Buenos Aires trae a la memoria el paso de Francisco Ayala por la ciudad hace 70 años
La Fundación Francisco Ayala, en colaboración con el Ministerio de Cultura y la Embajada de España en la Argentina, organizó una jornada conmemorativa de la llegada de Francisco Ayala a Buenos Aires hace setenta años. El homenaje a Ayala, fallecido en Madrid el pasado 3 de noviembre, a los 103 años, es “un recuerdo obligado a Francisco”, señaló el embajador, Rafael Estrella, durante la ceremonia, y adelantó que el futuro Centro Cultural de España, ubicado a unos cientos de metros de la vivienda que ocupó el escritor, tendrá una sala con su nombre.
El jueves pasado, día 12, por la mañana, se descubrió una placa conmemorativa en el edificio situado en Defensa 441, primer domicilio familiar de Ayala en Buenos Aires (1939-1942).
Por su parte, la viceministra de cultura de la ciudad, Josefina Delgado, aseguró que este reconocimiento confirma que “todos somos una misma familia”.
Con esta iniciativa, la Fundación, además de reforzar la memoria y la huella de Ayala en Buenos Aires, está abocada a la recuperación de todo tipo de documentos que haya dejado el escritor. En este sentido, precisaron, se intenta reunir materiales como colaboraciones dispersas en diarios, revistas o libros, correspondencia personal, literaria y profesional, fotografías, testimonios personales, etc. Además de la colocación de la placa, se realizó una mesa redonda en la que Carolyn Richmond de Ayala (catedrática emérita de la CUNY), Luis García Montero (escritor y profesor) y Rafael Juárez (secretario del patronato de la Fundación Francisco Ayala) repasaron la vida de Ayala en la Argentina.
Durante su exilio en Buenos Aires (1939-1949), Francisco Ayala vivió una de las etapas más creativas de su vida en Argentina. Trabajó como traductor y columnista de los diarios ‘La Nación’ y ‘Sur’. Impulsó la creación de la revista ‘Realidad’ (1947) y escribió algunas de sus obras más reconocidas, como las colecciones de relatos ‘Los usurpadores’ y ‘La cabeza del cordero’.
Francisco Ayala eligió la ciudad de Buenos Aires como lugar de exilio tras la derrota del bando republicano en la guerra civil española. Precisamente el levantamiento militar de 1936 le sorprendió en la capital argentina, durante una gira de conferencias que llevaba a cabo en Hispanoamérica. La impresión favorable que obtuvo en aquel primer viaje debió influir en su decisión de fijar su residencia en un país que prometía amplias posibilidades para la continuación de las actividades literarias e intelectuales que venía desarrollando en España.
Con el paréntesis de 1945, durante el que vivió en Río de Janeiro, Ayala permaneció en la Argentina entre 1939 y 1949, cuando inició sus primeras estancias en la Universidad de Puerto Rico.
Desplegó entonces una intensa labor como traductor y editor, ligada sobre todo a las incipientes editoriales ‘Losada’ y ‘Sudamericana’, pero también a iniciativas propias entre las que destaca la publicación entre 1947 y 1949 de ‘Realidad’: revista de ideas; como profesor de sociología, función que ejerció durante los cursos 1941-1942 y 1942-1943 en la Universidad del Litoral, en Santa Fe, y que culminó con la elaboración de los tres volúmenes de su Tratado de Sociología; y, desde luego, con la escritura de dos colecciones de relatos, Los usurpadores y La cabeza del cordero, que alcanzaron desde el principio la consideración de clásicos de la literatura en lengua española.
Francisco Ayala contó con la colaboración, el apoyo y la amistad de sus colegas argentinos, como Eduardo Mallea y Victoria Ocampo, que le abrieron las puertas del diario ‘La Nación’ y de la revista ‘Sur’, respectivamente. Jorge Luis Borges, Francisco Romero y Lorenzo Luzuriaga, son sólo algunos nombres de la nómina de amistades que, asentadas en aquellos años, pervivieron durante las décadas posteriores, con Francisco Ayala ya en Norteamérica o España.