Opinión

La ‘buvette’ o pabellón de la fuente de Gándara

“Entre 1873 y 1931, el espacio y la arquitectura del balneario de Mondariz se van configurando como lugar. El proceso de formación como empresa y núcleo habitacional, en el que va conformando sus elementos de identidad como institución decimonónica y, posteriormente, como municipio, corre paralelo a la disposición de su espacio y arquitectura como una forma, un marco simbólico. Para convertir este espacio en un lugar habitable, se crean una serie de centros significativos que inician el proceso de transformación del lugar con las edificaciones y la organización del espacio, trazando una trama de metas y recorridos entre ellos. Inicialmente, el centro de la actividad giraba en torno al elemento generador del lugar y primer centro del espacio: la fuente de Gándara”, señala Yolanda Pérez Sánchez –responsable de su texto histórico– en la obra titulada Buvette, Aguas de Mondariz, Fuente del Val, S.A., 2008.

La ‘buvette’ o pabellón de la fuente de Gándara

La ‘buvette’ –esto es, el ‘pabellón’– cubre el manantial al que esperanzadamente acuden los agüistas, a fin de “tomar las aguas”. Éste es, pues, uno de los elementos que definen un “establecimiento” termal. Y así, durante el siglo XIX, los grandes balnearios de Europa –tales como Vichy o Evian– las transforman en pequeños “templos” y “emblemas” de su “establecimiento”. De modo que este espacio sintetiza los fundamentales conceptos del “termalismo”: la confianza en las propiedades terapéuticas del agua, los placeres de la vida social y el gustoso “encuentro” con la Naturaleza.

Hagamos hincapié en que, si exceptuamos el ‘Gran Hotel’, las ‘buvettes’ son el centro de reunión así como de relación social más significativo de esta clase de espacios. De tal manera que las visitas a la fuente –bajo la férula de los consejos médicos– establecían uno de los centros neurálgicos del recorrido de los agüistas, coadyuvando así a la sociabilidad. ¿Y cuál es su arquitectura? Generalmente se distribuía en dos niveles: en el inferior brota el manantial y, en el superior, existe un reducido espacio para el “encuentro de los agüistas”.

Así, pues, la fuente de Gándara –situada en la propiedad de los hermanos Peinador– era, en su origen, según la descripción del doctor Taboada Leal en Hidrología Médica de Galicia (1877): “Una charca excavada en la tierra vegetal de un metro cuadrado”, en la cual el agua brotaba de “un suelo granítico por la pequeña hendidura de una roca”. Dos años después –en 1879–, la “Guía de Aguas bicarbonatado-sódicas de Mondariz” relata cómo –bajo la dirección del catedrático de Química de la Universidad Central, Dr. Don Fausto Garagarza, y la supervisión de Enrique Peinador– se construye ese mismo año una fuente “de hierro fundido, siguiendo las indicaciones del eminente hidrólogo M. Durand Fardel”. Ésta se levantaba “esbelta en el centro de una amplia y elegante rotonda de cantería, adornada de cómodos bancos rústicos, y cubierta de verdes acacias y varias flores”.
Ulteriormente, se agrega la “marquesina”, como podemos observar a través de las fotografías de la fuente de Gándara, de comienzos del siglo XX. Una planta cuadrada de donde brota el manantial, situado a un nivel más bajo que el del suelo. “Marquesina” y alrededor, una verja de hierro.