bien, puede ser ilimitado. Gordon, por su parte, basa su método en la capacidad de pensar la música con comprensión, ya que, según pudo contrastar, los alumnos son capaces de extraer un mayor sentido de la música que escuchan, interpretan, improvisan o comprenden.

Rubén Someso realizó sus estudios musicales en el conservatorio de A Coruña, su ciudad natal, y se apuntó a cursos y talleres musicales en Madrid y en Zaragoza, para ampliar conocimientos. En el Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación Gas Natural Fenosa, hoy ya desaparecido, dirigió conciertos y se encargó durante años de la sección de música. Pero en un momento determinado le pidieron que se hiciese cargo de un programa para niños y ese fue el punto de inflexión que marcó su destino actual.

“Al hacerme cargo del ciclo es donde cambia mi trayectoria”, porque “una vez en el mundo de los niños, comienzo a componer para ellos”, comenta.

Es entonces cuando necesita cambiar de vida, ampliar conocimientos y descubrir nuevos métodos que ayuden a los pequeños en el aprendizaje. Se va a Londres con su mujer y, tras un periodo en A Coruña a la espera del nacimiento de su hijo, se traslada a Holanda, desde donde realiza frecuentes viajes a Bélgica, Alemania y Francia, siempre con un único objetivo: ampliar conocimientos sobre la manera de influir en el aprendizaje musical de los niños.

Rotterdam, en cuya universidad se impartía un máster de su interés sobre música escénica para niños, fue la ciudad elegida y “el máster resultó fantástico”, reconoce.

La idea inicial no era instalarse en Holanda, sino ir una vez al mes y regresar, porque tanto Rubén como su esposa tenían trabajo en Galicia. Y es que este matrimonio no se fue al extranjero a buscar trabajo, sino que le ofrecieron “un proyecto muy bonito” en el que invirtieron cinco años de su vida, y que a Rubén le “enriqueció mucho”, asegura.

La idea inicial no era instalarse en Holanda, sino ir una vez al mes y regresar, porque tanto Rubén como su esposa tenían trabajo en Galicia. Y es que este matrimonio no se fue al extranjero a buscar trabajo, sino que le ofrecieron “un proyecto muy bonito” en el que invirtieron cinco años de su vida, y que a Rubén le “enriqueció mucho”, asegura.

Fue en Rotterdam donde se introdujo en el mundo Suzuki y en las bondades de un método que basa la educación de un niño “en el ambiente que tiene a su alrededor”. De lo que se trata es de “crear un ambiente musical en su casa”. Por eso, cuando un padre o una madre le llama para empezar a trabajar con su hijo en el aula, Rubén siempre le informa de que le tiene que enseñar primero a ellos, para que la familia se involucre, y en el triángulo mágico entre madre o padre, profesor y alumno, el niño encuentre un ambiente musical en el que desarrollarse. Porque “si los niños ven en casa hacer música, aprenden del propio ambiente”, dice Rubén, quien asegura que le gustó ese camino que se le marcó en el máster que realizó en Holanda, que lo complementó con la teoría del aprendizaje musical de Edwin Gordon, un pedagogo más cercano en el tiempo que Suzuki, quien demostró cosas que aquel ya había intuido, y es que todos tenemos capacidad de escuchar música interiormente y de dar sentido a la música. Algo que bautizó con el nombre de ‘audiation’ para referirse al proceso mental mediante el cual se puede percibir y comprender la música sin estar escuchándola físicamente en ese momento. Para Gordon, la educación musical debe basarse en enseñar a comprender la música que oímos y crear con criterio nuevas ideas musicales mentalmente.

A esas experiencias añadió Rubén la aportación a la educación infantil de la pedagoga italiana María Montessori –quien ya en el siglo pasado creía que cada niño debía tener oportunidad de poder desarrollar sus propias capacidades por sí mismo y con los otros, para lograr ser un ser humano, equilibrado e independiente– y producto del saber de esas mentes privilegiadas nace ‘Musicavivencial’.

El proyecto pudo arrancar en Holanda, reconoce Rubén, pero él tenía la ilusión de hacerlo en casa, o sea, en Galicia, aunque de momento, no sabía cómo. Se instaló en Zaragoza, donde ya había realizado cursos con anterioridad, y fue precisamente en la ciudad del Ebro donde tuvo conocimiento de las ayudas de la Secretaría Xeral de Emigración para colaborar con los emigrantes retornados interesados en emprender cualquier tipo de negocio en la comunidad gallega. Lo vio en un periódico y, en un primer momento, no reaccionó porque estaba analizando las posibilidades que se le abrían para desarrollar la iniciativa que pretendía poner en marcha. Y es que Rubén ya era consciente por entonces de que, producto de sus estudios y de su inquietud, “tenía algo grande” para desarrollar, pero también de que necesitaba “tiempo para encajarlo”. “Acabé de armar el puzzle hace dos años”, dice, y, “aunque tenía la idea de quedarme en Zaragoza, el anuncio del periódico quedó ahí y fue como una señal”. Entonces, “me reafirmé en la idea de que a donde tenía que ir era a casa”, dice, y hoy en día trabaja en A Coruña poniendo en práctica lo aprendido durante los años de formación. Es el primer profesor de piano que emplea el método Suzuki no solo en A Coruña, sino en toda España, y, aunque de momento, se tiene que conformar con impartir clases en colegios y en un espacio habilitado en su propio domicilio, su aspiración es tener pronto su propia escuela.

"Conozco gente haciendo fuera cosas que debería estar haciendo en Galicia"

Gestar ‘Musicavivencial’ le llevó a Rubén Someso un año entero, pero detrás del proyecto subyace la trayectoria de toda una vida dedicada a la música y al aprendizaje de métodos nuevos para hacerla accesible a todos.

Por la singularidad del proyecto, el departamento de Emigración de la Xunta lo consideró lo suficientemente interesante para concederle a su impulsor la subvención que engloba dentro de las ayudas a los retornados emprendedores, con el fin de que establezcan algún tipo de necogio en la comunidad autónoma y contribuyan de esta forma al progreso de Galicia.

Someso, que tiene registrada ‘Musicavivencial’ como marca comercial, utilizó los 6.000 euros que le concedieron el pasado año para comprar material, pero también para iniciar una campaña de comunicación que le permitiera dar a conocer su idea y realizar las gestiones que requieren dar de alta un negocio de estas características.

“Sin la ayuda de la Xunta, el proyecto hubiese fraguado también, porque era un plan de vida, pero me hubiera costado mucho más. No hubiese arrancado como arranqué”, asegura Rubén. Además, sin el incentivo de esa subvención, igual se hubiese quedado en Zaragoza, donde no iba a gozar de ayuda alguna, pero donde ya había residido con anterioridad y se movía con un grupo afin de personas.

Por su experiencia en el extranjero, conoce a personas que “está haciendo fuera cosas que deberían estan haciendo en casa”. El caso de los médicos y enfermeras es paradigmático. “En el extranjero se los rifan, se van atraídos por los sueldos y luego vuelven con ahorros y montan su propia clínica, pero muchos se acaban quedando”, porque las expectativas no son las mismas. Y “es una pena que la formación que tenemos en España la vayas a desarrollar a otro sitio, aunque a veces se pasen dificultades”, lamenta Someso, quien añade: “Si vas buscando posibilidades te surgen cosas”, el problema es que “si estás fuera no te surgen aquí”.