157 años al servicio de los españoles en Argentina

La unión, el compromiso, la implicación y la creencia en un proyecto común que se inició hace ya 157 años han hecho posible que en pleno siglo XXI todavía se pueda hablar del Club Español de Buenos Aires, una institución que apuesta por defender los intereses de los españoles en Argentina, establecer lazos de confraternidad con la sociedad de acogida y difundir la cultura entre su asociados. Prueba de ello son su magnífica biblioteca y su pinacoteca. Además, su edificio se ha convertido en un referente en el mundo del arte, ya que por sus muros fluyen diversas corrientes artísticas.
Sus inicios tuvieron lugar el 5 de septiembre de 1852 cuando, finalizada la batalla de Caseros y derogada la ley de extranjería, la comunidad española en Argentina sale de su ostracismo político y comienza a desarrollar una intensa actividad social y comercial a través de la Sala Española de Comercio que surge como iniciativa de Vicente Rosa y Carim.
Esta asociación se disuelve cinco años después, pero algunos de sus integrantes se siguen reuniendo en un centro que en 1866 recibe el nombre de Casino Español y cuyos fines siguen siendo los mismos que en 1852: “Proporcionar a sus asociados todos los recreos propios de una sociedad culta, promover los intereses del comercio y de la beneficencia, coadyuvar eficazmente al establecimiento del Hospital Español, y estrechar los vínculos de la confraternidad hispano-argentina”.
A pesar de estos cambios de nomenclatura, tanto la Sala Española de Comercio como el Casino Español siempre fueron conocidos por los medios de comunicación de la época como Club Español, pero no fue hasta el 8 de septiembre de 1872 cuando adoptó oficialmente este nombre.
Entre las acciones emprendidas por esta asociación a lo largo de estos años, cabe destacar, además de obras benéficas en favor de los españoles residentes en Argentina, su participación en numerosas suscripciones y auxilios para las víctimas de distintas catástrofes, ofrecer su ayuda a artistas o inventores sin medios económicos para que pudiesen concretar sus deseos de perfeccionamiento, así como premios y agasajos a periodistas y escritores que enaltecieron el nombre de España, como fue el caso de Federico Tobal y Edmundo de Amicis.
Entre los visitantes ilustres al Club Español se encuentra la infanta doña Isabel, quien el 27 de mayo de 1910 asistió a un banquete organizado por el club social, conviertiéndose así en el primer miembro de la Familia Real Española que concurrió a un acto de esta naturaleza en la asociación. Con motivo de su visita y pensando en la construcción del actual edificio donó los ascensores que fueron colocados en 1911 y que aún mantienen su diseño original.
No fue hasta el 16 de abril de 1985, cuando el rey don Juan Carlos y doña Sofía acuden al Club Español, siendo la única visita a entidades de la colectividad española en Buenos Aires durante su estancia en Argentina.
Por los salones de esta asociación también han desfilado numerosos artistas, músicos, escritores, sabios, políticos, diplomáticos y profesionales de diversa índole entre los que se encontraban Imperio Argentina, Jacinto Benavente, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Enrique Larreta o Albert Einstein.
Sus instalaciones albergan en numerosas ocasiones exposiciones como la muestra itinerante ‘España fuera de España’ que en junio de 1991 se organizó en el marco del quinto centenario del descubrimiento de América, constituyendo un verdadero homenaje ha ambos lados del Atlántico a la emigración española hacia Latinoamérica.
El Libro de Oro del Club Español
Desde enero de 1946, destacadas personalidades han tenido la oportunidad de firmar en el Libro de Oro del Club Español. El primero en hacerlo fue el dramaturgo Jacinto Benavente, quien en su texto aludía a la edad como causa de este reconocimiento: “El Club Español de Buenos Aires, de tan brillante historia desde su fundación en el año 1852, no había tenido hasta ahora su Libro de Oro. Soy yo, ahora, por triste privilegio de la edad, el llamado a iniciarlo. Gran honor para mí. Por ley natural mi firma no tardará mucho en ser epitafio y dentro de algunos años, no muchos años –los siglos son para los muertos– alguien preguntará quién sería este señor que firmó el primero de este libro”. Por aquel entonces, Jacinto Benavente todavía ponía en duda la repercusión que su legado tendría en la literatura española.
Entre los socios del Club se encontraba Carlos Casado del Alisal, considerado el emigrante de oro, conocido por su extraordinario labor como pionero y benefactor de sus paisanos y de los argentinos, que llegó a Buenos Aires después de la emancipación argentina. También formaron parte de esta asociación, además de miles de españoles, argentinos y personas venidas de otros países, Suárez Picallo, Adolfo Alsina o Roget Balet, entre otros.
La sede social
Tras recolectar 160.000 pesos, la directiva presidida por Fermín Calzada logra adquirir el 11 de mayo de 1907 dos lotes de terreno en los cuales se edifica el Palacio, sede actual del Club Español, inaugurada el 8 de mayo de 1911 y situada en la calle Buen Orden (hoy Bernardo de Irigoyen) números 172 al 180.
