LA DIRECTORA GENERAL DE LA CIUDADANÍA ESPAÑOLA EN EL EXTERIOR SE REUNIÓ CON LOS MIEMBROS DE LA ASOCIACIÓN WINNIPEG
Pilar Pin muestra su admiración por el Hogar Español de Las Condes, en Chile
En su primer día de actividades oficiales en Santiago de Chile, Pilar Pin, directora general de la Ciudadanía Española en el Exterior, visitó el Hogar Español de Las Condes, donde departió calurosamente con los directivos de la institución y los centenares de acogidos en esta casa de los mayores que recibe a muchos ancianos de las diversas colectividades hispanas, en amplias y cómodas dependencias, donde se imparte una atención privilegiada, en inmejorables condiciones.
En su primer día de actividades oficiales en Santiago de Chile, Pilar Pin, directora general de la Ciudadanía Española en el Exterior, visitó el Hogar Español de Las Condes, donde departió calurosamente con los directivos de la institución y los centenares de acogidos en esta casa de los mayores que recibe a muchos ancianos de las diversas colectividades hispanas, en amplias y cómodas dependencias, donde se imparte una atención privilegiada, en inmejorables condiciones. Pilar Pin expresó su sentida admiración por la obra, destacando ese notable acercamiento que se produce entre los ancianos y los niños de la Escuela Básica de Internos, que funciona en dependencias aledañas, dentro de la misma institución, uniendo la alegría juvenil a la paz de una senectud arropada con cariño, ligada a sus raíces en la incomparable fortaleza de la memoria afectiva. Un ejemplo, sin duda, que destaca los amplios logros sociales para estos españoles de los confines, que se sienten unidos, indisolublemente, a la madre patria, más allá de tópicos manidos, como certeza existencial.
Pilar Pin conoció los adelantos, comodidades y servicios complementarios del Hogar, tales como: atención dental, peluquería, medicina geriátrica y pediatría para los infantes que estudian su ciclo básico en amplias aulas flanqueadas por jardines arbolados. Tuvo ocasión de conversar con dos ancianos gallegos, Victoria Arias y Santiago Rodríguez, conectados con la ‘morriña de los eidos’ remotos, identificados con este Chile donde medraron los suyos en tres o cuatro generaciones de chileno-españoles.
Aquí cobra nuevo sentido aquella histórica afirmación imperial: “En mis dominios no se pone el sol”, salvo que estos dominios son los de la solidaridad, el afecto y la unión entrañable de la estirpe a través del tiempo y de los océanos.
“La patria de la Hispanidad no conoce fronteras”, afirmó Pilar Pin, mientras firmaba el Libro de Visitas, donde su nombre abrió un cauce renovado a esa esperanza que trasciende las vidas particulares.
Visita a la Agrupación Winnipeg
Pasadas las cuatro de la tarde de un caluroso primero de diciembre, Pilar Pin, acompañada de Esther Felices, consejera de Trabajo e Inmigración de la Embajada de España en Chile, y del resto de su comitiva, se trasladó hasta la sede de la Agrupación Winnipeg de Chile, donde fue recibida por su presidenta, la asturiana Mercedes Corbato, y su esposo, Agustín Martínez. Cabe destacar que este año 2009 se conmemoraron –el 7 de septiembre– los setenta años del arribo del emblemático ‘barco de la esperanza’, que trajo a Chile la savia de dos mil trescientos refugiados republicanos españoles: artesanos, maestros, empresarios, artistas e intelectuales, entre los que hoy sobresalen Roser Bru y José Balmes, pintores de fama internacional y de amplísima trayectoria.
La propia presidenta de Chile, Michelle Bachelet, encabezó, el pasado 2 de septiembre, una ceremonia oficial en homenaje a estos españoles que, metafóricamente, llamamos ‘los frutos de la memoria’, por su generoso aporte a la patria de Gabriela Mistral y de Pablo Neruda.
Pilar Pin no pudo controlar aquí la emoción. Recordó que estos sobrevivientes de la epopeya constituyen un trozo vivo de España en este sur del mundo donde el idioma que nos une forja una inmensa patria-nación, esparcida por la rosa de los vientos. Se escucharon algunos testimonios que no han perdido su dramática vigencia, pero que hoy trascienden y se proyectan en los nuevos pulsos del progreso basado en la unidad de nuestros pueblos, por encima de todas las fronteras.
