Opinión

La prensa del terremoto

Durante la euforia urbanística, no se escribió ni una línea de gran titular ni se produjeron visitas reales a las familias plebeyas en relación a los trabajadores muertos en la construcción, en siniestros que no se habrían producido jamás en países más avanzados/democráticos que España. En ninguno de esos años los muertos bajaron de 250. Comparemos. “España llora la tragedia de Lorca”.
La prensa del terremoto
Durante la euforia urbanística, no se escribió ni una línea de gran titular ni se produjeron visitas reales a las familias plebeyas en relación a los trabajadores muertos en la construcción, en siniestros que no se habrían producido jamás en países más avanzados/democráticos que España. En ninguno de esos años los muertos bajaron de 250. Comparemos. “España llora la tragedia de Lorca”. Este titular sobre el terremoto y otros similares se prodigaron estos días por la prensa española. No sólo debemos culpar al medio por esta aberración comparativa (el periodismo es comparar los hechos para calibrar su relevancia o excepcionalidad) sino que deberíamos acostumbrarnos a señalar e insultar a título personal a los periodistas que hacen mal su trabajo. La sociedad tiende a pensar que el principal defecto de los periodistas es nuestra dependencia del poder. Yo mismo he escrito que hoy hay más control ideológico pero menos control profesional. Pero el principal problema de los periodistas españoles es que se miden a sí mismos por el alcance de la información que cubren y no por el oficio o la dignidad con la que tratan a esa información. Puedes compartir periódico con redactores que entrevistan a diputados y se creen mejor que aquellos que se codean con concejales. Los que van a ruedas de prensa de la patronal caminan más envarados que los que ponen el micro al portavoz de un comité de empresa. Es la costumbre española de eludir responsabilidades y valorar las rentas antes que el trabajo.