El ‘eclecticismo’ y el estilo neomudéjar son las principales corrientes artísticas que están presentes en la fachada ideada por el arquitecto holandés Enrique Folkers. De esta forma, ‘el ornamento’ característico del ‘eclecticismo’ expresa una nueva y original intencionalidad formal, incorporándose en la armazón arquitectónica, propia del modernismo. Asimismo, el arquitecto recurre a ‘los arcos de herradura’, propios del referente neomudéjar, como estilo decorativo que revelan la esencia del “Ser español” y coronan los ventanales protagónicos de la planta principal y de toda la fachada.
En general, la caja arquitectónica, es geométrica, variada, pero sin sobresaltos y el éxito de su composición no descansa sólo en la exhibición de ornamento en la mampostería, estructura y herrajes, sino también en la utilización de frisos y molduras rectas, semicirculares ó curvas, dispuestos ordenadamente, con el fin de transmitir una sensación de ruptura. Así, el trabajo de color es acompañado por unas bandas horizontales de granito rojo ‘cálido’ tierra con la pretensión de equilibar la verticalidad de la caja dándole solidez y peso de acuerdo con la institución.
La parte superior del edificio culmina con una de las cúpulas más altas de Buenos Aires coronada con la escultura ‘El genio alado’, del escultor barcelonés Torcuato Tasso y Nadal (1852-1935), y al que también pertenecen las obras ‘La Recolección’ y la ‘Navegación’ instaladas en el tercer piso de la sede.
Sus instalaciones
El 9 de diciembre de 2004, el Club Español es declarado sitio de Interés Cultural de la Honorable Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en mérito a su valor histórico, simbólico, arquitectónico y urbanístico. Este reconocimiento también lo comparte con la Asociación Centro Cultural de Betanzos, siendo las dos únicas instituciones españolas en haber obtenido tal distinción y reconocimiento.
Nada más acceder a las instalaciones del Club Español, en la entrada principal, el visitante tiene la oportunidad de contemplar una imponente escalera de honor, elemento característico de la época del Rococó francés que por aquel entonces era una pieza fundamental en los palacios europeos. Esta escalera está construída con materiales procedentes de España e Italia, cuyas tonalidades fueron combinadas con maestría, y trabajada con caladas y tallas a cincel convirtiéndose de esta forma en una verdadera joya escultórica.
Por otra parte, el estilo de decoración del subsuelo recuerda a la tierra de Andalucía durante la etapa que estuvo bajo la influencia árabe. Así, la Alhambra de Granada está presente por dos salones conectados visualmente que repiten, con gran fidelidad los detalles del mozárabe y las vistas a las que se accedía, desde el lugar original. Los murales realizados con la técnica del ‘marouflage’, pintura al óleo sobre tela, fueron realizados por los artistas Francisco Villar y su esposa, la pintora Leoní Mathis, (1883-1952) primera mujer admitida en la Academia de Bellas Artes de París.
En el primer piso se encuentra el salón principal ‘Imperial’, que en su decoración rememora los salones del estilo Regencia y Rococó, donde el ornamento de estuco sube por los muros y pilastras y cubren las superficies murales y techos con mundos alegóricos. En este caso se destacan los ‘marouflages’ fueron realizados por el pintor español Julio Borrell y Plá (1877-1977), trabajados con óleo y pastel, denotando un claro dominio de la técnica y mostrando distintos momentos de la cultura hispánica. En el vestíbulo, los relieves del sector superior de los muros recogen diversas escenas del descubrimiento de América.
Además, destaca, el alto relieve titulado ‘La intelectualidad y el trabajo’, de Miguel Blay y Fábregas, dos hermosos jarrones pertenecientes a José Sola y situados a ambos lados del balaustre y, ya al final de la escalera, las obras ‘La Tradición’, de Agustín Querol y ‘La Bailaora’, de Mariano Benlliure.
El entrepiso, entre la primera y la segunda planta, acoge la oficina administrativa de la Federación de Sociedades Españolas, cedida por el Club Español gratuitamente. Ya en el segundo piso, se encuentran el ‘Salón Mayor’ destinado a la celebración de banquetes y la ‘Sala Roja’ donde tienen lugar las recepciones.
Mientras, el tercer piso alberga las oficinas de la secretaría, gerencia y presidencia, así como los salones ‘La amistad’ y ‘España’ que exhiben una pinacoteca compuesta por autores referentes de la pintura española del siglo XIX. En este espacio también se encuentra ubicada su bibliotecacompuesta por un sin número de obras, documentación, fichas y antecedentes que ayudan a la integración cultural de la comunidad española en Argentina.
El último piso está compuesto por el salón ‘Autonomías’, donde los detalles de yesería estuvieron a cargo de Laureano Ramón y la carpintería con su pureza de líneas aporta armonía al conjunto.