Mercedes Corbato agradeció la presencia de Pilar Pin y los suyos, para poner el acento, una vez más, en la fraternal acogida que los chilenos brindaron a sus hermanos españoles, sin discriminaciones, sin egoísmo de sesgo político, social o económico, recibiéndoles con la puerta abierta y la mesa dispuesta, al estilo y usanza de los viejos hidalgos que entregaron en estas latitudes su sangre y sudor para crear nuevas naciones con el común denominador de la Hispanidad, sueño y acción compartidos, único destino posible para nuestros pueblos. “Así –dijo Mercedes Corbato– somos primero chilenos y luego españoles, porque nunca será suficiente el testimonio de gratitud con esta tierra”.
Pilar Pin conoció los adelantos, comodidades y servicios complementarios del Hogar, tales como: atención dental, peluquería, medicina geriátrica y pediatría para los infantes que estudian su ciclo básico en amplias aulas flanqueadas por jardines arbolados. Tuvo ocasión de conversar con dos ancianos gallegos, Victoria Arias y Santiago Rodríguez, conectados con la ‘morriña de los eidos’ remotos, identificados con este Chile donde medraron los suyos en tres o cuatro generaciones de chileno-españoles.
Aquí cobra nuevo sentido aquella histórica afirmación imperial: “En mis dominios no se pone el sol”, salvo que estos dominios son los de la solidaridad, el afecto y la unión entrañable de la estirpe a través del tiempo y de los océanos.
“La patria de la Hispanidad no conoce fronteras”, afirmó Pilar Pin, mientras firmaba el Libro de Visitas, donde su nombre abrió un cauce renovado a esa esperanza que trasciende las vidas particulares.
Visita a la Agrupación Winnipeg
Pasadas las cuatro de la tarde de un caluroso primero de diciembre, Pilar Pin, acompañada de Esther Felices, consejera de Trabajo e Inmigración de la Embajada de España en Chile, y del resto de su comitiva, se trasladó hasta la sede de la Agrupación Winnipeg de Chile, donde fue recibida por su presidenta, la asturiana Mercedes Corbato, y su esposo, Agustín Martínez. Cabe destacar que este año 2009 se conmemoraron –el 7 de septiembre– los setenta años del arribo del emblemático ‘barco de la esperanza’, que trajo a Chile la savia de dos mil trescientos refugiados republicanos españoles: artesanos, maestros, empresarios, artistas e intelectuales, entre los que hoy sobresalen Roser Bru y José Balmes, pintores de fama internacional y de amplísima trayectoria.
La propia presidenta de Chile, Michelle Bachelet, encabezó, el pasado 2 de septiembre, una ceremonia oficial en homenaje a estos españoles que, metafóricamente, llamamos ‘los frutos de la memoria’, por su generoso aporte a la patria de Gabriela Mistral y de Pablo Neruda.
Pilar Pin no pudo controlar aquí la emoción. Recordó que estos sobrevivientes de la epopeya constituyen un trozo vivo de España en este sur del mundo donde el idioma que nos une forja una inmensa patria-nación, esparcida por la rosa de los vientos. Se escucharon algunos testimonios que no han perdido su dramática vigencia, pero que hoy trascienden y se proyectan en los nuevos pulsos del progreso basado en la unidad de nuestros pueblos, por encima de todas las fronteras.
Mercedes Corbato agradeció la presencia de Pilar Pin y los suyos, para poner el acento, una vez más, en la fraternal acogida que los chilenos brindaron a sus hermanos españoles, sin discriminaciones, sin egoísmo de sesgo político, social o económico, recibiéndoles con la puerta abierta y la mesa dispuesta, al estilo y usanza de los viejos hidalgos que entregaron en estas latitudes su sangre y sudor para crear nuevas naciones con el común denominador de la Hispanidad, sueño y acción compartidos, único destino posible para nuestros pueblos. “Así –dijo Mercedes Corbato– somos primero chilenos y luego españoles, porque nunca será suficiente el testimonio de gratitud con esta tierra”.