Tribuna abierta de David Casarejos

Dos meses del ‘maravilloso’ Brexit

Hace dos meses que entramos en la fase de “libertad total” del maligno ente de la UE en Reino Unido. Miro por la ventana todos los días y aún no llega la primavera eterna prometida y los grises de las nubes siguen pareciéndose a los nubarrones pasados. El mundo de ilusión y alegría prometido no llega y para muchos no solo está llegando tarde, sino que incluso se van dando cuenta de que quizás nunca va a llegar y han sido engañados… y lo peor es que aún estamos en un periodo de gracia.

Dos meses del ‘maravilloso’ Brexit
Casarejos
David Casarejos.

Hace dos meses que entramos en la fase de “libertad total” del maligno ente de la UE en Reino Unido.

Miro por la ventana todos los días y aún no llega la primavera eterna prometida y los grises de las nubes siguen pareciéndose a los nubarrones pasados. El mundo de ilusión y alegría prometido no llega y para muchos no solo está llegando tarde, sino que incluso se van dando cuenta de que quizás nunca va a llegar y han sido engañados… y lo peor es que aún estamos en un periodo de gracia.

Esta pasada semana fui llamado a comparecer en la Comisión mixta para la UE y claro, ustedes dirán, “si es Consejero por Reino Unido en el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior seguramente le han consultado antes por el Brexit”… la respuesta es negativa, y no les culpo ya que no nos conocen. No nos conocen ni los emigrantes, ni los partidos políticos.

Los políticos españoles me preguntaban con interés ¿qué pasa con el Brexit ahora tras dos meses?

Tras dos meses vemos que el Brexit que nos ha quedado se traduce en las consecuencias que representaba su lema “Brexit significa Brexit”.

El Brexit es eso, dejar de ser parte del club exclusivo, y ahora entienden que los privilegios por pertenecer al club desaparecen al solicitar dejar de ser miembro.

No pueden vender en los mercados europeos como se hacía antes y las oficinas de las empresas se llenan de papeleo cada vez que quieren exportar y los tabloides nos muestran mesas llenas de folios necesarios para llevar a cabo una exportación que antes no necesitaba de tanta burocracia. Causa y consecuencia.

Resulta que algunos políticos iluminados, con el rubio Boris al frente, durante los años de preparación se jactaron en multitud de reuniones con empresarios de que la UE no iba a imponer sus condiciones y que jamás los alemanes pondrían trabas, ya que querían seguir vendiendo sus coches en el mercado británico… pues parece que se confundieron no un poco, sino mucho.

Muchos mercados se han cerrado a los productos británicos por divergencias que en muchos casos fueron, ironías de la vida, propuestas en el marco de UE por Reino Unido, como aquel artículo 50 que Lord Kerr diseñó, pero nunca pensando que Reino Unido sería el país que lo utilizara para salir de la UE.

El pescado, mejillones, productos agrícolas, el sector servicios o la joya de la corona londinense como es la bolsa, y cada día otro sector, otra industria, y más empresas de diferentes tamaños nos dicen que fueron engañados, y que este Brexit no es el prometido.

Algunos compatriotas explican en foros que las compras que hacen en países europeos y el paquete que la familia les manda, de repente dejará de recibirse al subir los precios de los envíos o al tener que pagar extra por parte de quien los recibe, o al no poder seguir llenándolos con algunos productos concretos de la gastronomía española.

Y al igual que los bienes han dejado de fluir libremente, a los emigrantes se les ha cortado el acceso a un país en el que se podía intentar asentarte sin ningún problema.

A los erasmus se les añorará por parte de las universidades, y a los estudiantes británicos se les acabó la experiencia enriquecedora de estudiar en una cultura y lengua totalmente diferente, y las mentes privilegiadas del ministerio que dirige Gavin Williamson tratan de vender un plan de intercambio con EE UU, Canadá y Australia… ¡igualito que el plan erasmus!

Lo más grave es sin duda la materialización del cambio de categoría para los europeos en Reino Unido y el haber pasado a ser de segunda categoría, o de tercera categoría dependiendo de si estábamos ya antes o después del 31 de diciembre, con unas condiciones y una complejidad que convertirá a muchos de nuestros nuevos emigrantes en ilegales… y no hay inmigración ilegal, nadie es ilegal, por mucho que Priti Patel salga a su caza a partir del 1 de julio próximo.

Se les quitó la venda de los ojos con el Brexit y tendrán que volver muchos ciudadanos a la cordura, parando sus manifestaciones xenófobas tras entender que las trabas a la emigración cortan las alas de posible crecimiento de su economía que depende tanto de este movimiento de trabajadores.

Cuanto antes se dispongan a reconocer errores y a dejar de creerse historias como la que algunos medios publicaban esta semana sobre cómo circunnavegar los puertos europeos comenzando rutas a Marruecos para asegurarse nuevos mercados, o dejen de amenazar con saltarse los tratados sobre Irlanda del Norte a la torera (con aviso de nuevo de Joe Biden en contra de cualquier acción que dañe el tratado de paz), más cerca volverán a estar de la UE dejando un enfrentamiento pueril que va a afectar a Reino Unido y los ciudadanos seremos quienes paguemos su arrogancia.

¿Cómo pueden ayudarnos desde España?

De momento hay que decir que no podemos ser víctimas en Reino Unido y también en España.

España deberá facilitarnos la vida y no comenzar a ponernos piedras en el camino en forma de trámites burocráticos que antes no existían, dificultad de acceso a servicios antes ofrecidos, o cambios de dirección en aspectos tan del día a día como son los carnés de conducir. No podemos ser penalizados por los cambios en los trámites administrativos.

Los recursos económicos destinados a la población española viviendo en Reino Unido no reflejan adecuadamente la realidad. No somos poco más de 100 mil, somos más de 300 mil, según los datos de la Home Office en diciembre de 2020.

Los emigrantes, una inmensa mayoría es población activa y está desarrollando unas habilidades profesionales que no hubieran obtenido en nuestro país. Esta inversión puede en el futuro beneficiar a nuestro país, si ponen las herramientas adecuadas para facilitar el regreso.

Y no menos importante es que hagan efectiva de forma real y no solo con palabras la defensa de nuestros derechos como ciudadanos españoles viviendo en el Reino Unido.