Francisco Villagra y el lago Nahuel Huapí
Así, pues, Villagra emprendió la partida desde la ciudad de Valdivia rumbo “a la mar del Norte”, acompañado de unos sesenta u ochenta hombres. La expedición habría sido llevada a término durante el verano de 1552-1553. Cruzó la cordillera de los Andes por el Camino de la Villarrica, internándose en una zona llana y árida, hasta que –tras unos veinte días de marcha– lo detuvo un caudaloso río que inútilmente pretendió vadear. Encontrándose con indígenas, les hizo las habituales propuestas de paz; pero éstos no le respondieron, tal vez por incomprensión de lo que les decía, de modo que los atacó y derrotó. Las bajas sufridas determinaron que el capitán español reemprendiese el retorno por otro paso, unas cuarenta leguas más al sur.
He aquí cómo el Padre Diego de Rosales, siervo jesuita, en su Historia General de Reyno de Chilenos describe así el episodio del río: “Y queriendo passar adelante, le estorbó un río que ay muy grande para passar el camino a Córdova y Buenos Aires. Y assí tomó la vuelta hacia el sur, llevando a mano derecha la cordillera y a la izquierda un grande río que va a desaguar en Buenos Aires. Dio con las lagunas del río fugaz de ‘Limucau’, que sale a las espaldas de Osorno, y no pudiendo vadearle, guio al cabo de setenta leguas que caminó hacia la ciudad de Valdivia”.
A juicio del Félix San Martín, se trataba del río Aluminé el que cerró el camino hacia el oriente y el ‘Limay’ el que, al fin, lo detuvo. Erik Ljungner –jefe de la misión sueca a la Patagonia durante los años 1932-1934– disiente de la opinión de Félix San Martín en cuanto atañe al río Aluminé, creyendo que sólo el ‘Limay’ fue el que impidió la marcha hacia el oriente. Siendo gobernador a la muerte de Valdivia –enero de 1554– tuvo desencuentros con Francisco de Aguirre, quien codiciaba idéntico cargo. Estado al que pone fin la llegada de un nuevo gobernador: don García Hurtado de Mendoza, designado por su padre, don Andrés Hurtado de Mendoza, el virrey del Perú.
“La viruela que diezmó españoles e indígenas, la rebelión de los indios y el desconcierto de la administración llevaron a la colonia casi a la sublevación –nos recuerda el historiador argentino Juan M. Biedma– que el desgraciado gobernador don García Hurtado de Mendoza, amargado por la pérdida de su hijo y una grave enfermedad con horribles dolores gotosos, no pudo remediar, pese a su gesto heroico de recorrer, sentado en una silla, sus dominios para tratar de aliviar tanto mal”.
Miguel Luis Amunátegui y Claudio Gay mostraron documentos que, a fines del siglo XVI, ya se conocía el lago Nahuel Huapí.